La semana más crucial para el PP: «El Pablo Casado del congreso de 2018 ha vuelto por fin»
Diputados y dirigentes del PP, eufóricos tras el doble triunfo del presidente del partido

«Pablo ha vuelto por fin, el que conocíamos todos y consiguió ilusionar al partido en el congreso de 2018 ha dado un golpe de autoridad y liderazgo y está aquí otra vez». Este mensaje, con matices variados, podía escucharse ayer entre diputados y ... dirigentes del PP, eufóricos después de la semana «más importante» del partido en los últimos tiempos. En Génova, más oficialistas, precisan que «el Pablo moderado nunca se había ido», pero reconocen que ha vuelto a despertar esa ola de optimismo que levantó cuando fue elegido presidente, con un discurso potente y vibrante.
Casado consiguió acallar voces criticas en sus filas el jueves pasado, cuando exclamó en la tribuna del Congreso aquel «hasta aquí hemos llegado», dirigido a Vox , que marcó un punto de no retorno en la relación con el partido de Santiago Abascal , y por extensión con la radicalidad y el extremismo. O eso esperan los populares. «Ahora hay que mantener esa línea y no dar bandazos», comentaron ayer dentro del Congreso.
Llevados por la euforia , hay quien dice en el PP que esta ha sido la semana «en la que Pablo ha ganado las elecciones». El aludido está «pletórico», según comentan en las filas populares, y es consciente de que ha sido una semana decisiva, «de moción a moción». Porque el líder del PP sostiene que ha ganado no una, sino dos mociones de censura.
La primera la presentó él al Gobierno y hay que situarla en Bruselas , el jueves 15 de octubre. A primera hora, viajó a la capital belga para participar en la cumbre de los populares europeos. Allí se reunió con la presidenta de la Comisión Europa y conversó con el comisario de Justicia, al que envió una carta para denunciar la reforma del Poder Judicial que preparaba Sánchez, y que suponía, a su juicio, un ataque a la separación de poderes. Casado denunció esa maniobra ante sus socios europeos, que tomaron buena nota. La Comisión Europea dio un toque de atención al Gobierno de España, que sorprendió a La Moncloa por el bochorno que suponía algo así. Casado había demostrado la fuerza y la influencia del PP en Europa.
Ante todo, calma
El viernes, el líder del PP viajó a Oviedo, con motivo de los Premios Princesa de Asturias. Desde ahí continuaron las presiones para que el Gobierno retirara su reforma. Fue aquel día cuando Sánchez hizo un amago de rectificación y ofreció un acuerdo a Casado, pero este respondió con sus condiciones por delante. La más importante, que Podemos no estuviera en la negociación.
¿Y la moción de censura de Vox? Realmente, Casado se lo tomaba con tranquilidad. Tenía muy claro lo que debía hacer desde el principio y la estrategia que debía seguir. En esos días para él era un asunto secundario. Llevaba días preguntando a los suyos su opinión, como suele hacer siempre. Aprovechaba cualquier encuentro para preguntar. En los actos de la Fiesta Nacional en el Palacio Real estuvo con sus barones, y confirmó sus preferencias: un «no» rotundo.
El fin de semana pasado lo dedicó a su familia. El sábado fue al circo con los niños y el domingo lo pasaron en el parque del Retiro. Su mujer, Isabel Torres , tenía tan claro como él que debía romper amarras con Vox.
El domingo, con la tarde avanzada, Casado se encerró en su despacho de Génova con Teodoro García Egea , Enrique López y los jefes de gabinete del presidente y del secretario general, Pablo Hispán y Pablo Cano . ¿Para hablar de la moción? No. Para perfilar la proposición de ley que registrarían al día siguiente, con el fin de despolitizar la Justicia.
El lunes, el Comité de Dirección no trata tampoco el asunto de la moción. Casado ya había consultado a los suyos la semana anterior. Ese día estaba centrado en su reforma judicial, y en la rueda de prensa zanja la cuestión así: «Ese es un tema que a mí no me importa nada». Se sabe que el PP no respaldará la moción de Abascal, pero sigue siendo un misterio si optará por el «no» o por la «abstención». Y lo será hasta el final.
El martes tuvo su agenda libre, y fue ahí cuando empezó a preparar a fondo su discurso, basado en el «no». El miércoles, su círculo de confianza lee el primer borrador . Por la mañana escucha a Abascal, y le sirve para reafirmarse en el «no», con nuevos argumentos, sobre todo por sus críticas a la UE. En mitad del debate, ya por la tarde, sale del hemiciclo y acude a su despacho para reunirse, por videoconferencia, con Valdis Dombrovskis , vicepresidente de la Comisión Europea, al que trasladó su propuesta para que una autoridad independiente gestione los fondos europeos.
Por la noche, Casado se queda hasta las once en el Congreso, junto al secretario general, los jefes de gabinete y la directora de comunicación, para hacer algunos retoques a su intervención, que acabaría de redondear a primera hora del jueves. En su núcleo duro hay quien expresa sus dudas, pero se queda en minoría.
Los diputados se enteraron del sentido del voto cuando Casado lo anunció en la tribuna. Antes, Génova les pidió que no interrumpieran con muchos aplausos porque iba a ser un discurso «largo» e intenso. Al PP le sorprendió después el «bajo nivel parlamentario» que mostró Abascal, totalmente descolocado tras escuchar a Casado.
Acabado el debate, el líder del PP acudió a su despacho en el Congreso , con García Egea, Gamarra, Pastor y Montesinos, y se reúne con sus diputados vía «zoom». Hubo un aplauso telemático general por su doble triunfo: en la moción de Vox, y en su «censura» al Gobierno ante la UE, que llevó a Sánchez a rectificar su intento de reforma judicial.
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