Trump y el bitcoin
Los problema que arrastran los criptoactivos desde su nacimiento siguen ahí, independientemente de que tengan el apoyo de Trump o de su porquero
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En uno de esos giros inesperados de la campaña electoral americana, Donald Trump ha prometido convertir Estados Unidos en una «superpotencia bitcoin» y como no podía ser de otra manera lo forofos de los criptoactivos se han puesto muy contentos.
La razón ... detrás de este apoyo no es que el candidato del Partido Demócrata haya entendido las bondades del bitcoin sino que tiene el único objetivo de grajearse el apoyo de parte de la comunidad tecnológica americana, liderados por el inefable Elon Musk, que han entendido el valor de la falta de escrúpulos de Trump.
Sin embargo, los problema que arrastran los criptoactivos desde su nacimiento siguen ahí, independientemente de que tengan el apoyo de Trump o de su porquero. El mayor inconveniente es que somos muchos los que no alcanzamos a entenderlo. Y los que dicen que lo entienden no han sido capaces en todo este tiempo de sacarnos de nuestra ignorancia. Y probablemente sea precisamente todo el tiempo que han aguantado, con fortísimas caídas a las que les han seguido grandísimas recuperaciones, a lo que se aferran sus defensores como la mejor garantía de su continuidad.
Entretanto, los criptoactivos en sus distintos sabores y colores, no han devenido en una reserva de valor, desmontando todas las comparaciones que de forma interesada se hacen con el oro. Nada que cotice con semejante volatilidad puede alcanzar esa categoría. Tampoco en este tiempo se ha convertido en una moneda de uso común. Los que la compran lo hacen exclusivamente con un afán especulativo, salvo quienes lo hacen por oscuros motivos.
El quid de la cuestión parece radicar en la regulación. La falta de regulación es una de las claves del engaño al que se aferran algunos charlatanes. Es lo que les diferencia de otras monedas o medios de pago. Y probablemente el escrutinio del supervisor con el que convivimos el común de los mortales desmontaría la sofisticada pirámide que muchos listos defienden con pasión.
La única razón que soporta los criptoactivos es lo que ha estado detrás de todos estos esquemas piramidales a lo largo de la historia es la avaricia. Se compran pensando en que detrás vendrá un incauto, otro, que estará dispuesto a pagar un precio superior. Algunos de sus principales valedores le han visto las orejas al lobo de la regulación y han entendido las ventajas de la falta de moral de Trump.
Desfachatez sin limites
La desfachatez de Pedro Sánchez es algo que a estas alturas no nos debería sorprender. Sus fintas, cambios de opinión y desplantes han sido tantos a lo largo de estos años que nos deberían haber vacunado. Sin embargo, no ha sido así en mi caso. La rueda de prensa de la semana pasada para repasar los logros de la primera parte del año consiguió dejarme otra vez con la boca abierta. Es un jeta de proporciones bíblicas. En el más difícil todavía llegó a decir que lo importante es dónde estamos y no lo que se ha hecho. Como a nadie se le escapa que en este último año, más allá de los pagos a sus socios, no ha podido sacar adelante ninguna iniciativa digna de mención, se apunta como mérito suyo el buen comportamiento de la economía española. El razonamiento es muy sencillo: como la economía va bien y yo estoy en el poder, la economía va bien porque yo estoy al frente con independencia de que no he podido ni siquiera aprobar los Presupuestos. Un doble mortal con tirabuzón del presidente del Gobierno, otro más.
Ahora, el más difícil todavía de Sánchez da pie a una reflexión. ¿Qué sería de nuestra economía si al frente tuviéramos un gobierno que adoptara medidas sensatas para aprovechar mejor el viento de cola del que indudablemente nos estamos beneficiando y previsiblemente nos seguiremos beneficiando en el próximo futuro? La respuesta es muy sencilla. Una buena política económica en las circunstancias actuales serviría para atajar muchos de los problemas estructurales que la economía española arrastra desde hace años.
La oportunidad que ha perdido el Gobierno presidido por Pedro Sánchez es descomunal. Hay ejemplos en nuestro entorno de países que sí han sabido aprovechar la ola y que en estos años han transformado radicalmente sus economías. No ha sido el caso pero con todo y con esto tiene la desvergüenza de apuntarse el tanto del mejor comportamiento de las variables macro con el argumento de que lo que importa es el resultado, independientemente de que no se haya hecho nada. Entre otras cosas, Pedro Sánchez pasará a la historia como quien lideró al gobierno que en lo económico desaprovechó una oportunidad histórica para atajar muchos de los males endémicos que tenemos más que diagnosticados.
La buena noticia es que el cambio de marea previsiblemente va a continuar una vez que se desmorone Sánchez. Es de esperar que los que lleguen estén a la altura de su responsabilidades.
Miedos a la desaceleración
En los últimos días los miedos a la desaceleración de la economía americana han provocado algo de marejada en los mercados. Algunos datos algo peores de actividad económica fundamentalmente en Estados Unidos, han hecho que cunda la preocupación sobre si el tan cacareado aterrizaje suave de la economía americana es o no posible.
Los tipos de interés de los bonos han caído con fuerza yéndose a los niveles más bajos de los últimos tiempos y en Bolsa se han visto caídas en las acciones más ligadas al crecimiento económico.
En pocos días, el mercado ha pasado de descontar que las bajadas de tipos en Estados Unidos podrían incluso retrasarse hasta el año que viene, a que en septiembre la Reserva Federal podría recortar de golpe medio punto porcentual. Esto es una buena medida de cómo de cortoplacista está el mercado y de la brusquedad con la que pasa de un extremo al otro sin que haya nada concluyente.
Probablemente los miedos de estos últimos días sean un poco exagerados y los miedos sobre un aterrizaje brusco de la economía americana no tengan base. Sin embargo, lo que sí parece es que la economía americana tiene poco margen de mejora mientras que la europea y en concreto algunas economía dentro de Europa lo van a seguir haciendo mejor. Esto es probablemente lo que más cambia la foto en el medio y largo plazo y lo que debería trasladarse al precio de todos los activos.
En cualquier caso, los miedos macro probablemente han sido más una excusa que cualquier otra cosa tras unos meses en los que no habían pasado grandes cosas. Los problemas no son tanto de naturaleza macro como probablemente micro o de valoraciones. En las últimas semanas también hemos asistido a una rotación dentro de la Bolsa y es probable que esta mayor volatilidad la acelere.
No tiene pinta de que los datos de la semana pasada puedan convertirse en la serpiente del verano bursátil. Con independencia de cómo sea la desaceleración de la economía americana y la respuesta por parte de la Fed, el resto de fundamentales siguen estando ahí. Y por primera vez en mucho tiempo el relativo de una parte de Europa frente a Estados Unidos parece evidente. Que no les pierda el ruido.
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