¿Qué pasó con... Pepe Díaz?

¿Por qué nadie se debería perder su libro de Rafa Pascual?

Primero, porque ha sido y es el mejor jugador de la historia del voleibol español y uno de los más grandes y valiosos en los noventa a nivel internacional. Rafa Pascual le dio nombre al voleibol en esa década. Es uno de los grandes. Estuvo hasta los 41 años compitiendo, veinte con la selección española. Fue hijo de la generación de de Barcelona 92, teniendo entonces 18 años y siendo diploma olímpico, vivió los Juegos de Sídney 2000 y estuvo con España en el Campeonato del Mundo del 98. Ese año fue mejor jugador del mundo. Su último triunfo, el antológico de España, fue la medalla de oro del Europeo de 2007.

Tiene números impresionantes.

Un total de 527 internacionalidades absolutas, siendo tras Manel Estiarte el deportista que más veces ha sido internacional. Se retiró con 37 años de la selección. Jugó en España, Francia, Italia, Bulgaria, Japón, Puerto Rico y Grecia, estando en activo hasta 2011. Y ha ganado cinco Copas nacionales: en España, Francia, Bulgaria y dos en Italia.

Como dice, le dio nombre a su deporte igual que otros deportistas españoles a sus disciplinas.

Como Ángel Nieto en las motos, Seve en golf... Él estaba en los 90 en todas las televisiones. En Japón le pagaban por firmar autógrafos. Él era y sigue siendo allí un ídolo. Lo quieren muchísimo. Ésta es una biografía descriptiva, no novelada. Me ha costado tres años y pico en consulados y embajadas. El epílogo, precioso, es de Paquito Hervás.

¿Dónde empezó usted con el voleibol?

En el Colegio San Hermenegildo, de Dos Hermanas. Cuando me casé, en el 72, nos vinimos a Sevilla. Vivo en Sevilla, pero vivo Dos Hermanas. Fui el primer nazareno olímpico, que no el primer deportista, que fue Luis Alberto Marco. Me gusta mi pueblo. Entrenando al Calasancio, en la 72-73 subimos a División de Honor, siendo el primer equipo andaluz en hacerlo. Jugábamos en el Patio de la Virgen, al aire libre, en la Plaza Ponce de León, pero cuando ascendimos nos fuimos a Chapina. En el Patio de la Virgen jugamos una Copa del Generalísimo contra el Real Madrid.

¿Por qué no acaba de cuajar el voleibol en Sevilla capital?

Mi humilde razón es porque no hay entrenadores. Y el voleibol se ha ido a la provincia. Está Magú en Dos Hermanas haciendo una gran labor. Yo también entrené en Dos Hermanas al Alisa. Luego está Fuentes de Andalucía, que ha subido a Primera nacional femenina; el Club Voleibol Utrera, que ha subido a la Superliga 2 masculina; y el Voleibol Mairena, que está en la Superliga 2 femenina.

¿Cómo fue el periodo hasta los Juegos de Barcelona?

Del 81 al 86 fui seleccionador nacional absoluto y del 88 al 92, segundo de Gilberto Herrera. Apareció el ADO y varios equipos tuvimos que concentrarnos de manera permanente. Estuvimos casi cuatro años fuera de casa. España estaba en el puesto 25 en el ranking mundial en el 88. Jamás habíamos jugado contra Cuba, Brasil, Japón... Había que tener experiencia competitiva. Y se consiguió el diploma. Nadie daba por nosotros un duro. El voleibol fue el deporte de la villa olímpica.

Se retira en el 92.

Cuando acabaron los Juegos, al mismo cuerpo técnico nos ofrecieron ir al Campeonato del Mundo del 94, en Grecia, y dije que no, que habían sido cuatro años ya fuera de casa. Había estado entrenando desde el 69, cuando empecé en el Instituto Fernando de Herrera. A partir del 92 me dediqué a ver partidos los fines de semana, a escribir y a ver a mis nietos jugar. Sigo viviendo voleibol.