Todos los rostros (y ángulos) posibles de Franz Kafka
La exposición 'Caleidoscopio Kafka', que puede verse en el Bizkaia Aretoa de Bilbao hasta el 29 de octubre, revisa la figura del escritor a través de la mirada de treinta artistas
Del texto a la imagen: la decisiva influencia de Kafka en lo visual

El 2 de agosto de 1914, Kafka escribió en su diario: «Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar». La anécdota se ha repetido tantas veces que el hombre ha pasado a la historia como un ser ajeno a ... su siglo, a su Historia. «Y sin embargo él intentó alistarse», recuerda Carolina Ontivero, comisaria de la exposición 'Caleidoscopio Kafka', que puede verse en el Bizkaia Aretoa de Bilbao hasta el 29 de octubre, en el marco del Ja! Festival. «Intentó alistarse en parte para escapar de su compromiso matrimonial con Felice Bauer. Pero la guerra le afectó, claro: perdió a varios amigos, como Oscar Pollak, se cancelaron varios proyectos editoriales que tenía… Se repite esa frase porque queda bien, pero no lo refleja. A Kafka se le ha interpretado, sobreinterpretado y malinterpretado», continúa. De hecho, apunta, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en qué color eran sus ojos, si azules, grises u oscuros; en lo que todos coincidían era en su belleza. ¿Y no ocurre lo mismo con su literatura? Más que un escritor, Kafka es un misterio.
Para ahondar su universo, y en él mismo, Ontivero ha reunido la obra de treinta artistas que han abordado su obra desde alguna esquina; de muchos se muestran sus originales (hay ciento treinta). El resultado es un festín literario ilustrado, un repaso por lo conocido y desconocido, de 'La metamorfosis' (ocupa una sala donde reina Robert Crumb y le acompañan otros diecisiete artistas) a 'La colonia penitenciaria', pasando por 'El castillo', 'El proceso' y sus cuentos, de animales o no. Del caleidoscopio se sale antes sonriendo que entendiendo. Hay una viñeta de Nicolas Mahler que dice: «¿Qué tengo yo en común con los judíos? Si apenas tengo nada en común conmigo mismo». Y otra: «¿Sabes qué significa el final de 'La condena'? Se me ocurrió en medio de una eyaculación muy intensa».
Paco Roca recuerda en su espacio que 'La metamorfosis' fue un libro que le impactó desde la primera lectura, allá en la escuela, y que tiempo después devoró toda su obra y la tradujo a imágenes. Por supuesto, está su versión del insecto. Algo similar le ocurrió a Miquel Barceló, que llegó a 'La Transformación' (sic) a los trece años, y que al descubrir lo que había hecho, su madre se echó a llorar. Él define su humor así: «Se tiene por judío, pero no es sino una forma muy antigua de humanismo… Una cósmica desesperanza». Rodrigo Cortés también fue presa de esta obra, a la que dedicó un cortometraje rodado a los diecinueve años, 'Siete escenas en la vida de un insecto', que se expone ahora por primera vez. De Manuel Marsol hay un cuaderno que resume su obsesión por esta historia, y su intento por dibujarla de forma más abstracta, como si el insecto fuera 'It'. Y Tom Gauld se la lleva al 2020: «Al despertar una mañana, Gregorio Samsa se encontró convertido en un insecto gigantesco. Pero, debido al confinamiento, su vida siguió más o menos igual que hasta entonces».



La nómina de artistas de la exposición es imponente: Max, Ana Juan, Fernando Vicente, Luis Scafati, Peter Kuper, Renáta Fučíková, Fernando Falcone, Tavo Montañez, Tom Gauld, Nicolas Mahler, Jaromír 99, Federico Delicado, Antonio Santos, Tomas Hijo, Sara Morante, David de las Heras, Javier Olivares, Manu Quintero… Este último ha optado por ilustrar el 'Informe para una academia', una historia que le permitía explorar las posibilidades expresivas de la tinta, casi como en un laboratorio, y que además retuerce su símbolo más célebre.
«El mono protagonista del 'Informe', cuando es capturado y enjaulado en un barco por los humanos, trata de encontrar una salida –cuenta Quintero–. Es su instinto de bestia libre. Pero en el tiempo en el que está cautivo y en contacto con los marineros, se da cuenta de que la única forma de encontrar esa salida es comportarse como uno más, y pasar a ser uno de ellos. En ese punto reflexiona que la única forma de lograrlo de verdad es despojarse de la libertad que le es inherente simplemente por el hecho de ser una bestia. Es decir, renuncia a la libertad por encontrar una salida». Y luego remata: «Es una transformación, pero en el sentido inverso al de 'La metamorfosis'. Aquí el animal se vuelve humano, 'aprende' a ser humano».
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