Dulce Pontes: «La libertad que me da el público en el escenario es un regalo»
La artista portuguesa, que actuó ayer en La Granja (Segovia), se subirá a otros escenarios españoles a lo largo de este año. Y lo hace de una forma libre, trayendo en cada concierto nuevas experiencias

-¿Qué novedades encontraremos en su espectáculo Puertos de Abrigo?
-Un viaje musical, como en todos mis conciertos, pero con temas que mayoritariamente no son conocidos, algunos que ya he grabado y otros no. Hay originales en portugués y temas en español como flamenco (no puro) hasta folclore argentino.
-¿Hay más fado o más folclore?
-Está equilibrado. Me gusta que las personas recorran en mi viaje musicalidades y atmósferas diferentes que vayan contando una historia. Utilizo instrumentos muy diferentes, como el cavaquinho portugués (pariente de la guitarra y el timple). Es un viaje sonoro de hora y media atravesando una historia musical que aceptan muy bien en las ciudades por las que paso. Y siempre incluyo «Canción del mar» o «Una lágrima».
-¿Cuál es la historia que cuenta?
-Parto de un inicio muy íntimo, al piano, y luego se suman otros instrumentos y en ese camino encontramos momentos de desnudez que puede ser transversal o paralela. Y la poética es lo que une todo ese camino, las sonoridades también. Los puertos de abrigo son músicas que reflejan nuestros estados de ánimo, que pueden ir desde la celebración a la máxima tristeza.
-¿Cuál es el puerto de abrigo de Dulce Pontes?
-Es la música, muchas veces tan solo la melodía. Amalia Rodrigues es, para mí, un puerto de abrigo, como lo es el piano como instrumento.
-¿Los fados incluyen arreglos modernos o encontramos fados ortodoxos?
-«El fado de las horas» es muy puro y está acompañado con cavaquinho. «Mi amor, Aranjuez», de Amalia Rodrigues, con una sonoridad fantástica.
-No es fadista, pero el fado siempre la acompaña.
-Hay quien me dice que por detrás de lo que hago está el fado. Muchas veces las personas creen que soy fadista. Nunca quise quedarme cerrada en ese género y, si lo hubiese hecho, no me habrían aceptado igual mis locuras y experiencias (risas). El uso dramático que se hace del fado no me gusta. Pertenece solo a Amalia, es solo de ella.
-¿Cómo le gusta que la describan musicalmente?
-Dulce Pontes y ya está. Cada concierto que doy es totalmente diferente y las personas lo saben. La libertad que me da el público en el escenario es un enorme regalo.
-¿Qué queda todavía de la Dulce Pontes que ganó el festival de la canción y participó en Eurovisión
-La necesidad absoluta de comunicar. Tímbricamente también mi voz es diferente, ha sido un proceso de aprendizaje al lado de músicos importantes. Ya tengo 45 años, han pasado 25 desde que comencé, pero mantengo dentro de mí las ganas de hacer locuras, de repente ser niño y jugar como ellos.
-¿Se siente con fuerzas para otros 25?
-No tengo ni idea… Yo por ahora tengo salud, y ganas, que es lo fundamental. Pero no sé si estaré otros 25 actuando. No querría llegar a un estado decadente en el escenario.
-Ha cambiado su residencia de Lisboa por Braganza (Tras-os-Montes)...
-No hace falta estar en la capital. La calidad de vida que se tiene en un lugar como Tras-os-Montes compensa todo, incluso las horas de viaje. Conduzco mucho por carreteras españolas porque los aviones los cojo en Madrid. Se gana en salud, calidad del aire, calidad humana de las personas, actividades para los niños. Estoy feliz.
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