El 'Diario de Greg' supera los 300 millones de libros vendidos

Entrar a formar parte del selecto grupo de autores de literatura infantil que encabeza J. K. Rowling con 'Harry Potter' es un buen acicate, y el escritor estadounidense disipa cualquier duda sobre su continuidad. «La verdad es que siento que estoy empezando. Muchas series de cómic duran décadas. Ni siquiera he llegado todavía a los veinte años. Tengo varias películas para Disney+ en camino y algunos libros derivados ('spin-offs') previstos», cuenta a ABC.

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Greg Heffley seguirá protagonizando nuevas historias «mientras pueda mantener un nivel de calidad alto», asegura Kinney, que considera que, en un mundo cambiante, «las viñetas son para los niños una de las pocas cosas fiables». Quizá por eso, a pesar del paso del tiempo, ni Heffley ni sus compañeros han envejecido en estos años. «Lo irónico es que el nuevo libro trata sobre el cumpleaños de Greg... pero él no se hace mayor», bromea su autor acerca del título que hará el número 20 de la saga, que acaba de anunciar en el mercado anglosajón ('Partypooper', aguafiestas en inglés).

La trascendencia del personaje que ideó en 2007 sigue asombrando incluso a su propio creador. Así lo comprobó recientemente en la Universidad de Maryland, donde se inauguró una estatua de Greg y Kinney pudo encontrarse con seguidores que iban desde preadolescentes de 12 años hasta universitarios de más de 20. «Es muy gratificante ver a toda esa variedad de lectores reunidos. Me ayuda a visualizar a las personas a las que ha llegado mi trabajo y me motiva a seguir escribiendo para nuevas generaciones», reconoce.

No resulta extraño. La adolescencia, con sus inseguridades y su constante temor al ridículo, atraviesa todas las páginas de la serie, que se atreve a abordar esa etapa incómoda como si de un monólogo cómico se tratase. «Siempre me ha parecido irónico que Greg esté contando su vida precisamente en el momento más difícil. Lo lógico sería que no dejase constancia de sus pensamientos y acciones más embarazosas, pero ahí es donde está el humor. El lector sabe que Greg crecerá algún día, pero disfruta leyendo sobre su vida en un momento incómodo.», indica Kinney. Y añade: «No creo que Greg aprenda grandes lecciones o salga adelante. La gracia está, precisamente, en verle fracasar... y no aprender nada de ello».

Y eso pasa en todos los rincones del planeta. «Una de las mayores sorpresas de mi vida es que todas las culturas parecen conectar con Greg y su familia de la misma manera. Me gusta pensar que mis libros tocan una fibra sensible, o que he encontrado cosas que son universalmente divertidas para la gente», señala.

'En su salsa'

Tras más de quince años publicando entregas anuales, Kinney sigue viendo a Heffley como una versión amplificada de su yo adolescente, aunque confiesa que cada vez siente más distancia con esa etapa. El autor reconoce que mantener la frescura es un desafío, pero aún le quedan muchos aspectos de la adolescencia y sus aledaños por explorar. En 'En su salsa', el último título publicado en España y su favorito hasta el momento, se inspiró en las clásicas vacaciones familiares abarrotadas, con más gente de la que cabe en una casa y situaciones caóticas que resultan tan universales como hilarantes.

Otra de las grandes claves de su éxito es su formato, a medio camino entre cómic y texto que imita el diario de un estudiante de secundaria, en el que Kinney fue un auténtico pionero: «Creo que los niños necesitan libros intermedios. Les presentamos libros ilustrados exuberantes a una edad temprana, y luego esperamos que salten a libros de capítulos llenos de texto. Los niños necesitan un trampolín, algo que les recuerde que leer es divertido».

Ese compromiso con los pequeños y la lectura le ha llevado a convertirse en una de las voces más críticas contra la creciente ola de censura que afecta a las bibliotecas y colegios de Estados Unidos, donde decenas de títulos han sido vetados. «Me indigna lo que está ocurriendo. Nace de la ignorancia y el miedo. Jamás habría imaginado que algo así pudiera pasar en mi país», afirma. «Los niños, sean como sean, merecen verse reflejados en los libros».