Donde habita el olvido / Centralia
El infierno bajo los pies
La población fue abandonada hace 30 años por un incendio de las minas de carbón en el subsuelo
La ciudad muerta
En la ciudad del dólar

Centralia es un pueblo de Pensilvania deshabitado desde hace tres décadas. Enormes grietas jalonan sus calles, la tierra se ha tragado algunas de sus casas, el humo que surge de las profundidades parece indicar la proximidad del infierno. Nadie puede vivir en esta ... localidad que tenía mil habitantes en 1980, desalojada por un decreto del gobierno, que expropió las propiedades.
Todo empezó en 1962 cuando John F. Kennedy ocupaba el Despacho Oval y Estados Unidos iniciaba la carrera espacial. Un vertedero de basuras en una mina de carbón abandonada desencadenó la catástrofe. Alguien tuvo la idea de quemar los residuos almacenados en las galerías subterráneas, lo que provocó un incendio que se fue extendiendo por el subsuelo de Centralia. El siniestro produjo emanaciones de monóxido de carbono que dañaron la salud de sus habitantes. El ayuntamiento contrató a empresas especializadas para apagar la combustión, pero todo fue en vano.
En 1979, el dueño de una gasolinera colocó una varilla en el depósito para medir el nivel y se dio cuenta de que el metal estaba muy caliente. Al introducir un termómetro con una cuerda, se quedó consternado al verificar que la temperatura alcanzaba los 78 grados centígrados. Las autoridades tomaron conciencia de la magnitud del problema.
En 1981, un niño de 12 años, llamado Todd Domboski, cayó en un socavón de más de 10 metros de profundidad que se había abierto de forma repentina. Fue rescatado sin daños graves, pero el incidente propició el interés de la prensa y la atención del gobierno, que llegó a la conclusión de que el lugar era inhabitable. El Congreso aprobó en 1984 una inversión de 40 millones de dólares para evacuar a la población. La mayoría de los vecinos aceptaron trasladarse a dos localidades cercanas, pero varios cientos se negaron a abandonar sus hogares.
Las tres primeras décadas del siglo XX fueron la época de mayor esplendor de Centralia, a la que llegó el ferrocarril
Los técnicos calcularon que el incendio no se extinguiría hasta más de 200 años y el Gobierno advirtió del riesgo de quedarse. Una decena de familias ignoró la amenaza, por lo que el estado de Pensilvania expropió todas las propiedades en 1992. Poco después, el servicio de correos eliminó el código postal de Centralia.
Hoy cualquier visitante puede comprobar los daños que han devastado la población, invadida por la maleza y con grietas en los muros de las casas que quedan en pie. La única actividad son los oficios religiosos del sábado, que se siguen celebrando en una iglesia que permanece intacta.
Nadie ha nacido en Centralia desde hace cuatro décadas, pero algunos de sus antiguos habitantes han sido enterrados en los cementerios de la población, fundada en 1841. A finales de los años treinta, llegó a tener 3.000 vecinos gracias a las minas de carbón. Pero ya en la década de los cincuenta empezaron a cerrar las explotaciones y comenzó el éxodo.
Centralia, originariamente bautizada como Centreville, era una aldea de varias casas hasta 1854, cuando un ingeniero llamado Alexander Rea creó la compañía Locust Mountain Coal para extraer carbón. En las décadas siguientes, cientos de familias se instalaron en el pueblo. Rea fue asesinado en 1868 por un sindicato de mineros que denunciaba las condiciones inhumanas de trabajo. Tres individuos fueron condenados y ahorcados por el crimen.
Las tres primeras décadas del siglo XX fueron la época de mayor esplendor de Centralia, a la que llegó el ferrocarril. Se construyeron hoteles, bancos, salones de recreo, siete iglesias, dos teatros y dos escuelas católicas. En 1920, la población tenía una de las mayores rentas per cápita de Estados Unidos. Pero todo se fue a pique en los años 60 cuando el declive del carbón y el fuego convirtieron el enclave en un espectro.
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