ENTREVISTA
Mark Cousins: «El cine está en su infancia, solo tiene 130 años»
El crítico irlandés acaba de presentar en el Festival de Sevilla ‘The Story of Film: A New Generation’, recorrido audiovisual por lo más innovador del cine en la última década, pandemia inclusive

De Louis Le Prince , probablemente la primera persona en grabar una secuencia de imágenes en movimiento con una cámara, pasando por los obreros del s.XIX marchándose de la fábrica de los Hermanos Lumière , hasta la misándrica y letal alienígena interpretada ... por Scarlett Johansson en ‘ Under the Skin ’, los trances oníricos de Apichatpong Weerasethakul o las animaciones de Pixar , la historia del séptimo arte ha sido un prodigio basado en la «pasión e innovación», y no en el negocio, según sostiene Mark Cousins , ensayista audiovisual cuyo ‘ The Story of Film: Una Odisea ’ fue definido por ‘The New York Times’ como «un semestre entero de escuela de cine condensado en 15 horas». Ahora este irlandés acaba de presentar en el Festival de Cine de Sevilla su último capítulo, correspondiente a la década 2010-2021, pandemia inclusive, en donde vuelve a hacer un despliegue de erudición pero, sobre todo, de poesía, desprejuicio y entusiasmo por su hipnótico objeto de amor.
— En el confinamiento, vimos muchas películas en casa. Y cuando la vida regresó a las calles, volvimos a los cines. A la gran pantalla. ¿Por qué?
—Esta es una pregunta importante. Durante el Covid, estuvimos sentados en casa, comiendo pizza, bebiendo cerveza y viendo películas en nuestra pantalla de televisión. Películas clásicas, etc. Pero la razón por la que vamos al cine no tiene nada que ver con la comodidad o la vida doméstica. Cuando vamos no tenemos el control. No tenemos botón de pausa. Tenemos que darle dos horas de nuestro tiempo a un cineasta y pedirle que nos suscite algo. Ya sabes, la pantalla del cine es más grande que la vida. Es sublime. Es luz. Es épica. Queremos la intimidad, lo doméstico, nuestra pizza y cerveza en casa. Pero también queremos salirnos de nosotros mismos. El gran pensador estadounidense Joseph Campbell tenía una expresión: «El éxtasis de la pérdida de uno mismo». Se refería al deleite de salir de ti mismo y de tu vida. Y eso es lo que el cine ofrece.
— Una especie de hipnosis.
—Sí. Como un estado de sueño, nuestro cerebro pensante ha dejado de funcionar y las películas apelan a un aspecto un poco más onírico de nuestra personalidad. Por eso queremos entrar en trance y ser hipnotizados por una película. Lo ves si te fijas en los niños cuando van al cine, puedes ver cuán abiertos están sus ojos.
— El principal motor del cine ha sido la pasión y la innovación. ¿Le preocupa la influencia de la rentabilidad en su evolución como arte?
—Sí, un poco. Películas como James Bond o Marvel , digamos, sostienen la carpa, crean el espacio para que el cine funcione. De alguna manera, el dinero ayuda y los Oscar crean ese ‘glamour’ y fascinación. Pero el dinero no debe controlar la narración o la forma de arte del cine. En mi trabajo, me enfoco en la innovación y trato de ignorar el negocio y el ‘marketing’ o las relaciones públicas, porque son aspectos secundarios. El principal deleite del cine, creo, es su innovación, el hecho de que pueda idear nuevas formas de mostrar el mundo en nuestras vidas. Así que el negocio lo ignoro un poco cuando hablo de la grandeza del cine.

— ¿Es una buena época para hacer cine?
—Sí. Ahora hay más tipos de seres humanos que nunca que hacen películas. Eso se debe en parte a la tecnología, obviamente, ahora podemos hacer una película en nuestro teléfono. Pero también se trata de cambio social, hay más mujeres o gente de color haciendo películas que nunca también. Todo esto está bien. Pero no todo es optimismo. Hay muchos países que no apoyan el cine en absoluto. Por ejemplo, Estados Unidos, en donde se deja puramente al mercado y el negocio. En España hay dinero para apoyar el cine. Las cosas peligran siempre, pero es importante dar financiación porque será nuestro patrimonio, nuestro legado.
— ¿Las películas que selecciona como clave de cada década le gustan todas o entran por su componente innovador?
—En el último episodio, la primera película que sale es ‘ Joker ’ y tampoco me encantó, pero la encontré fascinante. Me asustó mucho, sentí que el Joker me tocaba casi como un violín. Así que no todas las películas me maravillan, pero sí la mayoría. Por otro lado, por ejemplo, ‘ El apartamento ’, de Billy Wilder , es la película que más veces he visto en mi vida. Ya sabes, con Jack Lemmon y Shirley MacLaine . Y no está en ‘The Story of Film’. Es maravillosa: la naturaleza agridulce del amor, la soledad… Pero no es particularmente innovadora. Hay muchos tipos de cine, que son muy buenos, pero no innovan. Y yo elegí mirar la innovación.
— ¿Por qué este último capítulo (2010-2021) es más largo?
—Porque vivimos en una época dorada del cine. Mucha gente piensa que el cine no es tan bueno hoy como lo fue en los años 60 o 90. Pero si miras alrededor del mundo, si miras a Tailandia, Filipinas, Rumanía, Rusia, México, en Europa... hay tantas cosas sucediendo. Por eso es más largo. También hay una ruptura por una nueva generación que tiene una manera de sentir diferente. Y, luego, hay un poso melancólico porque lo hice durante el confinamiento. Mi idea fue darle movimiento y una sensación poética, y no tanto una historia cronológica de estos diez años.
— ¿El nuevo cine innovador está centrado en distorsionar el sentido de la realidad?
—A veces el cine es mejor cuando es sencillo. Pero la vida cotidiana cada vez es menos binaria, la sociedad está cambiando y hay menos estereotipos sobre la masculinidad y la feminidad, las categorías se están desdibujando. Y eso es bueno. Y el cine lo está reflejando. Y estamos viendo cada vez más películas que son combinaciones híbridas de documental y drama, habitan esas zonas grises como ‘ Under The Skin ’, de Jonathan Glazer .
— En un mundo apresurado, ¿teme que se arrincone el cine más reposado y lento?
—El cine lento no es para todo el mundo, a algunas personas les aburre. Personalmente, para alguien como yo cuya vida es muy rápida, hablo rápido, camino rápido, como rápido… necesito un cine que suspenda el tiempo para aumentar los latidos de mi corazón, que pueda calmarme y hacerme contemplar y sentir más el tiempo. Por eso me gustan las películas lentas. Pero, ciertamente, no son para todos. Es algo político. Creo que el capitalismo del siglo XXI nos quiere consumiendo cosas y comprando en Amazon todo el tiempo. Y el ‘slow cinema’ es radical, va en contra de eso y dice: «Deja de comprar, deja de viajar, quédate quieto». Hay algo muy agradable y valioso ahí.
— ¿Por qué no incorpora el ‘boom’ de las series vivido en los ultimos años?
—Es televisión, es diferente. Se consume de otra manera y tiene otra estética. Vi algunas series, las disfruté, pero mi atención está en la experiencia cinematográfica. No soy un esnob, me encantan las películas y la tele popular. Creo que la televisión está bien. Es su propio medio. Va sobre ‘ritmo’. No he visto suficientes series que sean cinematográficas tampoco. No tengo una opinión fuerte, en verdad. Lo siento.
— ¿Desaparecerán pronto las salas de cine?
—No lo creo. Donde vivo en el Reino Unido, por ejemplo, hay 2.700 cines comunitarios gestionados por vecinos, a menudo de forma voluntaria. Esto muestra que, a nivel de base, la gente quiere salir a ver una película en su barrio, en gran pantalla. Y no me preocupa porque no es muy caro poner un cine. Los proyectores no son caros. En los últimos 30 años, ninguna comunidad podía permitirse el lujo de hacer su propio buen cine y ahora sí. Hay muchas evidencias de que la gente ama el cine y aún quiere cine.
— ¿Qué consejo daría a un crítico joven?
—Ver mucho. Si vas a un festival de cine, ve las películas de las que no has oído hablar... En mi brazo tengo un tatuaje de Marie Curie . Fue una gran científica y descubrió el radio. Siempre estuvo interesada en lo que no sabía. Para mí es lo mismo. Lo que no sé, me mantiene vivo y emocionado. Y con energía. Todo el cine que tengo que descubrir... Diría que mi ignorancia es mi mejor amiga.
— ¿Qué críticos lee?
—Cuando era joven, leía a estadounidenses y británicos. Pero ahora trato de leer críticas de India, Japón, África, aprendo de esas personas porque ven películas que yo no veo. Me interesan, sobre todo, los críticos indios. Como apunte general, los críticos no son gente que escribe sobre arte: escriben de manera creativa. Su trabajo es ser creativo, no solo reseñar.
— ¿Cómo será el cine de la nueva década?
—Soy optimista. El cine solía ser un río con, quizás, una o dos corrientes. Pero ahora se ha convertido en un delta, como el Delta del Nilo, donde hay muchos arroyos diferentes. Es decir, hay muchísimos tipos diferentes de personas que hacen películas. ¿Has visto ‘ Atlantique ’, de Mati Diop ? Es la historia de una joven senegalesa que cuenta la historia de la migración africana desde su perspectiva. Y es una de las mejores películas sobre la migración en África. Cuantas más voces, mejor. Por eso creo que el futuro del cine está a salvo. La gente siempre querrá esta experiencia sublime, más grande que la vida. El cine es, realmente, joven. Solo tiene 130 años. Está en su infancia.
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