Los mutantes de coronavirus de la segunda ola, bajo vigilancia
Se han detectado varios nuevos linajes del virus pero no hay evidencias de que estos cambios hayan tenido un gran impacto o de que afectarán a las vacunas
Así evolucionan las 6 variantes activas conocidas: Alfa, Beta, Gamma, Delta, Lambda e Iota

El coronavirus causante de la Covid-19, el SARS-CoV-2, está cambiando constantemente. De hecho, cada vez que infecta a una nueva persona, experimenta cientos de mutaciones que modifican las letras con las que está escrita su información genética. Aunque normalmente estas mutaciones no ... producen cambios importantes, los investigadores vigilan si alguna modificación podría hacer al virus más virulento , contagioso o resistente frente a futuras vacunas y tratamientos.
Lo cierto es que, tras haber contagiado a millones y millones de personas, el coronavirus de hoy no es igual al que circulaba en primavera. De hecho, se ha descubierto, entre otras, una variante que parece ser más contagiosa, otra cuyo rastro lleva hasta dos brotes entre temporeros en Huesca y Lérida y una tercera que se transmite entre visones en granjas de Dinamarca . Sin embargo, esto no es motivo de alarma, según los expertos consultados.
«La aparición de variantes —también cambios o mutaciones— es algo normal, ya que la mutación es intrínseca al proceso de replicación del virus», ha explicado a ABC Iñaki Comas , científico titular del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC) y uno de los impulsores del consorcio «SeqCOVID-SPAIN», que analiza la variabilidad genética del virus en España.
La vigilancia de los cambios genéticos
«La gran mayoría de las mutaciones no tienen un impacto y no deben preocuparnos, y que ahora se informe de variantes asociadas a diferentes brotes o fenónenos epidemiológicos no significan que sean debidos a ellas. Sin embargo, la vigilancia es fundamental junto con el estudio experimental de su posible efecto».
«La gran mayoría de las mutaciones no tienen un impacto y no deben preocuparnos»
La vigilancia comenzó durante los orígenes de la pandemia, porque los científicos de todo el mundo se volcaron en secuenciar —leer, anotar y comparar— las instrucciones genéticas de los virus hallados en miles de enfermos. Combinando esta información genética y la epidemiológica, que incluye datos sobre contagios, enfermos o el virus, ahora se ha podido elaborar un gran árbol genealógico que permite reconstruir una parte de la historia del SARS-CoV-2 y de todos sus mutantes conocidos.
«En términos de epidemiología molecular, el SARS-CoV-2 es el virus que más intensamente se ha seguido», ha explicado Fernando González , catedrático de Genética de la Universidad de Valencia que también tiene un papel central en «SeqCOVID-SPAIN. «Casi la totalidad de los laboratorios con capacidad y conocimientos para hacerlo, se enfrentan a esta tarea».
¿Para qué? «El primer objetivo es conocer el origen, las vías por donde se ha transmitido e incluso analizar brotes», ha proseguido el catedrático. «Esto ayuda a ponerle remedio y a controlar la expansión del virus en una nueva ocasión». Además de eso, la vigilancia genética permite detectar eventos de supercontagio con un papel importante en la dispersión del virus o identificar mutaciones que podrían cambiar el comportamiento del virus.
Hasta el momento, se han descrito más de 20.000 mutaciones , muchas de las que ya han desaparecido, pero se desconoce casi todo sobre sus efectos sobre el comportamiento del virus. Un informe publicado a mediados de octubre y elaborado por el Grupo de Asesores Científicos para Emergencias del gobierno de Gran Bretaña (SAGE) alertaba de que existe «un importante hueco en nuestro conocimiento» sobre si estas mutaciones «importan», a la hora de hablar del comportamiento del virus.
Un informe (...) alertaba de que existe «un importante hueco en nuestro conocimiento» sobre si estas mutaciones «importan»
Este desconocimiento ocurre porque es difícil y laborioso averiguar si unos determinados cambios genéticos en el SARS-CoV-2 conllevan que el patógeno sea más contagioso o virulento: « La única manera de saberlo es producir dos virus idénticos salvo por la mutación que se quiere estudiar, a través de ingeniería genética», ha explicado Sonia Zúñiga , viróloga e investigadora del laboratorio de coronavirus del CNB-CSIC. «Después hay que hacer experimentos en cultivos celulares y modelos animales». Además, este trabajo requiere hacer pruebas con muchas variantes.
Por eso, de momento solo hay acuerdo en que no hay pruebas de que ninguno de los cambios genéticos o variantes aumente o disminuya la severidad de la enfermedad, aunque se sospecha de que sí pueden afectar a la capacidad de transmisión del SARS-CoV-2.
Además, en general, se entiende que es más difícil que aparezca una variante que haga al virus más letal: «Hay que recordar que lo que hace que un virus se seleccione más en la población es que se transmita mejor», ha explicado Margarita del Val , viróloga e inmunóloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC), en Madrid. «Para el virus no es una propiedad favorable causar más o menos enfermedad, o más o menos mortalidad: lo favorable para él se pueda transmitir a más gente».
Un virus más contagioso
En todo caso: «Puede ocurrir que haya variantes más contagiosas o virulentas, pero demostrarlo es complicado, y llegar a un consenso científico más todavía», ha afirmado Antonio Salas , investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Salud de la Universidad de Santiago de Compostela, cuyo grupo publicó en septiembre un estudio sobre el papel central de las personas que actúan como supercontagiadores en la dispersión de la epidemia.
«Por ejemplo, se ha escrito mucho sobre D614G —la variante del coronavirus que se ha hecho más frecuente en todo el mundo después de la primera ola— y la posibilidad de que esta mutación facilite la dispersión del virus ; en nuestro grupo de investigación, sin embargo, tenemos motivos para pensar que esto no es así y que el éxito de la D614G vino mediado por una cuestión de azar». Es decir, quizás este virus estaba en el lugar y en el momento adecuados para expandirse.
Sin embargo, otros expertos consultados por este periódico sí que consideran que es probable que esta mutación aumente la capacidad de transmisión del virus. Lo que se sabe, por ahora, es que D614G tiene mayor capacidad para infectar a hámsteres y a células en cultivos de laboratorio . También está asociada a una mayor carga viral en vías respiratorias superiores , lo que podría facilitar la transmisión de la Covid-19. Sin embargo, no tiene mayor facilidad para infectar los pulmones y no causa una enfermedad más severa.
No obstante, en opinión de Del Val, «el hecho de que la variante D614G se multiplique en animales y células no predice lo que puede ocurrir en las personas », lo que encaja con que «no tenga particularmente una ventaja» a la hora de transmitirse más que otras variantes. Sencillamente, podría ser la más frecuente en la población por el «efecto fundador», por el cual una variante que se multiplica mucho en un momento determinado, mientras otras no lo hacen, se acaba imponiendo.

La causa de la segunda ola
De hecho, estos indicios de mayor transmisibilidad tampoco serían suficientes para vincular la variante D614G con una segunda ola pandémica más intensa o rápida: «Los factores no relacionados con el virus, como la movilidad, reuniones grandes, falta de uso de mascarilla o distancia social, son los que mayor efecto están teniendo más allá de que una cepa se transmita más o menos», ha asegurado Iñaki Comas.
En este sentido ha coincidido Fernando González: « No hay evidencias de que ninguna de las variantes detectadas estén relacionadas con un aumento de la incidencia del virus en la segunda ola: se vigila que esto suceda, pero no se ha observado». Antonio Salas es de la misma opinión: «No hay ninguna evidencia al respecto. Yo no me atrevería a especular sobre este aspecto».
La variante rastreada hasta España
Otra de las variantes cuyos efectos se estudian y se desconocen es 20A.EU1. Ésta incluye los cambios de D614G y su rastro se origina en dos brotes entre temporeros ocurridos en junio en Huesca y Lérida . Dicha variante se extendió después por Europa, cuando la desescalada y la apertura de las fronteras activaron el trasiego de turistas y viajeros desde España. Cuando ya estaban en otros países, siguieron contagiando a otras personas.
De esa forma, hoy 20A.EU1 es la variante de mayor prevalencia —frecuencia en la población— en España y Reino Unido. Pero eso no quiere decir que sea la causa de la segunda ola: «Sencillamente esta variante es un cambio que nos es fácil identificar y que podemos asociar a la segunda ola pandémica», ha comentado Fernando González. De hecho, según ha continuado, « en otros países, esta variante no está o no es tan prevalente y también tienen una segunda ola ».
En este sentido, Antonio Salas ha alertado frente a la inmediatez de las redes sociales y la búsqueda de responsables: «España es tan responsable en este sentido como cualquier otro país donde la pandemia se descontrola. Apuntar el dedo a un país o personas concretas es peligroso. Creo que estamos en un mundo convulso, de inmediatez y de redes sociales, donde se buscan culpables sobre los que descargar responsabilidades ».
«España es tan responsable en este sentido como cualquier otro país donde la pandemia se descontrola. Poner el dedo sobre un país o sobre personas concretas es peligroso»
Alarma en las granjas de visones
Otra variante del SARS-CoV-2 generó este jueves una considerable alarma, cuando las autoridades de Dinamarca informaron de la detección de casi 400 contagios en humanos vinculados a visones de granjas peleteras y anunciaron que sacrificarán a 15 millones de estos animales , para evitar que las futuras vacunas no funcionen.
En opinión de Sonia Zúñiga, «tiene sentido eliminar a esa poblacion, porque, cuando se producen saltos del virus entre especies, puede sufrir cambios que lo modifiquen de manera que no sepamos cómo va a afectar al humano».

Por tanto, se opta por acabar con el hospedador intermedio que genera el riesgo. Además, Zúñiga ha destacado la importancia de que haya contagios entre visones y de visones a humanos. Hasta ahora, solo se había detectado contagio de personas a gatos, pero no entre gatos. Por el momento, sin embargo, no hay más datos sobre la variante que infecta a los visones, pero este acontecimiento vuelve a resaltar la importancia de vigilar la variabilidad genética del coronavirus incluso entre los animales que rodean a las personas.
Según Nacho de Blas , epidemiólogo veterinario de la Universidad de Zaragoza, la decisión de eliminar a la población de visones de granjas peleteras en Dinamarca se produce en un contexto de muchas presiones por poner fin a esas explotaciones: «Tarde o temprano iban a tener que cerrar. Había una presión muy importante, por parte de defensores del bienestar animal, para cerrar las granjas en 2024».
Amenazas para la futura vacuna
Quizás las consecuencias más importantes de que aparezcan variantes están relacionadas con su efecto sobre las vacunas. A fin de cuentas, la eficacia de estos fármacos, que todavía se están desarrollando, depende de que el sistema inmunitario pueda reconocer al coronavirus . Pero si el patógeno cambia muy rápido, gracias a las mutaciones, existe el riesgo de que éstas no funcionen o de que haya que desarrollar una nueva cada cierto tiempo, como ocurre con la gripe.
En este sentido, el virólogo de la Universidad de Sidney, Edward C. Holmes, comentó anteriormente que, «a largo plazo, es probable que la presión lleve al virus a escapar de la inmunidad de la vacuna, especialmente si ésta no confiere protección completa —es decir, que solo ataque a una diana del virus—». Por eso, consideró «que no es realista pensar que una única dosis de vacuna nos protegerá para siempre y de forma idónea».

En opinión de Sonia Zúñiga, que trabaja en una vacuna frente al SARS-CoV-2, «las nuevas variantes pueden suponer un problema para la vacuna si afectan a su capacidad de neutralizar al coronavirus —es decir, de impedir la entrada de patógeno en las células humanas—». Por ahora, sin embargo, los análisis muestran que los anticuerpos siguen neutralizando eficazmente a las variantes conocidas, y que se seguirá así durante unos años, dado que el coronavirus no cambia tan rápidamente como otros virus.
Por ahora, sin embargo, los análisis muestran que los anticuerpos siguen neutralizando eficazmente a las variantes conocidas
« Nuestra primera preocupación debe ser obtener una vacuna . De momento, solo hay candidatas», ha recordado Iñaki Comas. También ha comentado que difícilmente una sola mutación puede permitirle a un virus esquivar a una vacuna, y que, en todo caso, «ya tenemos una amplia experiencia lidiando con la diversidad de los virus; la vacuna de la gripe se cambia cada año y no ocurre nada».
La clave, la proteína S
De aparecer una variante importante para la vacuna, «probablemente sería una que afectaría a la proteína S del coronavirus, que es una diana que incorporan todas las vacunas del mundo —porque la proteína S es la herramienta que el virus emplea para penetra en las células que va a infectar—», según Sonia Zúñiga.
Este tipo de cambios afectaría también a la vacuna de virus atenuado que desarrollan en su laboratorio , pero menos que a otras, porque ésta puede activar una respuesta más completa del sistema inmunitario frente a varios mutantes.
En todo caso, como hay decenas de vacunas en desarrollo, los expertos dudan de que sea probable que una variante pueda afectar a la efectividad de todas ellas. «Dado que la capacidad de variación del coronavirus en sus zonas neutralizables por anticuerpos parece ser lo suficientemente limitada —ha explicado Margarita del Val— l as variantes probablemente no afectarán a la inmunidad natural y probablemente tampoco a las vacunas, en el sentido de que haya que cambiarlas. Si son buenas, se mantendrán buenas; si son regulares, se mantendrán regulares».
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