España estará en octavos de final tras vencer con mucho sufrimiento a Alemania en el último partido de la fase de grupos. Lo hará como segunda y se medirá el sábado a Polonia (si Turquía gana a Islandia) por un puesto en cuartos de final. Un premio al esfuerzo mostrado ante los germanos, en un duelo que se decidió en el último suspiro, con un tiro libre fallado por Schroder.
[Así hemos contado el partido]
Al final, todo se redujo a un último lanzamiento. Sin oposición. El tiro, que muchos dicen, es el más fácil del baloncesto. Un movimiento mecánico que Schroder tiene asimilado, como refleja su porcentaje de acierto superior al 80 por ciento desde la línea de tiros libres. España ganaba por tres puntos (74-77) y no quedaba apenas tiempo. El base de los Hawks, el mejor de su equipo de largo, tenía la opción de empatar el choque y llevarlo a la prórroga, pero falló el lanzamiento decisivo. El que separa a los buenos de los mejores. El que llevó a España a octavos de final.
Hacía tiempo que la selección no se enfrentaba tan pronto a una final. Un cara o cruz anticipado que ante Islandia tuvo ya su primera ración de dramatismo, pero que contra Alemania elevaba su dificultad. En otras circunstancias, este conjunto germano hubiera sido pan comido para la selección. Un equipo en el que solo Schroder y Nowitzki están por encima de lo común hubiera parecido poco en el pasado, pero este año es diferente. Porque esta selección española es humana, lejos de aquel equipo que maravilló en Lituania 2011 o en los Juegos Olímpicos de Londres. Piezas gastadas de un equipo campeón que dan sus últimos coletazos, orgullosas, a la espera de que el relevo por fin dé un paso adelante.
Con ese panorama, España sabía que tocaba remangarse y agachar el trasero. Empezar a ganar desde la defensa, el debe principal del equipo durante todo el campeonato. Mejorar en esa faceta es un mantra repetido cada día desde el vestuario de la selección, pero había sido imposible de hacer realidad hasta la fecha. Contra Alemania, en medio de una atmósfera hostil, España sacó a relucir su garra, encarnada en un Pau Gasol desatado. La lentitud de Tibor Pleiss, su par en la pintura, allanó el camino para el catalán, que sumaba con facilidad y creaba espacios para sus compañeros. Las canastas de Pau no eran suficiente ante la velocidad de Schroder. El jugador de los Hawks mantenía a Alemania en el partido ante la impotencia de Llull. Al madridista le tocó la peor labor del día y, aunque lo hizo bien por momentos, la misión de frenar al base alemán le fue grande (20-18, min. 10).
La entrada de Sergio Rodríguez cambió la cara a España. El canario, apagado hasta la fecha, soltó sus primeros chispazos del campeonato. Sus once puntos en el segundo cuarto abrieron las primeras diferencias a favor de la selección, que empezó a jugar con más tranquilidad tras un parcial de 10-2 liderado por el madridista y secundado por Ribas (24-28). El catalán volvió a ser una de las notas positivas desde el perímetro cuando Alemania se puso en zona. Vistos los problemas de España para anotar desde lejos, podía ser una buena idea de Flemming, pero ayer no era un día más y hasta eso funcionó. La ventaja española fue creciendo hasta darle cierta tranquilidad (48-60, min. 30). Al «Chacho» se unieron Mirotic y Llull, desaparecidos en el torneo hasta ayer. El balear es de esos jugadores que está o no está. No tiene término medio. Emergió en el último cuarto de entre la nada para dirigir a España hasta octavos de final. Once puntos en los diez minutos finales, a los que la selección llegó con Pau Gasol seco. Sin gasolina. Fue entonces cuando el madridista tomó las riendas para ganar el partido, anotando canastas para hacer más difícil la remontada local. En cada triple alemán (hasta cuatro casi consecutivos anotaron) había una respuesta de Llull, obligado a anotar desde la línea de tiros libres en el intercambio del último minuto. Su acierto y el fallo de Schroder condena a Alemania y da alas a la selección.