Por primera vez, el trofeo de campeón bajó del cielo. Lo hizo amarrado a un globo y de ahí lo recogió Felipe Reyes, el capitán en ausencia de Navarro, que miraba orgulloso desde la grada lo que acababan de conseguir sus compañeros. Aunque no estaba en la pista, su corazón ha empujado como el que más para levantar ese trofeo que la selección llevará hoy hasta España. El trofeo que confirma su dominio en el baloncesto europeo y que empuja a la canasta nacional a seguir trabajando en la misma senda.
La celebración en la pista estuvo a la altura de la gesta. En un torneo tan complicado como este, algunos en la grada tenían aún lugar para el rencor, como quedó reflejado en los abucheos que recibió Pau Gasol al recoger su trofeo como mejor jugador del torneo. Pitos que dejan en mal lugar a una afición, la francesa, que vive a la sombra del éxito español hace tiempo y que no supo aprovechar la ocasión para rendir tributo a uno de los jugadores más grandes de los últimos tiempos. Es probable que, con el paso del tiempo, pueda cicatrizar esa herida. Igual que ocurría con Rafa Nadal en Roland Garros. Villano al principio. Héroe al convertirse en leyenda. Para contrarrestar los abucheos, los jugadores formaron un corro alrededor de su líder. «¡MVP, MVP!». El grito de guerra para elevar a Gasol. Para confirmar su importancia dentro del grupo.
El catalán apareció tarde en la rueda de prensa, donde ya estaba Felipe Reyes. El madridista, eufórico, entró en la sala esperando unos aplausos que no aparecieron y retó entonces a la prensa: «¿Qué pasa, que sois franceses?». Crecido y con el oro colgado del cuello, el capitán cortó a la intérprete y se lanzó a hablar en inglés: «Voy a echarle huevos...».
Un recuerdo para siempre
El pívot aprovechó entonces para expresar su satisfacción por haber formado parte de este equipo. «Estoy muy orgulloso de mis compañeros y de Pau Gasol. De todos. De los veteranos y de los más jóvenes. Y también de nuestros seguidores en España. Todos vuestros mensajes nos han ayudado en este Eurobasket tan complicado, que nos ha costado sudor y mucho esfuerzo». Los aplausos, tras su discurso en lengua extranjera, llegaban por parte de Pau, socarrón al otro lado de la mesa. Él lo ha inundado todo con su presencia y ayer dejaba claro lo especial de la experiencia vivida en este torneo. «Esto es algo que voy a recordar el resto de mi vida», resumía el catalán. «Siento plenitud, felicidad y orgullo», añadía.
Primer oro de Mirotic
Mientras, en el vestuario sonaba la música. Rudy, el habitual «DJ» de la selección y del Real Madrid, era el encargado. Aún renqueante por su lesión en la espalda, magullado tras el partido, el balear saboreaba el éxito. «Este país y este equipo se merecen todo lo que he sufrido», afirmaba emocionado, con la red de la canasta enredada en el cuello. «Este oro es especial, porque nadie esperaba que lo fuéramos a ganar», afirmaba.
Mientras Mirotic le arrebataba de los micrófonos para devolverle a la fiesta. El montenegrino era uno de los más felices, «contento por esta medalla y orgulloso de Pau Gasol. Una leyenda viva, cuyo compromiso con España es enorme». Unas palabras con las que coincidía Llull, que ha tenido más peso que nunca en el triunfo. «Es un orgullo haber coincidido con Pau todos estos años de juego», afirmó.