A muchos kilómetros de Berlín, en un despacho de Minnesota, Flip Saunders se frota las manos. El técnico de Ricky Rubio en los Timberwolves está asistiendo a la exhibición de su nuevo chico en el Eurobasket. Un semidesconocido para la NBA, que el domingo fulminó a Alemania con una canasta postrera con la que silenció al Mercedes-Benz Arena. Un relámpago casi sobre la bocina, con dos defensores intentando evitar la genialidad del pívot serbio. Imposible. Nemanja Bjelica está en uno de esos momentos de confianza en los que resulta casi imparable para cualquier rival. Le ocurrió a Felipe Reyes en el encuentro del estreno y le ocurrió también al mismísimo Nowitzki.
La confianza del nuevo compañero de Ricky es brutal y ante Alemania volvió a demostrarlo. Quedaban apenas cinco segundos para el final del partido y el marcador registraba un empate que parecía llevar todo a la prórroga. Bullía la grada, atónita por la hazaña que estaba protagonizando su equipo, felices por alargar cinco minutos más su sueño. Ilusionados por dejar casi sentenciado su parse a octavos. Una ilusión fugaz que Bjelica cortó de manera radical. Un bote, dos botes y un giro increíble de muñeca. Movimiento vertiginoso que provocó el silencio de la grada. 13.000 aficionados pendientes de un balón. De una canasta. Un lanzamiento que solo celebraron un puñado de serbios presentes en las primeras filas y el banquillo de Djordjevic, que soltó toda la tensión acumulada. El intento final de Schaffartzik, no encontró la gloria.
Bjelica es ese tipo de jugador de explosión tardía. Su irrupción en el Estrella Roja con apenas 20 años llamó la atención del Caja Laboral, donde los métodos de Dusko Ivanovic no ayudaron al desarrollo del talento del ala pívot. Después de tres años grises en Vitoria, emigró a Turquía, donde se puso en manos del maestro Obradovic. Su cambio, radical, se ha traducido en un fichaje por los Timberwolves que ilusiona tanto en la ciudad de los lagos como al propio jugador. Un diamante que aún está por pulir, pero que está sacando a relucir su mejor baloncesto para llevar a Serbia de nuevo a lo más alto.