La ira de los jóvenes es una mecha que, como los fuegos artificales, tiene su traca al final. Esa es la consigna: cuchillos contra el gobierno, fuego al desempleo y tambalear los precios. La harina, el aceite y el azúcar cuesta el doble ahora que hace cinco meses. Los comerciantes dicen que no pueden subsistir si no suben los precios pero los manifestantes han asaltado el barrio rico con sables y han saqueado algunas tiendas. La Policía antidisturbios reacciona con botes lacrimógenos. Ellos creen que el Gobierno les vende humo. El presidente argelino les ha prometido 280 millones de euros para combatir el paro, que llega al 25%, y para construir viviendas de protección oficial. Pero al final, como en una traca vital, la vida siempre tienen que buscarla fuera. Porque fuera de sus fronteras esta la perspectiva para una generación entera en el país.