nAVARRA
Santuario de San Miguel de Excelsis: el caballero, el dragón y la reliquia de San Miguel
Es uno de los santuarios más antiguos de España. Lugar mágico, taumatúrgico y protector, guarda secretos vinculados a Ricardo Corazón de León, y rituales paganos y cristianos en torno a una singular imagen, relicario, y reliquia, de San Miguel

Cuenta la leyenda que en el siglo VIII, un caballero llamado Teodosio de Goñi partió de su hogar para luchar contra los musulmanes, quedando su esposa Constanza sola. Tras la contienda contra los infieles, a su regreso, se topó con el diablo disfrazado de ... Basajaun (Señor de los Bosques) quien con malas artes le hizo creer que su mujer le estaba engañando con un criado. Al llegar a su casa, subió velozmente al dormitorio hallando dos personas en la cama. Preso de ira desenvainó la espada y apuñaló a los durmientes.
Convencido de haber vengado el agravio, salió a la calle encontrándose con su mujer saliendo de misa. Estupefacto, retornó a la alcoba, descubriendo que quienes estaban en la cama eran sus padres, alojados por su esposa durante su ausencia. Ante el crimen cometido acudió en busca de perdón a Roma, donde el Papa Juan VII le impuso como penitencia vivir en soledad y vagar por los montes de la sierra de Aralar con unas cadenas atadas a la cintura hasta que se rompieran. Como sigue contando la leyenda, un buen día, el caballero Teodosio se enfrentó a un dragón que tenía atemorizados a los habitantes de la serranía. Sin arma alguna se postró ante la bestia y exclamó: '¡San Miguel me valga!'. En ese momento apareció en los cielos el arcángel portando una cruz y encerrando al dragón en una cueva diciendo: ¡Quién como Dios!
El caballero Teodosio quedó absuelto de sus pecados y, junto a su esposa, en agradecimiento, construyó una ermita sobre la cueva donde quedó atrapado el dragón y en la que dejó las cadenas penitenciales, así como un trozo de la cruz que llevaba el arcángel salvador.
Entre la leyenda y la historia
Es la leyenda que dejó escrita el ilustre escritor Julio Caro Baroja, siguiendo el relato del capuchino Fray Tomas de Burgui en el siglo XVIII. Es el origen legendario del Santuario de San Miguel Excelsis de Aralar, declarado Monumento Histórico, ubicado en la cima del monte Artxueta, en Huarte-Arqueil.
Se trata de uno de los grandes santuarios navarros donde la historia es leyenda y la leyenda se convierte en historia. Esta situado en un territorio tomado como sagrado desde tiempos remotos. No en vano se encuentra en una de las zonas megalíticas más importantes de Navarra y España, habitada hace más de cinco mil años. Una sacralidad, como sostienen autores como el padre Barandiarán, que se prolongó en época romana, cuando en estas montañas, llamadas Mons Excelsis, edificaron un templo, el Ara Coeli, que daba protección a los caminantes que recorrían la calzada Iter XXXIV que unía Burdeos con Astorga. Posteriormente fue clave en la evangelización de los vascones y después durante la expansión del cristianismo en tiempos medievales bajo la figura del arcángel San Miguel, tomado como capitán de las tropas celestiales.
El santuario -referenciado desde el siglo XI, bajo el reinado de los reyes Sancho Garcés y Sancho III el Mayor, que alcanzó esplendor en el siglo XII con el monarca Sancho VI el Sabio y la fundación de la Cofradía de San Miguel, que contaba con más de cuarenta mil cofrades en el siglo XIV- está repleto de peculiaridades y secretos olvidados y desconocidos por muchos, en los que se entremezclan cultos paganos -los que se daban a la diosa Mari y a la serpiente alada Erensugue- y rituales cristianos en torno a la Reliquia de San Miguel.
Las 'Cadenas de Teodosio' y la 'Gruta del Dragón'
Se accede al templo por un pasillo empedrado y cubierto que conduce al nártex, una sala abovedada, el lugar hasta el que podían llegar, antiguamente, las personas no bautizadas para escuchar misa. Nada más entrar, el viajero hallará la primera singularidad: dentro del templo hay otro santuario.
Según la tradición, se trata de la primigenia iglesia, la que construyó el caballero Teodosio sobre la cueva en la que quedó atrapado el dragón. En los muros de la entrada cuelgan unas grandes y gruesas cadenas, las que supuestamente llevó Teodosio y dejó como ofrenda tras cumplir penitencia. Tomadas como reliquias milagrosas, los fieles realizan con ellas un mágico ritual: dar tres vueltas sobre las mismas como remedio y protección contra diferentes enfermedades.
Ya en el interior de la capilla-santuario, las sorpresas y 'rituales de paso' continúan. En el lado izquierdo, junto al altar, se halla un pequeño hueco horadado en los sillares. Según la tradición, comunica con la cueva del dragón. Una abertura en la que los devotos realizan otro mágico ritual: se inclinan, introducen la cabeza y rezan un Credo para prevenir y sanar de distintos males. Y donde se afirma que, si se escucha atentamente, se oyen los rugidos del dragón desde las entrañas de la tierra.
El Relicario, y reliquia, de San Miguel; el Lignum Crucis y «Cápsula del Tiempo
Junto a la ventana pétrea que comunica con la sima del dragón, se encuentra el altar, y rodeado por decenas de velas, el relicario, y reliquia, de San Miguel. Fue realizado en el siglo XVIII -sustituyendo al anterior, robado y en paradero desconocido-, y atesora una iconografía del arcángel única en España.
Y es que San Miguel no aparece pesando las almas ni con lanza matando al dragón, sino desplegando sus alas y sosteniendo con los brazos, sobre su cabeza, una cruz, signo y símbolo de la victoria de Cristo. Un relicario que guarda en la parte central la imagen de madera original del arcángel, que se observa por un pequeño cristal protector, y en la parte superior, el fragmento de madera, según unos, de la cruz con la que se apareció San Miguel para vencer al dragón; según otros, un Lignum Crucis, fragmento de la Cruz de Cristo. Y, además, descubierta en los últimos estudios de la reliquia, una cajita de metal que contiene textos de rezos, peticiones y agradecimientos, una 'cápsula del tiempo' del siglo XIX.
Un relicario y reliquias que realizan un singular viaje desde el Día de Pascua, recorriendo durante tres meses más de doscientas cincuenta localidades navarras para ser venerado, con el que se bendice pueblos y ciudades, personas y animales, y hasta los campos, mostrándose la imagen a los cuatro puntos cardinales.
Retablo de Esmaltes de Limoges
Tras visitar la capilla-santuario, el recorrido prosigue pasando por un pilar circular, diferente a todos, una especie de torre, bajo el cual se afirma que está la tumba del caballero Teodosio y en la que, en otro tiempo, existía una piedra, protagonista de otro mágico ritual, pues era tocada por los fieles en busca de fertilidad, pareja y matrimonio.
Paso a paso avanzaremos por las naves centrales envueltos en una atmósfera que embruja y fascina, rodeados por los estandartes de cofradías y hermandades de San Miguel que cuelgan de los muros, hasta el altar mayor y el presbítero, donde se expone una joya de la orfebrería románica, referencia del arte medieval, repleta de enigmas y secretos: el Retablo de Esmaltes de Limoges.



Realizado en el siglo XII, en tiempos del rey Sancho VI el Sabio y el obispo Pedro de Artajona, originariamente frontal de altar de la Catedral de Pamplona, solo ha salido en tres ocasiones del santuario: en 1765, para ser limpiado; en 1979, cuando fue robado por Erick el Belga; y en 2006, para una exposición temporal en la capital navarra.
De dos metros de longitud y un metro y media de alto, está formado por treinta y nueve esmaltes y dieciséis medallones -de colores verdes, azules, rojos y dorados- y piedras semipreciosas. En el mismo, con un extraordinario detallismo, aparecen representados apóstoles, reyes magos, luchas de animales fantásticos, motivos vegetales y, en su centro, dentro de una mandorla; la Virgen con el Niño Jesús, con las representaciones del Alfa y Omega, el Tetramorfos y un ángel con la inscripción AIO:SB.
Un retablo que, además de su belleza, encierra un mensaje secreto. Y es que según algunos expertos esconde en su iconografía el acuerdo matrimonial entre Ricardo Corazón de León con Berenguela de Navarra, que fue negociado en secreto con el rey Sancho el Sabio, que avalarían las vestimentas y objetos de los reyes magos, que serían en realidad Ricardo Corazón de León y su padre Enrique II de Inglaterra, junto a una enigmática inscripción en la figura de San Mateo que haría alusión a Berenguela y Sancho.
Un viaje en busca de historia, arte, leyendas y misterios medievales
El Santuario Excelsis es un destino y viaje clave en tierras navarras. Del mismo dejó constancia Pio Baroja en su novela 'El cura de Monleón', parte de la trilogía de 'La juventud perdida', autobiográfico relato de su viaje al santuario.
Y es que el viajero -entre espectaculares parajes naturales, rodeado por las majestuosas montañas de la sierra de Andia, Urbasa y Beasain- descubrirá los tesoros de uno de los grandes centros espirituales y de peregrinación de nuestro país. No en vano, fue y es eje del Camino de Sakana, uno de los cinco ramales del Camino de Santiago en Navarra, utilizado por los peregrinos entre el siglo IX y XI, como conocerá en el cercano Monasterio de Zamarce, hoy Centro de Interpretación. Pero, además, un lugar de referencia de nuestra España mágica, que atesora una energía especial, en el que pervive y se siente el eco ancestral de lo mágico y sagrado.
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