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Uno de los monasterios abandonados más bonitos de España en una ruta mágica para ver aves

Una propuesta para celebrar el Día Mundial de los Humedales en la Reserva Natural de Villafáfila, en Zamora, con sus lagunas ahora llenas de agua, palomares y un asombroso monasterio cisterciense

Foto tomada al amanecer, el 20 de enero, en la Salina Grande de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila Javier García Martín (@javiergmart)

J. F. A. / ABC Viajar

La Reserva Natural de Villafáfila, en la Tierra de Campos zamorana, es un paraíso para los aficionados a la observación de aves. Quizá junto a la Laguna de la Nava, en Palencia, es uno de los humedales más importantes de España, donde pasan el invierno miles de aves, entre lagunas, pequeños pueblos, palomares, carreteras secundarias y un curioso monasterio abandonado, Santa María de Moreruela, que quedará grabado en nuestra memoria.

Tras varios inviernos con pocas lluvias, el agua caída estas semanas ha aumentado significativamente la zona inundada en la laguna Salina Grande. Se ha pasado de 90 hectáreas a casi el lleno total en las 550 del complejo lagunar. Un lujo en esta ruta migratoria de cientos de especies que a lo largo del año se desplazan hasta el sur de la península o el norte de África procedentes de Europa.

En el censo de aves acuáticas realizado en diciembre se contabilizaron más de 25.000 ejemplares, entre chorlitos dorados europeos, avefrías o las inconfundibles grullas.

Apenas una pequeña depresión en Tierra de Campos da lugar a que el agua de lluvia se acumule en balsas de escasa profundidad que crean un conjunto lacustre que, en su mejor momento hídrico, como ahora, cuenta con 500 hectáreas inundadas. Las lagunas de Barrillos y la Grande son las principales y el lugar perfecto para, desde ahora y hasta la primavera, presenciar el vuelo de los cernícalos primilla, el pato cuchara, los correlimos, archibebes y chorlitejos.

Aunque sin duda es la avutarda -ave grande (la más pesada capaz de volar) y vistosa y prodigio de la aerodinámica- la protagonista de los paisajes esteparios que envuelven las lagunas. Hay hasta 3.000 ejemplares, más que en ningún otro sitio de España. Para verlas. una ruta en coche alrededor de la laguna Grande, entre Arco de Santiago y Villarrín de Campos, siempre pendientes del horizonte.

Carretera hacia Otero de Sariegos, al borde de la laguna Salina Grande, en las lagunas de Villafáfila Javier García Martín (@javiergmart)

Día mundial de los humedales

La Reserva Natural Lagunas de Villafáfila (Zamora) y el Espacio Natural de La Nava y Campos de Palencia, en Fuentes de la Nava (Palencia), celebran, como otros muchos lugares, el día mundial de los humedales. Cada 2 de febrero se conmemora la fecha de la firma del Convenio de Ramsar, relativo a la conservación de estos ecosistemas, el 2 de febrero de 1971. En Villafáfila la fiesta se traslada al fin de semana. El sábado habrá una ruta guiada, y el viernes y el domingo, observación de aves en puntos concretos, actividades que pueden reservarse (980 586 046).

Amanecer en la Salina Grande de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila Javier García Martín (@javiergmart)

En la Reserva de Villafáfila (Humedal RAMSAR, con Protección e importancia internacional) hay varios observatorios de aves. En el término municipal de Revellinos, junto a la carretera de Villalpando, está el observatorio de las lagunas de la Rosa y Barillos; en Villarrín de Campos, el observatorio de la laguna de San Pedro; y por último, el observatorio de Otero de Sariegos, al borde de la laguna Salina Grande, junto a un pueblo abandonado con casas y palomares de barro.

Las instalaciones del parque están abiertas viernes, fines de semana y festivos. De lunes a jueves se pueden reservar visitas concertadas en el teléfono 980 586 046.

Monasterio de Santa María de Moreruela Borjaanimal/ CC

Palomares y un monasterio imperdible

En la ruta por Villafáfila hay que dejar un hueco a las ruinas del monasterio cisterciense de Santa María de Moreruela, del siglo XII, adonde se llega por un desvío desde Granja de Moreruela. Es uno de los esos lugares abandonados que tienen algo de hipnótico. Destaca la iglesia, sin techar, con un ábside espectacular. Se intuyen las antiguas celdas de los monjes. Y el conjunto los sobrevuela la presencia habitual de las cigüeñas.

Los palomares, que salpican la ruta son una construcción típica de los pueblos castellanos, muchos en situación de abandono, aislados en la estepa. Entre las especies que nidifican en estos edificios de adobe cabe destacar el cernícalo primilla, que cada año viene de África a esta estepa para anidar en numerosas colonias que en muchas ocasiones eligen estos edificios que son muy diferentes entre sí. Los hay circulares, rectangulares, blancos, rojizos... Sus siluetas son un clásico de esta zona.

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