Fuerteventura: todo lo que debes saber para hacer una escapada al sol en invierno

Desde el Hotel Secrets Bahía Real, el más espectacular alojamiento del norte de Fuerteventura, se obtiene la mejor vista de la Isla de Lobos. Este islote solitario y protegido de 4,5 km2 es el principal icono majorero, un auténtico paraíso habitado solo por una persona, Elías Carballo, quien se crió en esta isla y hoy recibe con gusto a los visitantes atraídos por su paisaje lunar del interior y su costa con una bellísima cala, la playa de la Concha, un volcán de 127 metros llamado La Caldera y un pequeño restaurante que sirve pescado del día. Unos 20 minutos son necesarios para cruzar 'El Río', el estrecho brazo de mar que separa Corralejo de la Isla de Lobos, en un watertaxi o en un catamarán.

«En este lugar hay unas fuertes corrientes que pueden alcanzar los siete nudos y hoy los barcos de motor pueden enfrentarse a ellas, pero antes la travesía era casi de vida o muerte y muchos pescadores preferían quedarse dos o tres días en unas modestas chozas de la Isla de Lobos hasta que pasaba la tormenta». Nos lo cuenta Fran desde el catamarán que maneja dando una vuelta por todo el islote. Su empresa Fuertecharter (www.fuertecharter.com) organiza este tour (65 euros por persona) que combina un paseo por la isla y un fondeo en una zona tranquila para practicar esnórquel, padelsurf o piragüismo. También se puede hacer senderismo por esta isla que debe su nombre a la colonia de focas monje que existió antaño; hoy no queda ejemplar alguno, pero sí una colonia próxima de delfines. El sendero es circular y se visita La Caldera hasta su cumbre, el Faro de Martiño, que tuvo un vigilante hasta 1968, un asentamiento romano y dos playas.

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La periodista Laura Bautista, residente en Gran Canaria y enamorada de la isla, traza una particular guía de viaje por las playas, acantilados y pueblos de la costa

A media hora en coche desde el aeropuerto de Fuerteventura en Puerto Rosario, la capital de la isla, surge en la esquina más nordeste Corralejo con sus 20.000 habitantes. Es este el pueblo septentrional más turístico que ha mantenido su aire marinero cerca del Muelle Chico y del puerto, aunque lo más habitual en sus calles es encontrar bares, restaurantes y algún sitio de copas y música en vivo como el Sunset Lounge. Los visitantes van desde aquí al cercano Parque Natural de las Dunas de Corralejo, una franja costera de ocho kilómetros formada por infinidad de dunas móviles que proceden de los restos óseos, esqueletos y conchas de animales marinos. El lugar es ventoso lo que ha provocado que los turistas hayan levantado corralitos de piedra, al estilo de los 'goros' que utilizaban los majoreros para proteger a sus cabras, y dentro de ellas toman el sol protegiéndose del viento y practicando en muchos casos el nudismo. Cuando las rachas de viento tienen más fuerza, las playas se llenan de aficionados al windsurf y al kitesurf en este escenario que acoge todos los años en noviembre un popular festival internacional de cometas.

En MuanaMboka (@muananboka), un lugar apartado en el valle de Fimapaire donde no hay cobertura telefónica ni wifi, se ofrece una experiencia gastronómica original que fusiona la cocina africana con la canaria de la mano de Roger Ekopele, un guineano de 34 años de la etnia Ndowe que tras vivir en Madrid comenzó aquí una nueva etapa profesional. A Roger solo le han bastado dos años y medio entre los fogones para presentar un concepto de restaurante al aire libre en el que los comensales eligen habitualmente un menú a ciegas que sorprende por sus olores y sabores. Sus platos conservan las raíces localizadas en Senegal, Gambia, Marruecos o Costa de Marfil .

Desde el Mirador de Vallebrón en la carretera IV-103 no puedes perderte la vista panorámica de Tindaya, una de las dos montañas mágicas de la isla, desde la que se divisan en días claros el Teide en Tenerife y el Pico de las Nieves en Gran Canaria. Por su forma esta 'montaña de las brujas' recuerda una fantasía de ciencia ficción y sus defensores aseguran que esconde poderes curativos. Lo que sí alberga esta montaña espectacular al atardecer son 300 podomorfos grabados en la roca hace miles de años por los aborígenes. Hoy el mineral más habitual de Tindaya es la traquita, utilizada en construcciones y estatuas por sus bellas vetas. Una gran roca de estas características está en el Bar de María, desde donde se puede disfrutar de la belleza de esta gran montaña mágica a cuya cumbre de 400 m no se puede acceder para evitar su deterioro.

Muy cerca de La Oliva, el municipio interior donde hay que visitar la Casa de los Coroneles, residencia de los gobernadores militares españoles desde el siglo XVII, se encuentran los volcanes más jóvenes de la isla, Arena y Los Saltos, y sobre todo la Montaña Quemada que exhibe una gran estatua de Miguel de Unamuno, visible desde la lejanía. Aquí fue desterrado en 1924 por Primo de Rivera y quedó hechizado por «la desnudez mineral» del paisaje hasta el punto que sugirió que si moría en la isla quería ser enterrado en esta montaña a la que acudía en ocasiones subido a un camello. Unamuno sólo estuvo cuatro meses en Fuerteventura, pero su legado permanece en este lugar y en la casa museo de Puerto Rosario, un viejo hotel en el que se alojó durante el confinamiento.

A 15 km de Corralejo, El Cotillo es un destino de moda que se frecuenta para disfrutar de sus playas vírgenes con aguas cristalinas, arenales ideales para la práctica del surf, piscinas naturales, hornos de cal y un viejo castillo del siglo XV. El pueblo es una pequeña villa marinera con calles estrechas. Los visitantes acuden también a El Cotillo para disfrutar de algunas delicias gastronómicas como los carabineros en 'El Mirador' o los arroces de mariscos en 'La Vaca Azul' Ya en el litoral, los surfistas se deleitan en Piedra Playa y los bañistas en la Playa de La Concha, Los Charcos o en Los Lagos, muy cerca del vistoso Faro de Tostón.