Hay vida social (digital) después de la muerte
Avatares creados con IA, biografías multimedia, cuentas conmemorativas en redes sociales, velatorios interactivos... La tecnología puede ya acercarnos a la inmortalidad o, al menos, aliviar el dolor de la pérdida
¿Qué hace falta para convertirte en un avatar después de morir?

Meses después de la muerte de un amigo, incapaz de borrar su número de la agenda del móvil, Charlie Brooker, creador de la serie 'Black Mirror', tuvo un pensamiento fugaz mientras ojeaba Twitter de madrugada: «¿Y si todas estas personas estuvieran muertas y todo ... esto fuera software emulando sus pensamientos? Y si en pleno duelo tuvieras algo con los recuerdos de esa persona, aunque no fuera ella, ¿sería suficiente?», contó a la revista 'Time Out'. De esa ocurrencia surgió el episodio 'Vuelvo enseguida' (2013), donde una mujer crea una réplica virtual de su prometido, fallecido en un accidente de coche. Hoy, diez años más tarde, la profecía de 'Black Mirror' se ha cumplido (una vez más) y esta inmortalidad digital, una ilusión ceros y unos, es una realidad gracias a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y, sobre todo, la inteligencia artificial.
Estos negocios, médiums tecnológicos, se han multiplicado en los últimos años. La surcoreana Re;memory (Deepbrain AI) permite visitar los recuerdos virtuales del fallecido e incluso interactuar en tiempo real con un avatar digital con su aspecto y su voz. No es, sin embargo, apta para todos los bolsillos: su coste oscila entre los 10.000 (9.460 euros) y los 20.000 dólares (18.929 euros). En la misma línea trabaja YOV (You, Only Virtual), que te permite crear un gemelo virtual (una 'versona') que, a partir de interacciones presentes y pasadas, es capaz de enviar mensajes de texto, llamar y hacer llamadas e incluso videollamadas con la personalidad del fallecido.
Más económica (y rudimentaria) es la estadounidense Story Life, que también permite a los dolientes charlar con el difunto mediante videollamada gracias a una serie de respuestas pregrabadas. En función de la tarifa elegida, permite registrar hasta 2.500 preguntas para conocer mejor al fallecido. Here After también facilita a sus usuarios crear un doble digital que puede interactuar, en este caso a través de un chat, con sus familiares cuando ya no esté.
Ser eterno en la nube
En España también han surgido recientemente opciones para aplazar ese silencio definitivo que se impone tras la marcha de un ser querido. InCloudForever, que echó a andar en 2022, permite almacenar para siempre tu historia vital y mandar mensajes 'post mortem'. «Al final, la inmortalidad es que tu recuerdo no desaparezca. Para eso está pensada nuestra plataforma, para guardar lo importante, tu esencia, lo que quieres contar a tus sucesores», apunta José Luis Manzano, fundador de una compañía que surgió, como muchas otras, de una experiencia personal. Él tuvo la suerte de conocer a sus bisabuelos, pero cuando nacieron sus hijas se dio cuenta de que él iba a ser la última persona que tuviera ese recuerdo, puesto que las fotos pueden perderse o desaparecer: «Durante la pandemia esto cobró fuerza y pensé que, viniendo del mundo del comercio digital, tenía que hacer algo para conservar mis recuerdos, mi historia, para mis hijos y nietos».
InCloudForever ayuda a, tras un único pago que oscila entre los 39 y los 299 euros en función del tipo de perfil, almacenar fotos, vídeos, llevar un diario personal, guardar consejos vitales... Las biografías pueden ser públicas o privadas, y el creador puede elegir con quién compartirlo tras su muerte. «Tiene componentes de una red social, pero no es para compartir el restaurante en el que estuviste ayer o las últimas vacaciones. Es para guardar lo importante», admite su creador, que reconoce que una de las funcionalidades más llamativas son los mensajes a futuro: «Puedes configurarlo para mandar mensajes, audios o vídeos personalizados para una fecha especial».

Durante el desarrollo de la aplicación, admite Manzano, descubrieron que su negocio podía ser un bálsamo, por ejemplo, para los mayores que viven en las residencias. «A veces tienen la casa alquilada, o la han vendido, así que esos recuerdos del hogar familiar no están o es más complicado guardarlos. Así, InCloudForever puede ayudar a las familias a crear sus memorias de cara al futuro», plantea. Los psicólogos que les asesoraron al desarrollar la web también les dijeron que su proyecto podía facilitar superar duelos difíciles: «En un mundo donde la gente cada vez es más digital, más nómada, tener un sitio para despedirte ayuda mucho a evitar ese sentimiento de culpa cuando no puedes acudir a un funeral».
A Juan Carlos, uno de los miles de clientes con los que cuenta ya la aplicación, le ha tocó sobreponerse a una de esas pérdidas traumáticas que trajo la pandemia. Cuando su madre falleció, él rescató de su casa doce álbumes de fotos con toda su historia familiar. No supo muy bien qué hacer con ellos hasta que conoció a uno de los socios de InCloudForever. Cuando le habló del proyecto le encajó a la perfección para hacer ese homenaje que quedó pendiente a su progenitora. Pasó toda una tarde con su hija dando forma a la biografía. «Pensé que iba a ser momento duro, porque mi hija estaba muy apegada a su abuela, pero fue espectacularmente emocional, porque no lloramos, sino que disfrutamos recordando lo guapa que era la 'iaia', sus días en Suiza, cómo llegaron a Barcelona...», recuerda Juan Carlos. Después envió la cuenta homenaje a sus familiares, para que ellos añadieran también sus condolencias. Le escribieron incluso unos primos de Bélgica.
Estas aplicaciones permiten enviar mensajes a futuro 'post mortem'
La experiencia le gustó tanto que Juan Carlos se animó a dejar también guardada su propia historia. «Espero llegar a conocer a mis nietos, pero si no, he grabado unos vídeos y unos audios contando quién soy. Y luego puedes dejar mensajes a futuro. Yo quiero que cuando no esté mi hija reciba un correo electrónico el día de su cumpleaños y me recuerde. Lo he programado durante los cinco años posteriores a mi fallecimiento, pero puedes configurarlo como quieras. También he recuperado momentos importantes y vídeos de cuando mis hijos eran pequeños, iré jugando con eso y las vivencias del día a día», apunta este empresario prejubilado, que nunca ha sido aficionado a las redes sociales. Con InCloudForever ha hecho una excepción. «Estamos rodeados de penas y politiqueo y esto es algo emocional, una forma de recordar a los tuyos y que te recuerden. Incluso a las mascotas, yo a la mía también le hice un perfil».
Compartir el dolor
El sector funerario, históricamente muy conservador, está cada vez más abierto a nuevas ideas y soluciones tecnológicas. «Está cambiando la cultura de la muerte. Más que velatorios tradicionales ya se buscan homenajes a la vida», cuenta Charo Baeza, que fundó Vivo Recuerdo, una empresa que ofrece velorios interactivos, después de la muerte de su padre, Rafael Baeza. «No me preguntes por qué, pero sentía que mi padre no quería esa despedida tradicional. Como yo venía del audiovisual, pedí al tanatorio colgar una pantalla en la que proyectar imágenes de su vida. A la gente le sorprendió tanto que el dueño de la funeraria me preguntó cómo podía ofrecer ese servicio a otros clientes. Así que desde hace cinco años nos dedicamos a eso».

El software de Vivo Recuerdo permite a cualquier doliente compartir desde su móvil imágenes del fallecido o mensajes de condolencias que se proyectan, en tiempo real, en una pantalla situada en el velatorio. El resto de asistentes pueden, a su vez, reaccionar a ellas e interactuar con lo que ven. «Así, la gente puede participar desde cualquier lugar del mundo. Transforma la experiencia del velatorio y la convierte en un homenaje a la vida», apunta la cofundadora de esta empresa que ha ofrecido ya más de 100.000 servicios en España e Iberoamérica.
No obstante, estas imágenes son una parte mínima de nuestra huella digital. «No somos conscientes, porque hemos entrado en la era digital a una velocidad de vértigo, de toda la información que dejamos en la red. La pandemia hizo, además, que mucha más gente entrase en esa sobreexposición», asume Ofelia Tejerina, presidenta de la Asociación de Internautas. Los investigadores de Oxford Internet Institute estiman que en 50 años habrá más cuentas de Facebook de fallecidos que de vivos. Antes de final de siglo, según los cálculos que ralizaron en 2019, podría haber más de 1.400 millones de cuentas de personas que ya no están. Conscientes de esta realidad, plataformas como Facebook y Linkedin invitan a sus usuarios a convertir estas cuentas en perfiles 'in memoriam' o incluso desactivarlos. También X (antes Twitter) y Google facilitan a familiares directos y personas autorizadas borrar el rastro digital de los ausentes.
Hacer testamento digital
Aunque las plataformas tienen formularios para realizar estas solicitudes, Susanna Antequera, abogada y experta en Derecho de Familia, reconoce que es preferible dejar un testamento digital (regulado desde 2018 en la Ley de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales) que especifique quién gestionará esas últimas voluntades en el mundo virtual para evitar el dolor que puede suponer para los seres queridos «el mal uso de los contenidos digitales y las alertas activadas».

Los investigadores del Oxford Internet Institute calcularon que en 50 años habrá más usuarios muertos que vivos en Facebook
Como en España esta práctica no está aún muy extendida, asume la letrada por «falta de divulgación y conocimiento», hay empresas como Mi legado digital que han visto un nicho de negocio en la gestión de todo este patrimonio. Judith Giner, consejera delegada y fundadora de la compañía, se dio cuenta de que, para que los seguros de decesos fueran atractivos a los jóvenes, tenían que incluir esta gestión del legado digital. Así, ellos, se encargan de gestionar, entre otros, el testamento digital, la reputación online, crear cuentas conmemorativas, árboles genealógicos e incluso una cápsula del tiempo en la que guardar tus recuerdos y desde la que enviar mensajes a futuro a tus seres queridos.
«Los jóvenes viven más al día, en la cultura del uso, pero cada vez tienen más contenido digital. Ahí es donde vimos el nicho para entrar en este negocio de la mano de las aseguradoras», apunta Giner, que tiene claro que el futuro está en la inteligencia artificial, aunque la creación de avatares que hablen a sus sucesores es aún muy costoso. Y plantea un desafío a nivel ético: ¿dónde acaba el consuelo y empieza la distopía?
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