«¡Casi me tiran el álbum de boda!»

Es ella quien cuenta que su tía tiene una alacena entera llena de álbumes, aún húmedos y sin tirar, pendientes de clasificar. «Yo creo que mi tía es la que más fotos tiene del pueblo», bromea mientras muestra el arsenal de recuerdos familiares que quieren rescatar, que incluye también libros de recuerdos y hasta cuadernos. Algunas imágenes se han salvado gracias a los robustos álbumes de antes, que incluían un papel protector protegiendo la imagen. En otras, el lodo ha erosionado algunas caras. Pero cuando se sequen, y en manos de los especialistas, la mayoría serán salvables. «Mira qué guapo estaba yo ahí», bromea Roberto, hermano de Rosa, que se ha apuntado a esta búsqueda por la memoria familiar. «Aquí hay fotos de muchos de la familia, esos son nuestros padres, tíos, sobrinos…»

Hay también quien de pura desesperación ha tirado casi todo, como Loli. Ella, que aún no tiene ni agua, pues se abastecía de un pozo, reconoce que con el disgusto de haberlo perdido todo, pues su hogar estaba todo en un bajo, vació su casa. «La verdad es que he tirado algunas fotos, las que quedan están en marcos sobre ese mueble», cuenta esta mujer soltera. «No tires más, que en la universidad te ayuda a recuperarlas», le dice su sobrina, casualmente estudiante de la Universidad de Valencia, que ha venido a ayudarla a limpiar, como cientos de jóvenes. Es ella quien saca las fotos de los marcos para dejarlas secar al sol. A ver si hay suerte.

Con el buen tiempo como aliado, algunos vecinos no han dudado en poner sus álbumes a secar en la calle. En la misma calle de Rosa, otra familia ha colocado directamente todas sus fotografías para una larga mesa. Hay que combatir la humedad como sea: «Afortunadamente, estas están todas bien», afirman aliviados.

Ahora que sabe que hay organizaciones dispuestas a salvar las imágenes familiares, Sunci dice convencida que llevará la imagen del día de su primera comunión. «Estaba en un armario, en el piso bajo, pero entró el agua, rebasó el mueble y salpicó la foto. Y yo la quiero conservar, porque la hice con mi hermano gemelo. Tomamos la comunión juntitos», cuenta. Mientras repasa su memoria familiar, Sunci tiene una sonrisa en el rostro. Otra cosa es hablar de las inundaciones: «Los escalones de la casa nos salvaron, ahora estamos preocupados por el trabajo, tenemos un colegio…», plantea entre lágrimas. Menos mal que ya hay quien está decidido a cuidar la memoria común mientras ellos atienden lo urgente.