Massimiliano Strappetti, el único hombre al que el Papa confía su salud
Solo él convence al Pontífice de cuestiones médicas y su ojo clínico le ha salvado en una ocasión la vida
Desde verano, y a sus casi 87 años, Bergoglio tiene mejor forma física, ha adelgazado y muestra mejor aspecto
El Papa Francisco se ve obligado a suspender un discurso por motivos de salud: «No me encuentro bien»

Cuando este lunes el Pontífice tomó la palabra ante un grupo de unos 40 rabinos de Europa, desató instantes de pánico en los pasillos vaticanos. «Buenos días, los saludo a todos y les doy la bienvenida», les dijo nada más entrar en el salón ... del Palacio Apostólico en el que esperaban. «Gracias por esta visita, que tanto me gusta, pero sucede que no estoy bien de salud y por eso prefiero no leer el discurso sino dárselo y que ustedes lo lleven», añadió con tono cansado.
En pocos instantes, esas cinco palabras coparon los titulares de los grandes medios de comunicación. Aquel «No estoy bien de salud» hacía pensar que estaba revelando una grave enfermedad. Minutos más tarde, el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, intentó apagar el incendio y aclaró que, aunque Francisco «está un poco resfriado», mantendría «regularmente» su agenda de trabajo. El Papa acababa de mantener una audiencia de 40 minutos con Pere Aragonès, y efectivamente, luego asistió a todas las reuniones previstas, incluido un largo encuentro de preguntas y respuestas con niños de países en guerra.
«Siempre que el Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave», avisó el mismo Francisco hace dos años, respondiendo a una pregunta de Carlos Herrara, y esta semana ha sucedido de nuevo en Roma. Lo cierto es que en lo que va de año, ha seguido dos largas convalecencias en el Hospital Policlínico Gemelli. Una, a causa de una infección pulmonar, y otra, una operación de hernia. Pero desde que regresó en julio a Casa Santa Marta, su salud ha mejorado exponencialmente.
«Al Papa lo veo muy bien», reconoce el médico y periodista argentino Nelson Castro, la única persona con la que Francisco ha hablado abiertamente de su propia salud. «Su fortaleza física es notable. Su recuperación de la última operación ha sido total. Se siente muy bien y con mucha energía», explica a ABC. Sabe de lo que habla, pues periódicamente actualiza su libro «La salud de los Papas», para el que Francisco le dio pleno acceso a su historial médico.
También Francisco tranquilizó sobre su salud la semana pasada, en una entrevista del director de informativos de la Rai, Gian Marco Chiocci. «El problema de la rodilla está mejorando, ahora puedo andar bien», explicó, aunque usa casi siempre la silla de ruedas. «Y he tenido esas dos operaciones de estómago: la primera (en julio de 2021) por una diverticulitis en el colon transverso, cuando me extirparon unos centímetros de intestino, y luego pasó lo que pasa cuando te abren la barriga. En la otra, (en junio de 2023) lavaron ahí dentro. Vi la grabación de la cirugía. Sólo faltaba el jabón. Lavaron las adherencias que se habían formado. Ahora estoy bien y puedo comer de todo», añadió.
Sustituyó al médico personal por un enfermero
Uno de los responsables directos de esa mejora es su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, de 54 años, que desde hace dos años es su sombra y le acompaña en todos sus desplazamientos en el Vaticano y en sus viajes. Strappetti, que se formó en una UCI y colaboró con los médicos que atendieron a Juan Pablo II y a Benedicto XVI.
Con Francisco la situación es diferente, pues en el verano de 2022 el Papa decidió prescindir del «médico pontificio», y desde entonces su salud está en manos sólo de Strappetti. «La relación con el enfermero es muy buena y es producto de la confianza que le tiene después del consejo que le dio para que se operara de la 'estenosis diverticular suboclusiva', que fue la penúltima y dramática operación», destaca Nelson Castro.
Antes de ponerse en sus manos, han velado por la salud del Papa tres médicos diferentes. El primero, Patrizio Polisca, era también médico personal de Benedicto XVI y le ayudó a tratar las fuertes jaquecas que acusó al inicio del pontificado.
El Papa lo sustituyó en 2015 por un experto en hepatología, Fabrizio Soccorsi. No era porque tuviera problemas de hígado sino porque les unía una gran amistad y se fiaba de la experiencia y discreción de este veterano médico. Soccorsi falleció a causa del COVID en enero de 2021, y Francisco fue a su funeral como gesto de agradecimiento.
Su sucesor fue un neurólogo, ortopédico y geriatra, Roberto Bernabei, del Policlínico Gemelli de Roma. La elección tuvo que ver con los problemas de ciática y las dificultades de movilidad que mostraba Francisco. Sin embargo, entre el paciente y el médico nunca se llegó a crear la necesaria complicidad, al Papa le costó digerir que en el verano de 2022 le desaconsejara contundentemente viajar a África, y en Santa Marta decidieron cambiar de planes.
«Me salvó la vida»
En la práctica, el Papa se fiaba sobre todo de los consejos del enfermero. Cuando un año antes le habían aparecido divertículos en el colon, muchos aconsejaron al Papa limitarse a una terapia antibiótica, pero Strappetti le dijo que era mejor operarse. Efectivamente, en el quirófano se vio necesario extirparle 33 centímetros de intestino. «¡Me salvó la vida! Es un hombre de mucha experiencia», reconoció públicamente Francisco, hablando del enfermero.
Del enfermero, Francisco aprecia su capacidad de aconsejarle sin limitar su iniciativa ni obligarle a cancelar eventos de su agenda. Fue también él quien en marzo de este año decidió llevar al Papa de urgencia al hospital Gemelli, pues se había «sentido mal» en Casa Santa Marta. Tenía una infección respiratoria. Un conocido del Papa, Michele Ferri, aseguró que el pontífice «llegó al hospital casi inconsciente». «Si esperábamos unas horas más, no habría podido contarlo», le habría explicado Francisco.
La opinión de su enfermero fue decisiva también en junio, cuando el Papa tuvo que resolver en el quirófano una «hernia encarcelada» que estaba provocando molestias «recurrentes y dolorosas», como náuseas e hinchazón abdominal. Por supuesto, el médico que le operó, Sergio Alfieri, de 57 años, que ha repetido nueve mil veces esta operación, no tomó ninguna decisión importante sin consultar al enfermero.
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La confianza del Papa en Strappetti está dando muy buenos resultados. Desde verano, Bergoglio tiene mejor forma física, ha adelgazado, y muestra mejor aspecto. A sus 86 años, cumplirá ochenta y siete el 17 de diciembre, mantiene un agotador ritmo de trabajo y hace planes de futuro. Ha sorteado con gran habilidad las dificultades del sínodo de obispos, que ha incluido agotadoras reuniones casi todos los días, durante cuatro semanas. Además, del 1 al 3 de diciembre viajará a Dubái para impulsar la conferencia del clima, la COP28, y mantener cumbres bilaterales con líderes mundiales; y no descarta un viaje a Argentina en el primer trimestre de 2024. Eso sí, siempre cerca de Massimiliano Strappetti, que no lo pierde de vista ni un instante.
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