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cuarenta años de la tragedia del monte oiz

Una psicóloga experta en catástrofes aéreas: «El duelo es una cosa muy dolorosa, pero hay que pasarlo»

Mariluz Novis, socia fundadora y actual vicepresidenta de la Asociación Española de Psicología de la Aviación (AEPA), reflexiona sobre el duelo alrededor de lo ocurrido en la tragedia del Monte Oiz

Cuarenta años de la catástrofe aérea del Monte Oiz: «No es fácil sanar una falla tan grande»

Mariluz Novis trabajaba en Seguridad de Vuelo cuando se produjo la catástrofe del Monte Oiz, en Vizcaya de san bernardo
Carlota Fominaya

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Como muchas de las personas que trabajaban por aquel entonces en el sector de la Aviación Civil, Mariluz Novis recuerda perfectamente el día que se produjo la tragedia como si fuera ayer. «En aquel momento trabajaba en Seguridad de Vuelo. Vi cómo mi jefe, que era el responsable de esta área, cogía su maletín y se fue a trabajar al Monte Oiz, sobre el terreno. Estaba en shock por lo que había visto, fue terrible.

«Ha sido el último accidente de Iberia», destaca esta psicóloga sanitaria, experta en Psicología Aeronáutica, socia fundadora y actual vicepresidenta de la Asociación Española de Psicología de la Aviación (AEPA), además de directora clínica del programa de apoyo a pilotos del SEPLA, PAPI hasta hace pocos meses.

Novis cree que en aquel momento, el apoyo psicológico «puede que se llevase a cabo a través del departamento de Relaciones Públicas o de algúnasistente social, pero no había, que yo sepa, programas específicos destinados a ofrecer esta atención».

 

De hecho, desde que se produjo esta catástrofe muchas son las cosas que han cambiado, entre las que destacan, precisamente, señala, «la atención psicológica de los familiares de las víctimas, ahora mucho más protocolizada, así como la comprensión de las causas de los accidentes, siempre multifactoriales y sistémicos».

La realidad es, reconoce, que el punto de inflexión para organizar procedimientos de primeros auxilios psicológicos a familiares a víctimas y sus familiares lo marcó la riada del camping Las Nieves de Biescas, el 7 de agosto de 1996 y quedó patente en el en el accidente de Spanair, ocurrido el 20 de agosto de 2008. Novis se encontraba fuera de España cuando reclamaron en Madrid a todos los que como ella, en aquel momento tenían formación en crisis y emergencias. Desde el Colegio de Psicólogos de Madrid le asignaron ir al cementerio de la Almudena, donde se iba a instalar la Policía Científica, a donde fueron llegando algunos familiares de las víctimas por iniciativa propia porque ya estaban siendo atendidos después de producirse el accidente.

Ahora todas las compañías, asegura, «tienen programas de apoyo a víctimas y familiares en casos de accidentes, los protocolos están muy establecidos y aún así hay que estar siempre preparados para lidiar con el caos de los primeros momentos, pero ya no es aquello de: 'vamos allí, a ver lo que podemos hacer'. Ahora se hacen intervenciones individuales, grupales… Cuarenta años dan para mucho», justifica.

En algunas aerolíneas tienen este tipo de intervención internalizada, en otras, es un servicio externalizado que se subcontrata en caso de accidente. En la actualidad los Colegios Oficiales de Psicólogos (COP) ofrecen mucha formación y cuentan con expertos en intervención de crisis y emergencias. «Lo hemos visto en la Dana (Valencia), a donde han ido como voluntarios y no voluntarios numerosos especialistas», recuerda.

El objetivo, señala, es evitar el estrés postraumático. «Al principio las personas están más en la inmediatez de lo ocurrido, con estrés agudo que es lo normal y esperable, pero pasadas cuatro o seis semanas después de haber ocurrido el accidente puede aparecer estrés postraumático. La intervención temprana ayuda mucho a prevenir y a que las personas puedan ir gestionando el gran impacto físico y psicológico de un evento de gran magnitud como es un accidente aéreo. En estas ocasiones el evento supera las respuestas normales de afrontamiento».

Hay muchas respuestas diferentes en los primeros instantes pero es básico que, en esos primeros momentos de auxilio psicológico, recalca, se 'normalicen' las emociones tan intensas que pueden aparecer. Uno puede sentir que se está volviendo loco, que no puede ser cierto: «no me lo puedo creer», rabia: «necesito información y no me la dan», negación: «debe de haber un error», abatimiento: «no lo puedo soportar», culpa: «si esa mañana le hubiera dado un beso», etc. Por eso el simple hecho de acompañar, contener, normalizar todas esas emociones y, en definitiva, estar allí a disposición de las víctimas, alivia la angustia y frena las consecuencias adversas a medio y largo plazo.

Un duelo, asegura, «dura tiempo y depende de la magnitud del evento, de la persona que lo sufre, de su historia, su capacidad de afrontamiento y de la atención que reciba. Si no puede recibir atención profesional, el apoyo social, familiar o de la gente cercana va a ser muy importante».

El verdadero duelo empieza más tarde

Un problema habitual que surge en estos casos es que, cuando hay un duelo, explica Novis, «la víctima está muy acompañada al principio, y a veces ni siquiera es consciente del todo de lo que ha ocurrido, pero cuando más se necesita apoyo es después, cuando la gente se va a su casa y sigue la vida. Ahí es donde viene el verdadero duelo porque se va tomando constancia de la gran pérdida que han sufrido en sus vidas.

En el accidente de Spanair, recuerda esta psicóloga, «pude ver, por ejemplo, cómo un matrimonio que había perdido a una hija estaba tomando decisiones importantes y eso parecía ayudarles mucho en los primeros momentos. Hay que tener mucho cuidado con aquello de 'es que están muy enteros' porque puede ser un mecanismo de defensa normal para poder sobrellevar lo ocurrido pero eso no significa que no haya emociones, sólo que aún no las pueden externalizar».

Por lo general, en los primeros momentos, reconoce esta experta, «hay mucha rabia contra las compañías aéreas. La gente quiere saber, necesita saber enseguida por qué ocurrió, cuáles fueron las causas, pero no es posible, porque no se sabe, hay que dejar trabajar a la Comisión de Investigación de Accidentes. En cualquier caso, a la gente hay que darle toda la información de la que se disponga. En la actualidad se informa mejor y también hay formación para saber dar malas noticias».

«Han cambiado mucho las cosas -admite- pero ningún experto en intervención en crisis de emergencias puede evitar el duelo que cada uno tendrá que hacer. Solo podemos tratar de paliarlo de alguna manera. Algunas personas quieren a alguien cerca, otras no. A algunos te puedes acercar físicamente: darles un abrazo, tomarles la mano, pero a otros no. Unos quieren tu presencia, pero que no hables… Hay que estar preparado para leer la necesidad individual que tiene cada víctima».

Acompañar

«Lo que de ninguna manera puedes hacer es quitarle importancia y decir frases del tipo: 'esto se va a pasar', 'al fin y al cabo no ha sufrido'... A veces es mejor callarse, que hablar y decir lo que no debes'. La gente siente mucha rabia y siempre es mejor ponerte a su disposición con frases del tipo: 'estoy aquí para lo que tú quieras, lo que necesites, para cualquier cosa que yo pueda estoy aquí para ti».

Cuando sucedió lo de Spanair, rememora, «el Tanatorio del cementerio de La Almudena se utilizó como infraestructura para la policía científica pero no estaba preparado para algo así; al principio no había botellas de agua, no se había dispuesto una sala, no funcionaba el ascensor. Se llenó de Medios que merodeaban por los alrededores. Las familias iban llegando solas, venían en taxi porque habían oído en la radio que iba a estar allí la policía científica… Teníamos que proteger a la gente, que venía con una ansiedad espantosa. Hubo unos padres que no podían decir ni el nombre de su hija». Incluso ahora, habiendo procedimientos, señala Novis, «hay que estar preparado para el caos de los primeros momentos, se necesita un tiempo para organizarse, y siempre la ayuda debe estar bajo la coordinación de alguien».

Duelo infantil

Respecto al duelo, sugiere esta experta en catástrofes aéreas, «cuando eres niño y has perdido a uno de los dos progenitores y la otra persona es alguien que te dice: 'todo está bien, se han ido al cielo', 'no llores', lo que se está haciendo es negar el dolor. En la medida de la edad que tiene el menor hay que explicarle que su padre, o el abuelo o quien sea, no va a volver. No se puede hacer como que no ha pasado nada cuando sí ha pasado.

Hay creencias, apunta Novis, «que se perpetúan, como es decir asegurar que los niños son tan adaptativos o que 'están bien porque juegan'… Porque claro, tienen mecanismos de defensa, pero los niños también sienten. Para los menores de entonces era fundamental cómo lo afrontaron sus padres. En el caso del accidente del Monte Oiz, alguno quizá fue al psicólogo, pero sería considerado como 'raro'. De hecho, es factible que haya hijos de víctimas que no hayan elaborado el duelo cuarenta años después, y que por otro evento (una pérdida sentimental o material, por ejemplo) desemboquen en una depresión que estaba latente, porque hay un sumatorio».

Lo cierto es que puestos en contacto con varios familiares de los fallecidos en aquel accidente, algunos han declinado amablemente hacer declaraciones. Novis entiende que esto suceda porque estas no quieren «una revictimización, volver sobre lo mismo». A veces, puntualiza, «las víctimas quieren que los olviden, los aniversarios durante un tiempo está bien, pero pasado un tiempo, para muchos dejan de tener sentido».

Las oportunidades de una tragedia

«El duelo es una cosa muy dolorosa, pero hay que pasarlo», advierte esta experta. «Y si lo pasas con apoyo y contención, va a ser mucho mejor, y a largo plazo te ayuda a encontrar un lugar psicológico y emocional para lo que se ha perdido y ya no está. Si no los haces y pones tierra de por medio, lo niegas. Es verdad también que hay gente increíble con una capacidad de resiliencia reseñable, que ha pasado por situaciones muy traumáticas y tiene esa capacidad de afrontar las situaciones duras de la vida y de salir incluso fortalecido. Precisamente, el poder hacer un duelo es fundamental para la salud mental y a veces implica que tu puedas salir fortalecido, con toda la pena y el dolor que esto conlleva. Me gusta mucho poner el ejemplo de Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés que tuvo una infancia muy difícil y que hoy es considerado el rey de la resiliencia».

A veces la vida, reflexiona Novis, «es muy dura pero nos da oportunidades incluso de salir resilientes y fortalecidos. A lo largo de nuestra experiencia vital todos perdemos cosas todo el tiempo. ¿Quién no ha tenido una ruptura de pareja, de trabajo, de amistades…? Todo el tiempo hay que hacer duelos, de cómo pasa el tiempo, de que la muerte llegará en algún momento…».

Salud mental en Aviación Civil

En el caso del accidente del Monte Oiz se habló mucho sobre la responsabilidad del accidente. Desde febrero de 2021 todas las compañías aéreas están obligadas a implementar un programa de apoyo a pilotos a fin de asegurar su bienestar emocional en un ambiente confidencial, no estigmatizado y seguro. Son programas, explica Novis, «basados en 'peers', (compañeros) que acompañan a los pilotos en momentos de estrés emocional, ya sea provocado por una situación crítica durante o después de un vuelo, como por problemas en la vida cotidiana que puedan repercutir en su trabajo».

Novis ha sido directora clínica del Programa PAPI (programa del SEPLA de apoyo a pilotos), cuyo eje fundamental es la confidencialidad. «Cuando un piloto no se siente bien para volar, o ha tenido un incidente crítico que ha afectado a su estado de ánimo, tiene la opción de acudir a este programa (bien a través de la web o por teléfono).

El director lo deriva a un 'peer' (un compañero) con formación en 'primeros auxilios psicológicos' que lo acompañará en dos o tres ocasiones. En la mayoría de los casos la ayuda del compañero es suficiente para que el piloto se sienta mejor y, solo en pocos casos, siempre con el consentimiento del piloto, es derivado a un psicólogo para hacer un diagnóstico e intervención más precisa que le asegure un retorno exitoso al vuelo».

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