Pasarela sedevacantista en Belorado: siete capellanes en los 10 meses de cisma de la exclarisas
Esta vez es un franciscano tradicionalista brasileño, que sustituye al cura cismático alemán que presentaron hace menos de un mes
Las exmonjas de Belorado no cesan los cambios: otro sacerdote en solo diez días

Celebran en garajes con paredes de ladrillo visto o gotelé, enmascaradas con terciopelos y exuberantes telas doradas de tapicería, que contrastan con las sillas de plástico que usan los fieles, más propias de una terraza de bar. Los hay que, con suerte, consiguen alguna pequeña capilla privada. En esas condiciones no es de extrañar que la iglesia de estilo gótico y cuidada decoración barroca del monasterio de Belorado se haya convertido en la meca de los sedevacantistas. Ahora, al amplio catálogo de clérigos que han pasado por allí se suma fray Pedro María OFM sub, un nuevo sacerdote, miembro de un grupo franciscano tradicionalista, que se ha convertido en el séptimo capellán conocido de las exclarisas en los diez meses que dura este cisma.
Poco se conoce sobre cómo fray Pedro María, que en realidad se llama Rodrigo dos Santos Silva, ha llegado hasta Belorado. Se le pudo ver hace unos días, en un breve vídeo subido a redes sociales, abandonando la capilla en la procesión final tras la misa, con la ostentosa tonsura preconciliar cubierta por el 'cappuccio' franciscano. También hacía acto de presencia, observante y ataviado con el hábito franciscano, capa y sombrero de teja negro, en el vídeo que el jefe de prensa de las exreligiosas subía sobre la visita de Roser Más Sellés, conocida en su vida religiosa como sor Berit, al santuario de Covadonga, por lo que hace pensar que también ha celebrado en la capilla de la sucursal astur de Belorado, anexa al 'restaurante de clausura' Santa María del Chicu en Arriondas (Asturias).
Fray Pedro María OFM sub pertenece a la Asociación de Hermanos de San Francisco, una entidad religiosa brasileña de corte tradicionalista y sedevacantista inspirada en la espiritualidad franciscana católica. Una diferencia que quieren indicar con el sufijo 'sub', del 'subsequentes' (siguientes o sucesivos en español), que añaden tras la tradicional denominación de la orden franciscana (Ordo Fratrum Minorum), de la que pretenden diferenciarse. Su principal misión es «perpetuar el rito tradicional del santo sacrificio de la misa», codificado por el «Misal Romano de San Pío V».
Se trata de una pequeña comunidad de frailes, alrededor de una decena, que supuestamente tiene su sede en el Convento de São Miguel e Santo Antônio en el estado de São Paulo, en Brasil, aunque según Google, el establecimiento permanece «cerrado temporalmente» y su web está inactiva. Por lo que parece, se han trasladado al edificio que presentan como el Seminario Seráfico São Boaventura, en la localidad de Itatinga, también en São Paulo. En todo caso, a juzgar por sus perfiles de YouTube y de X que permanecen activos, comparten una constante con el resto de grupos sedevacantistas como principal actividad en las redes sociales: pedir donativos para seguir con su actividad.
Fray Pedro María fue ordenado como sacerdote por el obispo tradicionalista Martín Dávila Gándara el 21 de diciembre de 2020. Gándara, mexicano de Jalisco, nació en 1965 y fue consagrado obispo con apenas 34 años. Como en casos anteriores, relacionados con las exmonjas de Belorado, también vincula su linaje episcopal con el obispo vietnamita Pierre Martin Ngô Đình Thục, que fue excomulgado en 1976 por consagrar seis obispos vinculados al Palmar de Troya, que él mismo había ordenado sacerdotes unos días antes. Entre aquellos obispos se encontraba el supuesto vidente de El Palmar, Clemente Rodríguez, que más tarde se autoproclamó papa, y el valenciano Ricardo Subirón, que acabaría renegando de la secta palmariana y sería años más tarde quien consagró como obispo a Pablo Rojas, el primer morador de Belorado tras el cisma.
The Poor Clares of Belorado saga continues... pic.twitter.com/cTwP2x1RuX
— Viet Vagabond (@BishopsThuc) March 12, 2025
El franciscano sedevacantista sucede en la capellanía de Belorado al padre Manuel, un sacerdote de origen alemán al que vimos hace menos de un mes celebrando una misa, de acuerdo al rito de San Pío V, en la improvisada capilla instalada en una estancia en el hotel que las exreligiosas han alquilado en Arriondas (Asturias), donde además han instalado su «restaurante de clausura». Apenas diez días antes, habían anunciado la presencia del obispo Rafael Cloquell, de origen valenciano pero formado y consagrado en el sedevacantismo en Alemania.
Esta efímera sucesión de presbíteros había estado precedida por la presencia del obispo sedevacantista brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, quien había tenido que volver a su país, una vez expirados los tres meses de la visa de turista con la que había entrado en nuestro país. El brasileño ha aprovechado el viaje para emprender una gira para recaudar fondos por diferentes comunidades iberoamericanas. Un objetivo que no fue capaz de cumplir en su tiempo en España, donde fracasaron tanto su campaña de crowdfunding para comprar un edificio al que trasladar su seminario desde Brasil, como los intentos para obtener financiación para su proceso de formación del único seminarista que le acompañaba.
Antes de Ribeiro da Silva, en el interregno entre los dos primeros moradores de Belorado tras el cisma -el obispo excomulgado Pablo Rojas y el cura coctelero José Ceacero, que fueron expulsados del monasterio por la exabadesa poco después de ser excomulgadas- la atención pastoral de las exmonjas recayó en el argentino Sergio Casas Silva, ordenado como sacerdote católico pero que tras su relación con el sedevacantismo fue excomulgado. Según cuenta Casas Silva, se hizo ordenar de nuevo 'sub conditione' por el obispo sedevacantista John Hesson, aunque éste niega haber presidido esa ordenación.
Pese a su efímera presencia, todos ellos parecen haberse sentido cómodos en un entorno con una auténtica tradición católica de siete siglos, como es el monasterio de Belorado, y la presencia de un grupo significativo de fieles (entre las exreligiosas y sus acompañantes) que suelen acudir a sus misas. Con toda la parafernalia de obispos, sacerdotes, diáconos, subdiáconos y acólitos propia de la liturgia tridentina con la que suelen celebrar, en las misas de los sedevacantistas son habituales las ocasiones en que hay más celebrantes sobre el altar que fieles participantes en la eucaristía. Porque el «hay más jefes que indios» es el pensamiento que se escapa al ver las fotos que ellos mismos suben a sus redes sociales de sus celebraciones fuera de Belorado. Se podría decir que los sedevacantistas son la viva imagen de esa expresión popular.
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