Garante de la obediencia
«El Papa es el primero que está obligado a obedecer, en primer lugar, a la Palabra de Dios y a la Tradición viva de la Iglesia expresada en el Magisterio»
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Una presencia más necesaria que nunca (11/03/2025)

El Papa está de nuevo en casa tras permanecer ingresado 38 largos días en el hospital Gemelli de Roma. Junto a la satisfacción del buen pueblo de Dios es imposible que no surjan preguntas sobre la forma en que Francisco ejercerá su ministerio a partir ... de ahora, empezando por el periodo de convalecencia de dos meses que le han prescrito los médicos.
Puede resultar paradójico, en un primer vistazo, que el hombre llamado a ser pastor de la Iglesia universal, al que casi «exigimos» una presencia continua, con viajes, gestos y discursos, se vea recluido y limitado en su capacidad de comunicación. Él mismo ha recordado varias veces durante estas semanas que la experiencia de la fragilidad no le impedía amar, rezar y entregarse de la manera que el Señor dispone en estos momentos. Y ha reconocido saberse llevado y sostenido por la oración y la cercanía del pueblo de Dios, del que forma parte.
Las preguntas que muchos se plantean estos días sobre lo que implica la situación del Papa para el gobierno de la Iglesia me ha hecho recordar una respuesta del entonces cardenal Ratzinger a Peter Seewald en el libro «Dios y el mundo». Seewald le hablaba de la imagen que con frecuencia tiene el mundo de la Iglesia como un poder formidable, y Ratzinger le explicaba que el Papa, lejos de ser una especie de monarca absoluto, es, más bien, el garante de la obediencia en la Iglesia. El Papa es el primero que está obligado a obedecer, en primer lugar, a la Palabra de Dios y a la Tradición viva de la Iglesia expresada en el Magisterio. Su tarea no es «inventar una Iglesia diferente», sino inculcar a todos los fieles la obediencia a la verdad que Cristo ha querido confiar a su Iglesia a través de los vaivenes de la historia.
Soportar el peso de la enfermedad con la certeza de que Dios le sostiene y le muestra algo nuevo a través de la fragilidad es, al tiempo, la forma de obediencia que ahora se le pide al Papa, y es también la forma en que nos enseña a todos algo esencial. Recordemos que, en el lago, lo que el Resucitado le pidió a Pedro fue «sígueme» y «confirma en la fe a mis hermanos». Las dos cosas que ahora le está pidiendo también a Francisco. Por supuesto, esto no desvela de qué forma concreta Francisco desempeñará a partir de ahora su misión, pero desdramatiza el asunto y lo coloca en su justa perspectiva.
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