Las aportaciones a la Iglesia católica aumentan en los momentos de crisis económica

La institución religiosa obtiene una recaudación récord a través de la Renta de 2021: 320,7 millones de euros

Un contribuyente marca la casilla de la Iglesia católica en su declaración ABC

El sostenimiento económico de la actividad eclesial no parece estar amenazado. Ni el proceso de secularización interna que vive; ni las polémicas que sufre —internas, como la provocada por los casos de abusos sexuales o externas, como la campaña de desinformación del Ejecutivo con las inmatriculaciones—; ni las posiciones polémicas de algunos obispos y sacerdotes frente a cuestiones de actualidad hacen mella en apoyo que los fieles le muestran cada año.

Así se evidenció este martes, en la presentación de los datos de la asignación tributaria de 2022 (correspondiente al ejercicio de 2021). El resultado arrojó una nueva cifra récord en cuanto al respaldo y las aportaciones a la Iglesia católica: 320.723.062 euros, lo que supone un incremento del 8,5% sobre los datos del año anterior.

Ni tan siquiera la crisis pasa factura en este sentido. Muy al contrario, es en esos momentos más difíciles desde el punto de vista económico en los que los católicos parecen mirar más hacia la Iglesia y aumentan sus donaciones. «Cuando hay un momento de especial dificultad, como ya ocurrió en la anterior crisis, la gente se reconoce en hechos concretos, y aumenta la recaudación», para la Iglesia, explicaba en la rueda de prensa el vicesecretario para Asuntos económicos de la Conferencia Episcopal, Fernando Giménez Barriocanal.

El responsable financiero de los obispos reconoció que «la Iglesia tiene sus luces y sus sombras, y las sombras las conocemos muy bien, pero también en los momentos más duros que hemos vivido, y que vamos a seguir viviendo, van a requerir esa labor de acompañamiento de la Iglesia. Y cuando esto pasa, se incrementan las contribuciones».

De esta forma, en el ejercicio 2021 aumentó en 84.201 el número de declaraciones en favor de la Iglesia, una cifra que duplica la del año anterior. En total fueron 7.421.925 las declaraciones que marcaron la cruz de la Iglesia católica, lo que, teniendo en cuenta tanto las conjuntas como las individuales, implica que más de 8,5 millones de españoles respaldaron económicamente a la institución, a través del IRPF, con el 0,7% de sus impuestos.

De media, la aportación que recibe la Iglesia de cada contribuyente que marca la casilla de X es de 35,73 euros. «Hay que dar la enhorabuena y las gracias a los contribuyentes. Somos la única institución que se somete a un referéndum anual en esta línea», explicó ayer Barriocanal.

Un aumento en cifras totales que, sin embargo, contrasta con un ligero descenso en el porcentaje de las declaraciones, que desciende hasta el 31,2%, cuando hace diez años rondaba el 35%. Una reducción que preocupa relativamente a la Conferencia Episcopal, porque no la atribuye a una desafección hacia la institución sino a la escasa información sobre las casillas de la X (tanto la de la Iglesia católica como la de otros fines sociales) de los nuevos declarantes. De acuerdo a los datos facilitados por Hacienda, la disminución porcentual se produce de forma similar en ambos casos.

En todo caso, los ingresos de la Iglesia a través del IRPF suponen solo una quinta parte del total. En 2022 la financiación de la asignación tributaria supuso alrededor de uno de cada cinco euros en cada diócesis, una media de un 22%, una cifra que en pasados ejercicios superaba el 23%. «Esto significa una progresiva mejora de su capacidad de financiación propia por otras vías al margen de la Renta como el aumento en las colectas o el trabajo de las oficinas de sostenimiento de la Iglesia», destacó Giménez Barriocanal.

Desigualdad autonómica

Desde el punto de vista territorial el total de declaraciones a favor de la Iglesia ha aumentado en 14 de las 17 comunidades autónomas, de manera especial en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha y Comunidad valenciana. Además, 10 comunidades se sitúan por encima de la media en porcentaje de asignantes, en las que destacan Castilla-La Mancha (44,2%), La Rioja (43,5%), Extremadura (43,4%), Murcia (42,6%) y Castilla y León (41,7%)».

Por contra, las comunidades que plantean un menor respaldo a la Iglesia son Cataluña, donde solo un 16% de las declaraciones marcan la X, y Galicia, con un 23, 97%. Además, se encuentran en números parecidos dos de las provincias vascas, que tienen su propio sistema de Hacienda foral de esta forma Guipúzcoa es el territorio con menor apoyo a la Iglesia a través del IRPF, un 14,78%, y Vizcaya se sitúa en el 22,16%.

Aunque se cuestionó sobre la coincidencia de este bajo apoyo a la Iglesia en aquellos territorios en que ha tenido una mayor significación política con las fuerzas nacionalistas, desde la Conferencia Episcopal no se quiso entrar en la polémica, más allá de reseñar la «singularidad» de cada región.

Comunión interdiocesana

Sin embargo, estas diferencias en las aportaciones no se extrapolan después al reparto. «Si la cantidad percibida está en relación con la capacidad y la fortaleza económica que hay en cada provincia, los mecanismos de distribución tienen como criterio la solidaridad y la comunión entre las diversas diócesis», explicó el responsable económico de la Conferencia Episcopal.

«De modo que las diócesis que están en provincias con rentas altas como Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga o Murcia ayudan sostener a las diócesis de la España despoblada y, por tanto, con menos capacidad de sostenimiento. Es un auténtico mecanismo de comunión eclesial de recursos que permite mantener la acción pastoral en lugares en los que, de otro modo, sería casi imposible», añadió.

Por su parte, el director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, José María Albalad calificó de «campaña histórica» al presente ejercicio, por el apoyo recibido que implica «un extra de motivación y de responsabilidad para la Iglesia católica que peregrina en España». En ese sentido destacó que «no solo apoyan los católicos, sino españoles de toda condición que saben que la Iglesia contribuye a una sociedad más justa». Por esa razón, ha agradecido que «los contribuyentes hayan premiado esa ingente labor, a menudo callada y fecunda, de sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral».

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