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El apocalipsis silencioso de los anfibios empuja al 40% hacia la extinción: «Es un desastre ecológico»

Las enfermedades emergentes, el cambio climático y la pérdida de hábitat causan estragos. Las salamandras, el grupo más amenazado

La cruda realidad de las salamandras: tres de cada cinco están en peligro de extinción

La extinción masiva de especies causa una rápida mutilación del árbol de la vida: «Es una grave amenaza para la civilización»

Isabel Miranda

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Una muerte por mil cortes atenaza a ranas, salamandras, sapos, tritones y cecilias de todo el mundo: hongos que les 'comen' la piel, hábitats que desaparecen y un cambio climático que se acelera: «Mata a los individuos porque no pueden bregar con la sequía y el calor. No tienen protecciones en la piel: ni escamas, ni pelo, ni plumas…», ilustra Patricia Burrowes, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). En total, el 41% de los anfibios del mundo está amenazado con la extinción, según una nueva evaluación que publica este miércoles 'Nature' con datos de las últimas dos décadas. Un declive que, de completarse, «sería un desastre ecológico», dice la científica y coautora del estudio.

Las amenazas para este grupo han aumentado en vez de de disminuir desde que se hiciera en 2004 la primera evaluación global sobre anfibios para la Lista Roja, que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ahora ese análisis se ha ampliado y abarca a 8.000 especies. El resultado apunta a que 2.873 podrían desaparecer en los próximos años si no se toman medidas. Es decir, el 41% de todas las especies de anfibios que han sido evaluadas son vulnerables, están en peligro o en peligro crítico de extinción; cifras mucho mayores que en otros grupos, en las que la desaparición amenaza al 26,5% de los mamíferos, el 21,4% de los reptiles y el 12,9% de las aves.

Esto convierte a los anfibios en la clase de vertebrados más amenazada del mundo. Entre ellos, las salamandras corren un riesgo especial: 3 de cada 5 están en peligro. Hay especies que no han podido escapar de la extinción como el sapo arlequín de Chiriquí de Costa Rica; la rana diurna de hocico afilado de Australia o la falsa salamandra de arroyo de Jalpa. El número de extinciones de anfibios podría llegar a 222, si se consideran las 37 extinciones confirmadas y las 185 especies adicionales de las que no se conocen poblaciones supervivientes.

«Nuestro estudio demuestra que no podemos seguir subestimando las amenazas. Proteger y restaurar las selvas y bosques es fundamental no sólo para salvaguardar la biodiversidad, sino también para hacer frente al cambio climático», subraya a Jennifer Luedtke Swandby, directora de la alianzas de especies de Re:wild, coordinadora en la UICN y una de las autoras principales del artículo.

Sus datos apuntan a que el cambio climático ha sido la principal amenaza para el 39% de estas especies y se espera que esta cifra aumente. La destrucción y degradación del hábitat, exacerbada por los efectos del cambio climático, afecta al 93% del total de especies de anfibios amenazadas.

Importancia

La desaparición de estas especies tendrá consecuencias. «Los anfibios tienen un rol sumamente importante en la cadena alimentaria, mucho más de lo que podemos imaginar», cuenta Burrowes a ABC. Ya hay estudios que lo demuestran. En Panamá, por ejemplo, la desaparición de ranas generó en pocos años un efecto cascada que también mermó las serpientes tropicales. Y los investigadores sospechaban que también pasaba lo mismo con otros depredadores de anfibios.

«Los anfibios están desapareciendo más rápido de lo que podemos estudiarlos, pero la lista de razones para protegerlos es larga e incluye su papel en la medicina, el control de plagas, su capacidad para alertarnos sobre las condiciones ambientales, así como mejorar la salud de los ecosistemas y hacer del planeta un lugar más hermoso», explica en una nota de prensa Kelsey Neam, coordinadora de prioridades y métricas de especies de Re:wild y una de las autoras principales del artículo.

El estudio, sin embargo, abre la puerta a la esperanza. Desde 1980, el riesgo de extinción de 63 especies se ha reducido gracias a programas de conservación. Para los autores, estas cifras demuestran que la conservación funciona. Por ello, piden, hay que «aumentar significativamente la inversión en la conservación de los anfibios».

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