Mercedes Formica: la falangista que gritó contra el machismo
El 7 de noviembre de 1953 publicó en ABC el artículo ‘El domicilio conyugal’, en el que denunciaba el injusto estatus legal de las mujeres casadas, texto que provocó que el régimen pusiera el grito en el cielo por su repercusión internacional y dio origen a la reforma de 66 artículos del Código Civil
Por qué el 8-M es el Día Internacional de la Mujer
Mercedes Formica, junto a la fotógrafa Inge Morath, en 1996
«En un hospital madrileño agoniza una mujer, víctima de doce cuchilladas . La historia es realista, amarga. El marido se limita a golpearla, límite bastante suave en un hombre que llegará al parricidio. De estos golpes existe constancia abundante en la Comisaría del ... distrito». Así arranca el demoledor artículo ‘El domicilio conyugal’, publicado en ABC el 7 de noviembre de 1953, que denunciaba, desde el corazón del mismo régimen franquista que puso el grito en el cielo al leerlo, el injusto estatus legal de las mujeres casadas. Lo firmaba una destacada falangista, la abogada Mercedes Formica . El artículo cayó como una bomba en uno de los puntales de la dictadura –la sumisión de la mujer, conmocionada por su repercusión internacional: ‘The New York Times’, el ‘Daily Telegraph’ o la revista ‘Time’ reprodujeron lo reivindicado por Formica en ABC, que dio origen a la reforma de 66 artículos del Código Civil. La agencia Magnum, de Robert Capa, envió a Madrid a la prestigiosa fotógrafa Inge Morath , la primera mujer en incorporarse a la agencia, para entrevistarla.
Grandes avances para los derechos de la mujer . Esa fue la consecuencia que muchos se han empeñado en borrar debido a su pasado en la Falange, en un ejercicio de auténtica desmemoria histórica. «Nuestro Código Civil, tan injusto con la mujer en la mayoría de sus instituciones», dice en el texto que originó un encendido debate social. En aquellos días llegaron a la redacción más de cien cartas diarias. El periódico recabó la opinión de los mejores juristas y resultó que la mayoría coincidía con las tesis de Formica. No podía ser que la ley siguiera amparando siempre al hombre aunque fuera un maltratador. Como pasó con Antonia Pernia… «Esa mujer –escribe– representa un símbolo (…); una injusticia de la ley la llevó al inútil sacrificio de su vida. No permitamos que su caso se repita». La falangista Formica cruzó su camino con el periodista Luis Calvo , a quien el espinoso artículo le cayó encima como una inesperada tormenta en verano nada más ocupar su mesa de director de ABC. Empeñado en publicarlo, tres meses pasó lidiando con los censores.
Gaditana criada en Sevilla, en cuya universidad cursó sus estudios de Derecho, se afilió a la recién fundada Falange en 1933. En sólo tres años fue nombrada por José Antonio Primo de Rivera delegada nacional del Sindicato Español Universitario (SEU) femenino y formó parte de la Junta Política de Falange Española. Era una de las tres únicas abogadas colegiadas en Madrid en aquel momento.
Cita con Franco
Cuentan que fue Mercedes Sanz-Bachiller quien le concertó una cita con Franco para plantearle la injusticia de que las mujeres al separarse lo perdieran todo: casa, hijos y bienes. El dictador le recibió en su residencia de El Pardo. Como ella, era hijo de padres separados. Los respectivos progenitores habían abandonado a sus esposas. Ambos se entendieron. No sería casualidad que tras aquella entrevista se alumbrara la reforma del Código Civil de 1889 . El artículo 67 pasó a permitir que en caso de separación la mujer pudiera vivir con los hijos menores de siete años en la que hasta entonces se consideraba la ‘casa del marido’, que pasaba a ser la ‘vivienda en común’, es decir, el domicilio conyugal. «Los señores jueces deberían tener facultades para otorgar la titularidad del domicilio conyugal al cónyuge inocente, en este caso la esposa, ya que el domicilio conyugal es la casa de la familia y no ‘la casa del marido’, como dice la ley» (artículo de ABC).
En el artículo 68.2 fue eliminado el concepto ‘depósito de la mujer’, que consistía en que al separarse fuera ‘depositada’ en algún lugar lejano de la ‘casa del marido’, que podría ser desde un convento hasta la casa de sus padres o de un familiar, y él debía elegir a los ‘depositarios’. En fin, todo un despropósito contra el que luchó sin tregua Formica . Dos años más tarde publicó la novela ‘A instancia de parte’, por cuyas páginas navegaba con rumbo la idea de que la ley es una trampa hecha para que caigan en ella las mujeres. Su mirada crítica y combativa se extendió a la Ley de Enjuiciamiento Civil, el Código de Comercio y el Código Penal.
Mujer culta y sensible, novelista, ensayista y amante de la poesía. El primer tomo de sus memorias lleva el elocuente título de ‘Escucho el silencio’. Se sintió silenciada por ser mujer y porque sus ideas estallaban las costuras falangistas. La audaz Mercedes se atrevió a escribir la primera «recensión, larga y profunda» (Gloria Nielfa, ‘La difusión en España de El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir’, UCM, 2002), de un libro maldito, prohibido por el Vaticano y, por supuesto, por la censura franquista: ‘El Segundo Sexo’ . Lo hizo en la Revista de Estudios Políticos (número 49, enero-febrero 1950), alineándose con la filósofa francesa en la defensa de la igualdad de hombres y mujeres: es el rechazo de la injusticia lo que acerca a «una francesa existencialista y una española católica», reconoció para escándalo de los censores.
Memoria en deuda
Pilar Primo de Rivera, con quien mantenía una pésima relación, le encargó una ponencia sobre la mujer y el trabajo para el I Congreso Femenino Hispanoamericano de 1951. Mercedes, fiel a los principios que la llevaron a ejercer la abogacía en defensa de los más desfavorecidos por la ley , escribió un texto que fue considerado por la Falange inadmisible al defender la revolucionaria idea de que la mujer estaba plenamente capacitada por sí misma y no debía ser sometida al hombre. «El texto se ha perdido», le dijeron desde las cumbres falangistas. Algunos de sus párrafos aparecieron diez años después convertidos en artículos de la Ley 56/1961, de 22 de julio, sobre derechos políticos profesionales y de trabajo de la mujer, cuyo tanto se apuntó precisamente Pilar Primo de Rivera como Delegada Nacional de la Sección Femenina.
El Día Internacional de la Mujer merece el recuerdo de los años que Formica dedicó a la defensa de mujeres maltratadas y a la lucha para evitar más muertes. «Hora es ya de prevenir, en lugar de lamentarse», clamaba en los últimos párrafos de aquel artículo de ABC que hizo historia. Aunque no consta en ninguna ley, existe la justicia histórica. Es lo que debería aplicarse a mujeres como Mercedes Formica o Mercedes Sanz-Bachiller y Carmen de Icaza, fundadoras del Auxilio Social y defensoras de los derechos de las mujeres que eran negados por el propio régimen al que ellas pertenecían. En 1936, meses antes del comienzo de la Guerra Civil, la publicación por capítulos en la revista Blanco y Negro de Cristina Guzmán, profesora de idiomas, novela de Carmen de Icaza, fue un fenómeno social. La protagonista era una madre soltera que daba clases particulares para sacar adelante a su hijo.
Una valentía innegable
Ninguna de aquellas mujeres militaba en organizaciones feministas . Su lucha era diferente pero no por ello desdeñable ya que, no sólo demostraron una innegable valentía, sino que algunas, como es el caso de Formica, resultaron indispensables para cambiar las leyes. Todas ellas son claros ejemplos de que en la Historia, al igual que en la vida, no todo es blanco o negro.
En España las mujeres no pudieron ser juezas hasta la Ley 96/1966, de 28 de diciembre, que suprimía la limitación establecida en la Ley de 22 de julio de 1961 sobre derechos de la mujer.