La epidemia del fentanilo crece sin freno en Estados Unidos y ataca ahora a los más jóvenes
Las sobredosis volvieron a batir récord en 2021 impulsadas por los opiáceos sintéticos y se duplican en los adolescentes

A Michael Stabile , un chaval de 15 años de Coeur d’Alene (Idaho), sus padres se lo encontraron inconsciente en el cuarto. Poco antes había llegado, saludó y, como siempre, se metió en su habitación a escuchar música. Fue en mayo del año ... pasado, y era el tercer menor en su región que moría de sobredosis en los últimos meses por pastillas que llevaban fentanilo , el opiáceo sintético que se esparce como la pólvora en EE.UU. desde hace años. Paris Serrano tenía 14 años cuando el 9 de marzo de ese mismo año murió de forma similar. Su madre cree que esa droga -mucho más potente que la heroína- iba mezclada en un porro de marihuana que Paris se fumó con sus amigas del colegio. Unos meses antes, en noviembre de 2020, Dalilah Julianna Mederos corría la misma suerte. Creía que se tomaba un ‘Percocet’, un fármaco que mezcla oxicodona -otro opiáceo sintético, de menor intensidad- con paracetamol y del que se abusa en EE.UU. Se lo había comprado a un camello de 16 años, pero la pastilla también llevaba fentanilo. Murió de sobredosis. Tenía doce años.
Son ejemplos de cómo la epidemia de los opiáceos va mucho más allá de las imágenes habituales de ‘yonquis’ desahuciados, tirados en las aceras de zonas de menudeo de las grandes ciudades, que se inyectan o fuman lo que pueden.
La oleada de sobredosis está instalada desde hace muchos años en esos barrios marginales y en las regiones posindustriales empobrecidas de la América profunda, pero cada vez arruina a gente más diversa : desde niños de California a adultos de entornos rurales de Alaska. La mayoría, víctima del fentanilo temible.
Esta semana se han conocido los datos provisionales de 2021 que registran los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés), la autoridad médica de EE.UU. Un año más, el número de sobredosis aumenta. En 2021, según este organismo, fue la causa de fallecimiento de casi 108.000 estadounidenses. Supone un aumento considerable, del 15%, respecto a los números de 2020. Pero todavía es peor si se tiene en cuenta que aquel año el número de sobredosis creció en un 30%.
Más de un millón de personas
En lo que vamos de siglo, ya han muerto más de un millón de personas por sobredosis en la primera potencia mundial. Y el problema va en aumento de manera irremediable: desde la década de 1970, las sobredosis han crecido todos los años, con la excepción de 2018.
Desde 2020, sin embargo, la explosión de casos es abrumadora. Dos circunstancias coinciden para este repunte. En primer lugar, la pandemia de Covid-19 , que exacerbó los problemas de soledad y abandono que empujan a muchos a la droga, cerró servicios esenciales para los adictos y dificultó el tratamiento. La segunda, quizá más decisiva, es la ubicuidad y el peligro del fentanilo. Es una droga barata de producir -en su mayoría, en laboratorios de México con químicos importados de forma ilegal desde China-, fácil de distribuir y con capacidad de mezclarse con casi cualquier cosa. Se puede convertir en un polvo blanco que en la calle se mezcla con heroína, cocaína o metanfetaminas. Esta última mezcla, lo que en la calle llaman ‘ speedballs ’ o ‘ goofballs ’, son cada vez más comunes. En ocasiones, como le pudo ocurrir a Mederos, el fentanilo va mezclado en versiones callejeras caseras de fármacos contra la ansiedad, como el Xanax , o para la atención, como el Adderall .
Cerca del 70% de las sobredosis registradas en EE.UU. el año pasado se debieron al fentanilo. Su potencia provoca que muchos adictos no controlen la dosis y acaban muertos. Pero también que sufran sobredosis personas que no son adictas, o incluso que lo consumen -a veces sin darse cuenta, como ha pasado en algunos de esos casos de menores- por primera vez.
Según la revista científica ‘Journal of the American Medical Association ’ (JAMA), en la primera mitad del año pasado fallecieron 1.150 adolescentes estadounidenses de entre 14 y 18 años. El número representa un salto del 20% respecto al año anterior y de más del 100% respecto a 2019. Hay estados, como Oregón, que ya prepara protocolos para que en los colegios haya naxolona, el fármaco resucitador en caso de sobredosis
Además de ganar peso entre los menores, la epidemia de opiáceos se extiende más allá de sus feudos tradicionales, los estados de la costa Noreste y los del Medio Oeste, en especial, en la región de los Apalaches. En los dos últimos años, sin embargo, el crecimiento es mayor en estados del Oeste. Donde más ha crecido en 2021, con un aumento del 75%, es en Alaska.
Hace unas semanas, Joe Biden presentó una nueva iniciativa nacional contra la droga, con mayor atención a estrategias preventivas de la sobredosis: más dotaciones para puntos de intercambio de jeringuillas, más recursos para naxolona o distribución de kits que determinan la presencia de fentanilo en pastillas. También 600 millones de dólares adicionales para combatir la entrada de fentanilo desde la frontera sur. Ante la magnitud del problema, parecen tiritas en una hemorragia descomunal y para la que los expertos tienen un pronóstico claro: seguirá creciendo en los próximos años.
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