Beatriz Cicuéndez, la coleccionista de becas
Esta investigadora de 24 años, con uno de los diez mejores expedientes académicos de España, ha encadenado seis grandes becas y ha eludido el ‘valle de la muerte de la ciencia’, como se conoce a no poder investigar por falta de financiación

A Beatriz Cicuéndez Salazar (Madrid, 1997), la vocación científica le viene de familia y reconoce que necesita «tener aficiones que la saquen del laboratorio porque investigar engancha». Hija de un profesor y una matemática, y hermana de un doctor en Astrofísica, relata que ... siempre ha tenido «mucha curiosidad por saber qué hay detrás de todas las cosas, mucha paciencia y muchas ganas de trabajar, y creo que la Ciencia es justo eso». Además, dice, «mis padres siempre me han motivado a ir todo lo lejos que yo pueda».
Entre su propio talento, el esfuerzo, el sacrificio y el estímulo familiar, Beatriz ha ido labrando un brillante expediente académico -uno de los diez mejores de España- que se podría resumir así: termina la ESO con matrícula de honor; Bachillerato con 10; graduada en Bioquímica por la Universidad Autónoma de Madrid con nota media de 9 y cuatro matrículas de honor, y finaliza el máster de Biomedicina Molecular como primera de su promoción. Aún así, esta joven saca tiempo para distraerse: toca el piano, estudió música y juega al balonmano: «Es importante tener aficiones más allá del trabajo», relata.
Gracias a su brillante expediente y a su tenacidad -porque tuvo que insistir-, Beatriz fue encadenando beca tras beca como los alpinistas acumulan ‘ochomiles’. Entre ellas, las de CNIC, Fundación Areces, UAM y la beca de doctorado que le ha concedido la Fundación ‘la Caixa’ para desarrollar varios proyectos en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC). Curiosamente, Beatriz tuvo que pedir dos veces cada una de estas seis grandes becas, porque la primera se la denegaron en todas ocasiones. Pero al ir enlazando una beca tras otra , ha podido eludir el ‘valle de la muerte de la Ciencia’, como se conoce a no poder realizar proyectos de investigación por falta de financiación. De hecho, ella solo tuvo «tres meses de parón entre una beca y otra, y por problemas burocráticos».
La joven investiga ahora en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III con la beca de la Fundación ‘la Caixa’
Entre las ramas de la Ciencia, Beatriz escogió la salud y, durante un Programa de Intercambio que la llevó -también becada- a la Universidad Estatal de Ohio, se apasionó por el metabolismo . «Tuve profesores muy buenos y me centré en las rutas metabólicas». Tras unas prácticas en el CNIC, en el grupo de Guadalupe Sabio, se dirigió en concreto «al estudio del metabolismo para intentar entender cómo la obesidad lleva a enfermedades cardiometabólicas», explica.
Beatriz tiene previsto abandonar de nuevo España porque investigar fuera «es una experiencia que enriquece muchísimo», aunque luego «me gustaría volver si tengo la oportunidad de seguir haciendo Ciencia de alto nivel». Pero ahora está disfrutando de la beca de la Fundación ‘la Caixa’ que le permite seguir investigando. Reconoce que el tiempo avanza lentamente en el laboratorio. «Por ello -explica-, tienes que aprender a ver la emoción en las cosas pequeñas . Si un pequeño experimento te sale bien, satisface muchísimo porque hay muchas cosas que te van a salir mal. Tienes que motivarte con las cosas pequeñas para no caer en la frustración. La Ciencia es una carrera de fondo con obstáculos», sentencia.
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