En cuarentena
Yo me confieso
Me confieso que veo en la Centuria el regreso al futuro de la música procesional
Programa de la Semana Santa de Sevilla 2025
Hoy que nos marcarán con una cruz en la frente anunciándonos el 'memento mori' con el que iniciaremos esta Cuaresma tardía para purgar nuestros pecados durante estos cuarenta días de penitencia, yo me confieso. Me gustan las agrupaciones musicales más que al maestro Manuel Rodríguez ... Ruiz y que a José Manuel Mena Hervás. Escucho un platillo y me vengo tan arriba que me salgo del paso como el Pilatos de San Benito. Reconozco a esta 'nueva' Virgen de los Reyes como la digna heredera de la mítica Arahal, a la que por fin escucharemos otro día más allá del Domingo de Ramos en San Julián.
Yo me confieso, porque en el nuevo repertorio de las Cigarreras veo una música innovadora y culta, una orquesta sinfónica que mantiene un estilo que otras sí han perdido con los pitidos y campanitas. Me confieso, querido lector, porque veo una diferencia abismal entre las Tres Caídas más clásica o la de hace una década que la de las marchas actuales, en las que apenas observo la conservación del estilo de la Triana de 'Bulería en San Román'.
Me confieso, como friqui diagnosticado y sin cura, aunque duela reconocerlo, que hubo un día que fui por el pasillo al compás y me vi sorprendido con todo el rubor cuando abrieron la puerta y me pillaron rematando la vuelta al compás de 'El Desprecio de Herodes' y arrancando de frente con poderío.
Me confieso un poco harto de la marcha 'Eternidad', que ha sonado desde los cines de Callao hasta en el anuncio del 'Andalusian Crush' pasando por el misterio de las Aguas en Molviedro. Las cosas, de tanto usarlas, se acaban gastando, menos las que son clásicas de verdad. Por eso me confieso que veo en la Centuria el regreso al futuro de la música procesional, porque ha sabido superar su enorme bache para presentarse con la pureza de siempre pero con la armonía de las más grandes, donde siguen siendo insuperables las cornetas que dirige Julio Vera.
Y me confieso que no soporto ya 'Mi Amargura' ni 'Siempre la Esperanza', hasta el punto del sangrado auditivo, cada vez que suenan en la vuelta de Rioja a Velázquez o en la entrada de un palio bullanguero. Por eso, termino confesando mi admiración por el hombre que le ha puesto música a la Semana Santa a la que aspiro, la que conserva el aura de 'Soleá dame la mano' en la partitura de 'Después de la Madrugá'.
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