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Arte y demás historias

La moda en Las Meninas

La magna obra salió de los pinceles de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez durante la etapa final de su vida, cuando había llegado a unas cotas de excelencia que aún hoy, en el siglo XXI, nos siguen dejando perplejos

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Las meninas o La familia de Felipe IV. 1656. Museo Nacional del Prado. Madrid. Wikimedia Commons
Bárbara Rosillo

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'Las meninas' es una obra cumbre del arte universal, una pintura cortesana que custodia el Museo del Prado desde su inauguración en 1819. Su primitivo título era 'La familia de Felipe IV', pero el pintor Pedro de Madrazo, responsable del catálogo de la pinacoteca publicado en 1843, fue el artífice de este curioso título en alusión a las dos damitas que atienden a la infanta Margarita. Tal y como recoge el Tesoro de la Lengua Castellana (1611), la palabra «menina» es una voz portuguesa que aludía a las jóvenes de familias nobles encargadas de atender a la reina y las infantas en la corte española.

Para quien no haya tenido ocasión de contemplarlo en directo, diremos que estamos ante un cuadro de gran formato en el que todos los personajes aparecen «vivos» ante nosotros, mastín incluido, provocándonos una intensa emoción, ya que podemos percibir hasta el aire que respiran. La magna obra salió de los pinceles de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez durante la etapa final de su vida, cuando había llegado a unas cotas de excelencia que aún hoy, en el siglo XXI, nos siguen dejando perplejos. El sevillano desarrolló prácticamente toda su carrera en la corte española, a la que llegó de la mano del conde-duque de Olivares, comenzando a trabajar para el Rey Planeta en 1623, relación laboral que solo quedó interrumpida por su muerte en 1660.

Nos encontramos en el Alcázar de Madrid, el palacio de los Austrias que pereció bajo las llamas en 1734, y más concretamente en la sala principal del Cuarto del Príncipe. Repasemos los once personajes que aparecen ante nosotros. De izquierda a derecha el primero es el mismo artista, que se halla junto a un gran lienzo en el que, supuestamente, está pintando a Felipe IV y Mariana de Austria, reflejados en el espejo. Velázquez viste a la moda, es decir, de negro y con golilla. El negro fue implantado en la corte desde los tiempos de Felipe II, siendo considerado símbolo inequívoco de elegancia y sobriedad. El llamado «ala de cuervo» se extraía de un árbol americano llamado palo de Campeche y proporcionaba a los tejidos un color intenso. En Europa se denominó el «negro español», su precio era alto y estaba muy cotizado.

Autorretrato de Velázquez en Las Meninas

Volviendo a nuestro cuadro, en el grupo central se encuentra la famosísima protagonista de la composición, la infanta Margarita, una niña de cinco años que es atendida por las dos damitas: María Agustina de Sarmiento, que le ofrece un búcaro con agua, e Isabel de Velasco. Detengámonos en sus vestidos, lucen el complejo atuendo femenino del Barroco español, un traje que en sí mismo reúne las características propias del periodo tales como la pompa, el artificio y la extravagancia.

El conjunto está formado por un jubón muy ceñido, que aplasta el busto, con mangas acuchilladas, es decir, abiertas longitudinalmente, un cuello denominado valona cariñana y una basquiña sobre guardainfante. Este último consistía en un armazón con forma de cesta invertida que se colocaba en la cintura y se fabricaba a base de aros de metal o mimbre unidos por cintas o cuerdas con rellenos de diversos materiales. Su finalidad era ahuecar la falda y que la tela luciera en todo su esplendor. La basquiña era de tal anchura que ocasionaba inconvenientes e incomodidades de todo tipo, como no poder franquear las puertas de frente. El peinado tenía mucho protagonismo, ya que la cabeza debía guardar un tamaño acorde con la falda para no parecer absurdamente pequeña; por ello se ensanchó por medio de pelucas y postizos que se colocaban mediante alambres adornándose con flores, plumas y joyas, y en este caso bellos adornos que imitan mariposas.

Detalle de Las Meninas

Margarita de Austria lleva un precioso vaquerillo, atuendo propio de la infancia, en seda color crudo y compuesto por jubón y basquiña con decoraciones en negro. Se trata sin duda de un traje muy rígido y pesado para una niña tan pequeña, por lo que solo lo luciría en ocasiones señaladas. Su peinado es sencillo, pelo suelto y raya a un lado con un precioso lazo rojo, mismo adorno que aparece en sus muñecas. A su lado se encuentran la enana María Bárbola vestida de terciopelo negro con galones de plata, y junto a ella el diminuto paje Nicolasito Pertusato, con coleto y calzas rojas, que parece querer jugar con el perro, aunque éste, muy dignamente sentado, no parece muy por la labor. Detrás se encuentra doña Marcela de Ulloa, vestida con un monjil, muy común entre las viudas y parecido al hábito de las monjas, conversando con un guardadamas, único personaje del que no conocemos su identidad. Al fondo, detrás de la puerta abierta vemos a don José Nieto, uno de los aposentadores de palacio.

Los pintores de cámara eran los encargados de transmitir la imagen real y dotarla de toda la majestad y el empaque posible. Diego Velázquez siguió puntualmente dichos preceptos, pero dotó a sus personajes de una humanidad que se hace especialmente patente en sus retratos infantiles. Felipe IV (1605-1665) tuvo a su servicio a uno de los mejores artistas de la historia, por sus pinceles pasó toda la familia real española y otros muchos personajes, ya conocidos, ya anónimos, pero inmortales gracias al legado del genial maestro.

Si te ha interesado este tema, sigue leyendo en este enlace: Las meninas es un trozo de la vida de España.

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