Entrevista
«Hay que saber mucho de Humanidades para ser un buen profesional de los datos y poder analizarlos»
Francisco J. Fernández Romero, doctor en Derecho y especialista en procesos de digitalización y datos, dice que «la sectorización del conocimiento es anticompetitiva y ha pasado a la historia»
«En Estados Unidos el funcionario responde personalmente de los perjuicios que puede causar a un ciudadano; en España, no»

Francisco José Fernández Romero ha coordinado el Master de Abogacía y de Asesoría Jurídica de Empresa en la Universidad Loyola Andalucía y es actualmente socio director del bufete de abogados Cremades-Calvo Sotelo en Sevilla. Fue director jurídico corporativo de Ayesa, ... jefe de equipo del departamento de Derecho Público y Urbanismo y jefe de contratación pública de Giasa y Ferrocarriles andaluces. En 2016 recibió la Medalla de Oro al Mérito Profesional otorgado por el Consejo de Relaciones Industriales del Ministerio de Trabajo y es autor de numerosas publicaciones sobre contrato de obra, colaboración público-privada, contrato de project management y Legislación Ambiental. Está a punto de publicar un libro sobre la gestión de datos , algo que considera clave para el futuro tanto de las compañías privadas como de las administraciones públicas.
—Los entrenadores de las grandes ligas de fútbol o baloncesto se basan en la gestión de datos de todo lo que hacen sus jugadores en el campo (kilómetros que recorren, asistencias, remates, sus movimientos en el campo) para diseñar alineaciones, estrategias de equipo e incluso el número de calorías que debe ingerir cada uno para cumplir mejor su función. ¿Esto podría ser extrapolable a la actuación de la Administraciones públicas?
El concepto de datos te da una previsibilidad de lo que ha ocurrido en cualquier ámbito y te proporciona también una formidable capacidad de prospectiva, de lo que va a ocurrir. Mezclando ambas cosas, la fiabilidad en la toma de decisiones es muy alta, lo que por supuesto es aplicable, además de a las compañías privadas, a las administraciones y las políticas públicas.
¿Tenemos en Sevilla y el resto de Andalucía una buena cantera de profesionales especializados en la obtención y gestión de datos?
Cada vez más. De hecho, la formación en las universidades va caminando por ahí con nuevos ciclos y en los próximos años será una de las apuestas del futuro. Esta gestión de datos será indispensable no sólo en las empresas privadas sino también en las administraciones públicas.
¿Y qué tipo de formación deberían tener estos profesionales?
Deberán ser personas con destrezas no sólo en el tratamiento y análisis de estos datos sino con una relevante cultura general. Para ser buen profesional de los datos, hay que tener una formación humanística importante. A mis alumnos siempre les digo que es básico aunar ambas disciplinas (la tecnología y el humanismo) y que siempre procuren mantener contacto con esas áreas de conocimiento porque los convertirá en los profesionales más demandados.
Resulta llamativo el desinterés de nuestros gobernantes por las Humanidades, que se refleja en las sucesivas reformas de los planes de estudio que han ido quitando horas de Filosofía, Latín, Griego y otras asignaturas humanísticas. ¿También se han equivocado en esto?
En el caso de la gestión de datos también sería un error porque es todo lo contrario. Ambas disciplinas están muy conectadas y para ser un buen profesional de análisis de datos es preciso saber de Humanidades. Y cuánto más sepan, mejor. Yo aterricé en el mundo de los datos desde el Derecho y esa óptica me resultó muy útil para abordar esta disciplina.
Gabriel Plaza, el alumno que sacó mejor nota de la EBAU en Madrid (un diez en todas las asignaturas de la prueba excepto en alemán, donde logró un 9,75), anunció hace algunos días que estudiaría Filología Clásica en la Complutense. Hubo tanta gente que le criticó en las redes sociales por su elección que decidió cancelar sus cuentas. ¿Qué le parece?
Entiendo perfectamente la elección de este estudiante tan brillante y lo que me parece incomprensible son las críticas de la gente. Ya no estamos en la sectorización del conocimiento y el mundo de la tecnología, como el de los datos, requiere de unas habilidades, entre ellas, la capacidad de razonar y de pensar. Y la Filología, como cualquier otra carrera de tipo humanístico, te ayuda a hacerlo. Ese bagaje le será muy útil para cualquier actividad a la que quiera dedicarse.
¿La historia y la filosofía complementan a los profesionales de la tecnología, tan valorada en el mundo actual?
Sin duda. No debemos apartarnos de las humanidades en la sociedad tecnológica. La tecnificación no debe ir nunca en detrimento de los conocimientos clásicos y están aflorando espacios como el de los datos que demuestran que son complementarias y deben estar conectadas.
Sin embargo, no parece que lo estén ahora.
Es todo un reto cambiar la mentalidad de muchas personas para conectarlas. No sólo progresaremos y mejoraremos económicamente y como sociedad sino que también formaremos a personas mucho más completas.
Usted dirigió un máster de Derecho y Empresa en la Universidad Loyola. ¿Qué les decía a sus alumnos?
Que ya no hay sectorización del conocimiento, que se olviden de eso porque es algo anticompetitivo que ha pasado a la historia. Yo lo veo en mi ámbito de trabajo constantemente. En este mundo globalizado son cada vez más importantes las habilidades humanísticas conectadas con las técnicas.
El libro que va a publicar próximamente se titula "El negocio de los datos" (Wolter&Kluwers).
El negocio de los datos alude más que al derecho a las políticas públicas. Recoge publicaciones de mis últimos años sobre nuevas estrategias y que abundan en cómo las administraciones pueden servirse de la cantidad de datos que acumulan para tomar mejores decisiones y planificar medidas. También para decidir qué proyectos acometer y cuáles no. Enfocar el dato, en definitiva, a la mejora del servicio que las administraciones prestan al ciudadano.
¿Podría poner un ejemplo?
Por ejemplo, cómo se puede mejorar con datos la política municipal o la capacidad de de decisión de los concejales de una localidad de cien mil habitantes. También es importante la transformación digital de las administraciones públicas.
¿Cómo estamos en Andalucía ahora mismo en ese campo?
-No podemos decir que vayamos retrasados. De hecho, con la creación de la Agencia Digital de Andalucía nos metemos directamente en el modelo europeo de gestión de datos y seguridad, es decir, que los proyectos vayan avalados por datos y sobre todo, lo más importante a mi juicio, reconocer que el modelo de sociedad en la que queremos vivir está basado en la calidad de los datos. Esto se ve en la gestión de los hospitales, por ejemplo.
La colaboración público-privada ha funcionado muy bien en la sanidad durante la pandemia y gracias a ella se pudieron reducir las elevadas listas de espera que generó el confinamiento durante la primera ola de la pandemia. ¿En qué otros campos cruciales podría tener buenos resultados?
En cualquier otro campo. La pandemia ha hecho aflorar las ventajas de la colaboración público-privada y ahora misma rara es la política pública que no pueda aprovecharse de esta colaboración, desde la gestión de ámbitos culturales hasta el mundo de las infraestructuras. También por supuesto en el campo de la educación. La colaboración público-privada ha llegado para quedarse.
En 2025 se pondrá en marcha el proyecto de "smart city" en la isla de la Cartuja de Sevilla.
Eso es lo que yo llamo urbanismo inteligente. Ese proyecto está basado en una integración de datos que permite mejorar las decisiones de tráfico o consumo energético, por ejemplo. Ese va a ser, sin duda, el futuro.
Usted ha escrito también sobre la necesidad de una mayor colaboración entre las administraciones públicas porque no siempre comparten sus datos, lo cual va en perjuicio del ciudadano.
Sí, hay muchos datos disgregados y las propias administraciones desconocen a menudo el valor de los que tienen. Se les puede sacar mucho más rendimiento a los datos y hay mucho campo de mejora sobre todo en la planificación y en la transformación digital de los servicios públicos. Auguro la creación de centros de gestión de datos como se crearon en su día los parques científicos y tecnológicos.
También ha escrito sobre la conveniencia de impulsar en Andalucía un ecosistema de pequeñas empresas innovadoras que ayuden a la administración a mejorar sus servicios. ¿Cómo?
Esa idea proviene de lo que se hace en Estados Unidos, donde la Administración actúa como tractora de ideas que el sector privado ayuda a desarrollar. Son ideas que tienen muy en cuenta la óptica del ciudadano.
¿Por ejemplo?
Ideas que crean empresas que sirven para fijar la población en lugares poco poblados, que ayudarán a que los jóvenes no tengan que marcharse de sus localidades. Esas pequeñas empresas innovadoras lo están logrando en Estados Unidos y se pueden lograr también en Andalucía y el resto de España. Mientras más trasparencia tenga la Administración, más capacidad tendrán esas empresas de cumplir su función. La gestión de datos ayuda a crear empresas innovadoras y la Agencia Digital de Andalucía está ayudando en esta labor.
¿Qué tipo de datos pueden ayudar a conseguir ese ecosistema de empresas innovadoras?
Los datos más importantes para este tipo de empresas son los que provienen de la gestión de los servicios públicos por parte de las administraciones. Por ejemplo, índices de utilización de carreteras, problemas meteorológicos en los puertos, incidencias hospitalarias, grado de movilidad del comercio electrónico. Con los datos de cuánta gente compra por Internet y el grado de inversión que realizan, se puede saber dónde conviene tener restaurantes y servicios. Si en un puerto hay problemas de meteorología en determinadas épocas, se puede generar un campo en empresas innovadoras que palie estos problemas teniendo en cuenta el consumo energético. Se puede analizar la influencia de las mareas en el atraque de buques y buscar soluciones en estos campos que mejoren la productividad de las empresas. Por eso es importante que la Administración ponga a disposición de todos los datos de esos servicios públicos.
Para las mayores compañías tecnológicas del mundo los datos parecen ser lo que fue el petróleo en el siglo XX. ¿Eso es así?
Los datos se han convertido en el nuevo urbanismo. Antes se medía una gran empresa por los metros cuadrados de los que disponía; ahora, sin embargo, ya lo es por el número de datos que posee y la relevancia de los mismos. Vamos hacia el mercado de la intermediación de datos y ahí la voluntad del particular va a ser muy importante. Sin embargo, hay un momento en que ese ciudadano pierde el control de esos datos y su destino y por eso es tan importante una regulación pública adecuada de los mismos. No sabemos por ejemplo dónde acabarán los datos que dejamos en Internet durante nuestra actividad y quién se podría aprovechar de ellos. Ese es el gran reto que tenemos por delante.
¿Esas grandes compañías tecnológicas pueden abusar de nuestros datos?
Más que abusar, los están explotando ante la falta de regulación. La Unión Europeo está trabajando en una regulación para terminar con estas prácticas.
Facebook colaboró con la difusión masiva de bulos y "fake news" del candidato Donald Trump durante la campaña electoral de 2016. Dicen que esa campaña fue decisiva en su victoria sobre Hillary Clinton. ¿Esto podría volver a ocurrir ahora?
Sí, podría volver a ocurrir. Es un reto impedirlo y garantizar la seguridad jurídica. Con los datos se pueden cometer delitos, eso que se llama ciberdelincuencia. Debemos pasar de la ciberdelincuencia a la ciberseguridad y ese es el tránsito que estamos recorriendo en este momento. Convertir el dato en una garantía para el ciudadano, no en una inquietud o amenaza.
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