Episodios locales
La Plaza Virgen de los Reyes de Sevilla: de la pizarra al granito
En marzo de 1995 se terminó de repavimentar la plaza de la Virgen de los Reyes aunque hubo que levantar la solería diez años después por el deterioro evidente de las losas
Inundaciones en Sevilla y el resto de Andalucía, en directo: última hora del desbordamiento del Guadalquivir, carreteras cortadas y estado de los embalses

Hace treinta años, toda la ciudad bullía con los preparativos para la boda de la Infanta Doña Elena con Jaime de Marichalar, marcada en rojo en el calendario festivo de aquel año. Sevilla quiso ponerle alfombra roja a aquel enlace principesco renovando la pavimentación ... del mejor cahíz de tierra del mundo: las plazas del Triunfo y de la Virgen de los Reyes se cerraron al tráfico y se enlosaron con pizarra gallega. Era una alfombra negra permanente. O eso parecía.
El remate de las obras estaba fijado para el 1 de marzo de 1995, pero se demoraron y llegaron casi por los pelos a la fecha de la boda. La polémica municipal estalló cuando se supo que los trabajos de solado se habían disparado un cuarenta por ciento sobre el presupuesto inicial y habían rondado los 112 millones de pesetas (666.000 euros al cambio) con José Núñez como delegado de Urbanismo y Alejandro Rojas-Marcos de alcalde.
A cambio, la intervención en la plaza Virgen de los Reyes había permitido a los arqueólogos acceder a las trazas del antiguo corral de los Olmos, donde celebran sus sesiones los cabildos civil y metropolitano de la ciudad, y del que sólo queda la imagen de una virgencita en una hornacina de la Giralda y el nombre popular de la puerta de la Adoración de los Magos de la Catedral: puerta de los Palos por el maderamen que sustentaba el corral de los Olmos.


Pasó la boda, se lució el enlosado negro con cenefas blancas en la retransmisión televisiva, pero crecieron las críticas por la fragilidad que exhibían las losetas de pizarra, muy quebradizas en cuanto se hacía presión sobre ellas. Se había eliminado el aparcamiento en ambas zonas monumentales pero la circulación de vehículos autorizados continuaba y dañaba las losas. Incluso se observaban desperfectos antes de terminar las obras.
El resultado fue un continuo dolor de cabeza que duró diez años con un coste para la ciudad de unos 180.000 euros en reparaciones que nunca acababan. Hasta que el Ayuntamiento decidió cambiar el pavimento de pizarra por granito, mucho más resistente. Fue en 2004, una vez se hubo desembarazado el alcalde Sánchez Monteseirín del pacto con los andalucistas en su primer mandato municipal. El PA había controlado el Urbanismo sevillano durante doce años y el enlosado de las dos céntricas plazas era su buque insignia.
Adiós a los coches
Se había eliminado el estacionamiento en las plazas del Triunfo y de la Virgen de los Reyes, pero el tránsito rodado rompía las losetas
Pero hacía aguas. Y Monteseirín terminó de hundirlo en septiembre de 2004 cuando dio permiso para hacer una prueba de resistencia con adoquines de granito rosa alba (procedente de Cáceres) y gris (de la cantera pacense de Quintana) con grosor de ocho centímetros en cuarenta metros cuadrados al pie de la Giralda. Aquello dio resultado y se extendió la marea gris por toda la plaza sin que nadie llorara en publico por los suelos que perdimos.
Los trabajos de repavimentación dieron comienzo en enero de 2005 durante un plazo de ejecución de once meses con un presupuesto global de casi dos millones de euros. Veinte años después, ahí sigue sin mayores desperfectos a pesar de que los cocheros de punto siguen sin herrar con herraduras de goma a los animales de tiro como se dijo entonces para que no dañaran más el pavimento. Pero esa, desde luego, es otra historia.
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