El milagro de Rosana, una cocinera de Sevilla: «Con mi cáncer de páncreas me dieron seis meses de vida»
Se lo diagnosticaron en mayo de 2022 en un estadio avanzado y con metástasis en el hígado y hoy está libre de la enfermedad tras 36 sesiones de quimioterapia y una cirugía de cinco horas
La oncóloga de Rosana: «En el hospital no nos lo creíamos»
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«La vida te cambia en un segundo y ahora la valoro más». Lo cuenta Rosana Fernández Reina (53), madre de dos hijos y cocinera de un colegio infantil de Sevilla, a la que le diagnosticaron un cáncer de páncreas en estadio 4 con metástasis ... en el hígado en mayo de 2022. Este tipo de tumores «silenciosos» (no suelen dar síntomas claros hasta que están avanzados y a menudo con metástasis en otro órgano) tiene mal pronóstico y el que recibió Rosana fue de seis meses de vida. Una noticia de impacto brutal que ella encajó de manera deportiva. «No me vine abajo porque siempre pensé que existía alguna posibilidad de salir adelante y vivir más tiempo».
Aunque su vida cambió en un segundo, ella llevaba perdiendo peso desde hacía bastantes meses. Las alarmas sobre la existencia de una patología grave saltaron cuando se puso de color amarillo y las pruebas que le hicieron en el Virgen Macarena de Sevilla confirmaron su cáncer. Para entonces ya había perdido 25 kilos.
Los médicos intentaron quitarle el tumor del páncreas, de unos tres centímetros de tamaño, en una intervención que no se pudo llevar a término por las complicaciones que presentaba en la vesícula, estómago y conductos biliares, además de las lesiones del hígado. Para ganar algo de tiempo le hicieron una derivación del duodeno y le quitaron la vesícula. «Entonces sí me vine abajo pero rápidamente traté de superarlo y de no agobiarme».
Sin la opción de la cirugía, sólo se podía intentar atacar el cáncer con quimioterapia pero no una cualquiera sino una de las más duras y agresivas que existen (folfirinox) que muchos pacientes no resisten. «Mi oncóloga me dijo que la mayoría no aguantaban más de cuatro meses este tratamiento, pero le dije que aguantaría lo que hiciera falta con tal de tener alguna posibilidad de curarme«, cuenta.
Rosana resistió los seis meses que duraba este ciclo, a los que seguirían otros dieciséis meses más, aunque con fármacos menos agresivos. «Después de cada sesión, que duraba unas cinco horas, me sentía fatal. Llegaba a casa con la cara doblada, literalmente. Uno de los efectos secundarios de esa quimio era la bajada de tensión y la intolerancia al frío y se me doblaba la cara con el frío«, recuerda.
Otros efectos secundarios más conocidos por cualquier paciente oncológico como los vómitos, el malestar general o las náuseas, los pudo superar sin mayores problemas. «Cuando pasaron los seis meses, me hicieron un primer TAC y me dijeron que ya no se veían lesiones en el hígado, lo cual animó a mi oncóloga y a todo el equipo médico a seguir otros seis meses con la quimio«.
36 sesiones de quimioterapia
Rosana recibió 36 sesiones de quimioterapia, desde julio de 2022 hasta mayo de 2024. «Me dieron una sesión cada quince días durante esos casi dos años, sin descanso. La última quimioterapia era más suave y me permitía llevar una vida casi normal», cuenta esta cocinera sevillana, que empezó a recuperar peso. Viendo su evolución y que había sobrevivido casi dos años desde un diagnóstico inicial de seis meses, la oncóloga volvió a enviar las muestras del hígado a otro patólogo, que descartó la existencia de cáncer. Un tercer patólogo consultado también expresó sus dudas de que las lesiones detectadas en ese órgano fueran cancerígenas. El caso es que el hígado de Rosana sanó y desaparecieron las manchas y complicaciones iniciales, por lo que e el equipo de cirujanos del Virgen Macarena se planteó la cirugía para extirpar el tumor del páncreas, causante de todos sus males. «En julio de 2024 me intervinieron por segunda vez y esta vez sí que pudieron operarme y me quitaron el tumor, junto con parte del estómago y del intestino», cuenta. La operación duró más de cinco horas.
El pasado mes de octubre le hicieron un TAC que confirmó su «milagrosa» recuperación. Otra analítica de enero de 2025 descartó la existencia de células tumorales. Rosana estaba libre de cáncer y los médicos no se lo creían. «El doctor Nogales, especialista en cirugía del aparato digestivo del Virgen Macarena, alucinó con mi caso. Mi oncóloga, la doctora Mariló Mediano, dice lo mismo, que es un milagro. Que mi cuerpo aguantara esa quimio y todo lo que vino después«.
Rosana se define como una persona muy alegre y positiva y piensa que eso le ha podido ayudar en estos dos años y medio de calvario médico. «Soy muy disciplinada y desde el principio de mi enfermedad me esforcé por llevar una vida normal, dentro de mis posibilidades. Si me tengo que tomar una cerveza un día, me la tomo, y desde el diagnóstico pensé como en ese refrán de para lo que me queda en el convento, me cago dentro«. Sabe que hay comidas que le sientan mal, sobre todo si tienen grasa, pero disfruta de todas las cosas buenas de la vida, en la medida de lo posible.
Esta mujer y madre de 53 años se muestra muy agradecida a los médicos y demás sanitarios que la han tratado, a pesar de lo mal que lo ha pasado. «He tenido mucha suerte y no puedo decir nada malo de la sanidad pública. Todo lo contrario, me han tratado muy bien en todo momento y la gente ha sido superhumana, especialmente mi oncóloga». Ni siquiera tiene ningún reproche que hacer el primer patólogo que pudo interpretar erróneamente algunas de sus lesiones en el hígado. «Estoy viva gracias a ellos, a los médicos y sanitarios, así que mi agradecimiento es infinito para todos».

«No puedo decir nada malo de la sanidad pública, todo lo contrario. Estoy viva gracias a ella y todos los profesionales sanitarios me han tratado muy bien. Han sido superhumanos conmigo, especialmente mi oncóloga»
Rosana Fernández Reina
Paciente oncológica
Sus dos hijos le ayudaron mucho a sobrellevar todo esto. «Por ellos precisamente traté siempre de hacer la vida más normal posible, sabían el diagnóstico inicial y la esperanza de vida que me dieron, pero traté de demostrarles que sólo era una estimación. Con mi marido y mis hijos formamos un equipo muy bueno y tratamos de alejar esa idea de nuestras cabezas de que me iba a morir«. Rosana es creyente, lo cual también le ha ayudado. «Dios me ha ayudado y me ha dado mucha fuerza. Cuando el doctor Nogales dijo que mi recuperación era un milagro, pensé en mi fe. Siempre me ha dado mucha tranquilidad«.
En todo caso, la espada de Damocles del cáncer sigue ahí, sobre la cabeza de Rosana. «Procuro no pensar mucho en la posibilidad de una recaída pero soy consciente de que existe y eso siempre ronda mi cabeza. Mi oncóloga dice que cuando se cumplan dos años (en julio de 2026) podremos estar un poco más tranquilos. Yo no pienso más allá«.
Un tumor cerebral
Una de las cosas que le ha enseñado la enfermedad es a no hacer planes a largo plazo. «No planeo nunca más allá de siete días y eso me hace disfrutar mucho más que antes de las cosas sencillas y cotidianas como tomar un café mirando al cielo o ver amanecer«, cuenta. Rosana tiene un grupo de amigas de la infancia que también la ha apoyado mucho durante estos casi tres años. «Una de esas amigas, de mi edad, ha muerto hace poco de un tumor cerebral. Me he dado cuenta de que para morirse lo único que hace falta es estar vivo. Por eso, y por todo lo que he pasado en estos años, valoro más la vida. Y esa forma de ver las cosas se ha contagiado a mi familia y la gente que me rodea«. Y añade: «Todo lo que tengo ahora en mi vida no lo he tenido que comprar, es decir, el amor de ellos y de mis amigos«.
Rosana espera que su caso pueda llevar alguna esperanza a otras personas en su situación. «Si yo sigo aquí, casi tres años después, por qué no le puede ocurrir a otros con un pronóstico como el mío», se pregunta.
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