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Inundación del Tamarguillo en Sevilla en 1961: riada de bulos y ayuda militar
La DANA mortal de Valencia vuelve a poner de actualidad el desbordamiento del arroyo Tamarguillo que dejó más de 100.000 damnificados en Sevilla en noviembre de 1961
Inundaciones en Sevilla y el resto de Andalucía, en directo: última hora del desbordamiento del Guadalquivir, carreteras cortadas y estado de los embalses

La mortífera inundación que arrasó el cinturón industrial de Valencia dejando un reguero de muerte y destrucción ha disparado el recuerdo de la riada del Tamarguillo, en la noche del 24 al 25 de noviembre de 1961, que se llevó por delante 30. ... 000 hogares y supuso la mayor catástrofe natural en Sevilla.
A pesar de la evidente diferencia por el número de víctimas mortales, ambas inundaciones separadas por 63 años guardan más semejanzas de lo que a simple vista pudiera parecer. Para empezar, entonces y ahora proliferaron los bulos. Así, el martes 28 de noviembre de 1961, un suelto en ABC desmentía dudas sobre la salubridad del agua de los grifos: «Sobre el abastecimiento de agua surgieron ayer algunos rumores, en los que se ponía en duda la salubridad de la misma. [...] Respecto de la salubridad del líquido elemento, afirmamos rotundamente, apoyándonos en informes oficiales, que es perfecta, pues las estaciones de depuración han funcionado normalmente».
Cuatro días después de la devastadora riada, el periódico insertaba una nota del gobernador civil, Hermenegildo Altozano Moraleda: «Entre tanto, nadie debe creer en modo alguno el bulo propalado por personas cuya conducta no quiero calificar, pero que sufrirán en su momento todo el rigor de la ley».
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Curiosamente, la Policía Armada no practicó ninguna detención por hechos delictivos. En realidad, el pillaje era imposible: las tiendas habían quedado arrasadas y no había manera de moverse como no fuera en barca.
Y a eso se consagró el auxilio de la Fuerza Aérea estadounidense (USAF), que trajo ochenta botes de la base naval de Rota en los primeros momentos de la inundación. Los americanos, como se les conocía entonces, disponían de medios indispensables. La coordinación de la ayuda norteamericana se llevó a cabo desde la oficina del «poblado de Santa Clara», el Ayuntamiento y la base aérea de San Pablo. El primer día facilitaron 15.000 chuscos de pan y 30.000 raciones de leche y otros víveres que distribuyó el Ayuntamiento. Y al día siguiente, entregaron mil raciones en paquetes especiales para los que estaban en la brecha. Entre Santa Clara y San Pablo, los estadounidenses cobijaron a unas 400 personas.
El Ejército español estuvo desde el primer momento en primera línea. Como recordaba el teniente general Castejón (tristemente célebre por la columna a su mando en la Guerra Civil) en la entrega de condecoraciones el 9 de diciembre: «Al solicitarme los primeros auxilios el teniente de alcalde señor Canela Morato, creo que fueron cinco camiones, le ofrecí el doble y le rogué dijera al alcalde que había concentrado ochenta camiones con todos sus elementos dispuestos para salir al primer aviso. Al día siguiente comuniqué al gobernador civil estos mismos ofrecimientos diciendo que dispusiera del Ejército de la Región en cuanto fuese preciso; que podía llamar a cualquier hora del día o de la noche y cuantas veces fuera necesario, pues en estas circunstancias todas las horas eran de servicio».
Ayuda extranjera
La Fuerza Aérea de Estados Unidos trajo ochenta botes de Rota y acogió a 400 personas en Santa Clara y San Pablo
Los soldados se encargaron de cerrar las brechas en el muro de defensa por las que habían entrado cuatro millones de metros cúbicos (la mitad que en Valencia) y se multiplicaron en los socorros. Castejón presumía: «En lo material, la única consigna que hubo de dar está compendiada en esta frase: 'Queda prohibido el descanso'». En efecto, los militares trabajaron sin descanso cincuenta horas cruciales que permitieron restablecer la situación. En eso sí hay diferencias.
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