El enigma del aumento del cáncer de mama en jóvenes: «No tenía antecedentes y era deportista, ¿por qué yo?»
Sin antecedentes familiares ni genéticos, en estos casos que quedan fuera de los cribados no está claro qué hay detrás

A Andrea Wizner le diagnosticaron cáncer con 30 años
«No tengo antecedentes familiares, ni es genético, nunca había tenido síntomas de nada, ni alergias ni afecciones y era muy deportista. Nunca había pasado por un hospital más allá de porque mis padres son sanitarios». La que habla es Andrea Wizner, 35 años ... actuales y solo 30 cuando le detectaron un tumor de mama. Esta diseñadora gráfica de profesión es una de las pacientes que ponen cara a una realidad: el incremento de casos de cáncer entre personas jóvenes que están fuera de los cribados.
En el momento del diagnóstico, Andrea llevaba tres años viviendo en Ibiza. Era marzo de 2020, unos días antes del inicio del confinamiento por la pandemia de Covid. En enero de ese año, de vacaciones en Cáceres, su lugar de origen, se dio cuenta de que algo en su pecho había cambiado. Se notó una bolita. A la vuelta, su médico de cabecera en la isla la derivó rápidamente al radiólogo para las pruebas pertinentes: mamografía, ecografía y biopsia. «Yo iba muy tranquila. Por mi edad tenía que mantener la calma. La posibilidad de que fuera un cáncer era algo muy lejano. Me decían que probablemente fuera una bola de grasa. Mi pareja y yo fuimos súper relajados a ver al oncólogo, hasta que nos dio la noticia: carcinoma ductal infiltrante en estadio uno, el más común. Tenía un 99% de curación. Aun así, la hostia es gorda. Lo primero que piensas es que te vas a morir. Te pones en lo peor«, rememora.
Hablar con su oncólogo la dejó más tranquila: «Cuando me quedó claro que no me podía morir de esto si seguía los pasos, salimos con otro cuerpo. Pensé: Si lo máximo que puedo perder son los pechos y el pelo, vamos para allá, que empieza la carrera de fondo». Aún así, tuvo que enfrentarse a pensamientos intrusivos, al «por qué a mí». Y también a descubrir en la sala de espera de la quimioterapia a alguna mujer incluso más joven que ella. «Nos puede pasar a todos», sentencia.
Pasó por quimio, cirugía, radio e inmunoterapia. Durante cinco años tiene que tomar un tratamiento con inhibidor de hormonas que la mantiene en menopausia artificial. Pero está «limpia» y hace una vida normal, aunque más tranquila que la de antes de la enfermedad. El cáncer le ha enseñado a relativizar. «Aprendes que la tormenta es perder a un ser querido o perder tu salud, no entregar a tiempo un proyecto o engordar un par de kilos», concluye.
Causa desconocida
Elías López, oncólogo y técnico de Atención al Paciente de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), confirma que la incidencia de los tumores en general, y en concreto el de mama, está en aumento, también en gente joven. «En el caso delcáncer de mama precozse ha visto un ascenso en la última década, especialmente en los últimos cinco años», advierte. Detrás de este incremento hay varias causas. El experto señala que la mayor concienciación, el consejo genético, los cribados y unas mejores pruebas de imagen ayudan a detectar tumores más pequeños que antes pasaban desapercibidos. El estilo de vida también tiene su influencia. Y luego hay casos en los que se desconocen las causas porque «todavía no lo conocemos todo del cáncer se nos escapan».
Los factores de riesgo conocidos del cáncer de mama que podemos evitar son el tabaco, el alcohol, la vida sedentaria y la obesidad. Hacer ejercicio y llevar una dieta mediterránea (comer más fruta y verdura, evitar bebidas azucaradas, precocinados y azúcares refinados) nos protege. El doctor Elías López también recomienda acudir a una revisión ginecológica anual y la autoexploración. «En el caso de que ya existan antecedentes de cáncer de mama u ovario en familiares de primer y segundo grado, hay que comunicárselo al médico para pedir una consulta de consejo genético con el objetivo de saber si hay mayor riesgo de cáncer de mama a lo largo de la vida», señala.
Actualmente, el cribado con mamografía está establecido en la sanidad pública a partir de los 50 años, pero actualmente hay una apuesta europea por bajarlo a los 45 años y en EE.UU las nuevas guías aconsejan empezar a los 40 años. «Cada vez hay mayor evidencia para empezar a los 45 años en población general. No está claro si se bajará a los 40, quizás dentro de unos años haya más consenso», apunta el oncólogo. El reto está en los casos que se escapan, el de las pacientes aún más jóvenes y sin antecedentes. «Esos casos son difíciles de detectar de forma precoz. Si sigue en aumento, probablemente las guías de actuación tomen medidas. No solo en cáncer de mama, en cualquier tumor», concluye.
Más investigación
Helena, de 37 años, no olvida el día que se descubrió sin querer un bulto del tamaño de una pelota de ping pong en su pecho. Era marzo de 2022, tenía 35 años y estaba en la cama jugando con su hijo de cuatro años. «Me dio un pellizco sin querer en la mama izquierda y al tocarme, lo noté. Era domingo, me acuerdo perfecto». Acudió al centro de salud sin cita, su doctora estaba de vacaciones y se encontró en la ventanilla con alguien que no consideraba que lo suyo, siendo una mujer joven, fuera una urgencia. Pero ella tenía un mal presentimiento. «No me quedé conforme y conseguí una cita telefónica con mi enfermera, que me gestionó una cita con otra doctora para el día siguiente», rememora. La mandaron al especialista y a finales de abril ya tenía diagnóstico: era malo y había que quitarlo. Tras una operación y dos sesiones de quimio, llegó el siguiente golpe: había metástasis en los huesos. «El cáncer de mama metastásico no tiene cura, pero se puede intentar mantener con diferentes líneas de tratamiento«, explica. Ella ya va por la sexta. «Estos tratamientos y la investigación son los que alargan la vida de los pacientes. Los científicos que van a investigar ya han nacido, pero hace falta dinero e inversión para poder llevarlo a cabo», recuerda Helena, que colabora con la Fundación Cris contra el cáncer, cuyo objetivo es fomentar y financiar proyectos de investigación para el tratamiento y cura de esta enfermedad. «Me encantaría que hubiera una casilla en la declaración de la renta para la investigación del cáncer», sostiene.
A Helena el diagnóstico de cáncer de mama le llegó con 35 años
Helena mantiene una actitud positiva y vital. Le dieron una incapacidad absoluta que le permite estar centrada en su recuperación, aunque reconoce que echa de menos su trabajo y el ambiente con los compañeros. Pero lo que más le preocupa es su hijo de 7 años. «Sé que si no tuviera un hijo, lo viviría de forma diferente. Cuando eres madre, siempre te acompaña la culpa. Y cuando te viene un cáncer, también, porque piensas en que igual faltas«, afirma. Reconoce que siempre ha sido de vivir el presente, pero que ahora también le abruma el futuro: «Cuando llega el cumpleaños de mi hijo pienso en cuántos más voy a poder estar», cuenta emocionada.
Detrás de su cáncer tampoco hay antecedentes familiares ni genética: «Habría que adelantar los cribados o al menos dar la oportunidad a quien quiera de hacerlo antes».