Una geisha señala las cosas que tiene prohibidas hacer en Japón: «No lo cuentas abiertamente»
La geisha ha detallado en un podcast cómo reaccionó su familia cuando descubrió su profesión y cómo ha ido transformándose en los últimos años
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Una de las cosas que más llama la atención de la cultura japonesa es la figura de la geisha. Y es que estas mujeres perfectamente vestidas y maquilladas y que siguen un estilo muy particular y tradicional despiertan una gran curiosidad entre los turistas, que las fotografían y miran asombrados cuando se las encuentran.
A día de hoy, sin embargo, quedan pocas geishas oficiales y hay muchas otras 'falsas' que se visten por la calle para llamar la atención de curiosos. Ahora, la ifluencer Judith Tiral, que entrevista a gente interesante en su canal 'Tenía la duda', ha hablado con Kanae, una geisha que lleva desde los años noventa dedicándose a la profesión y que le ha explicado de qué trabaja realmente, cuánto gana y otras curiosidades.
Kanae, que se adentró en este mundo cuando en la etapa en el instituto se interesó por el baile tradicional nipón, lo escondió a sus padres en un primer momento porque sabía que «se iban a oponer». Se puso a estudiar como 'maiko, aprendiz de geisha, en un instituto especial a los 17 años y allí se sorprendió de que además de danzar le enseñaran a tocar instrumentos y otras artes.
«Fue muy duro...»
«Entretener y divertir a todos los asistentes de un banquete con bailes y representaciones artísticas» es su principal tarea y a día de hoy lo más habitual es acudir a eventos de negocios para empresas. «Se suele empezar con un gran brindis conjunto», expone la nipona y a partir de ahí van interviniendo «sin molestar tampoco en sus propias conversaciones» para hacer más amena la espera hasta que llega la comida, normalmente sushis y sashimis.
La joven reconoce que sus padres descubrieron su profesión porque su madre le «pilló» en casa el kimono con su nombre bordado. «Así que le conté la verdad. Se puso a llorar, fue muy duro. Preferiría que se hubiera enfadado a verla así de triste», explica todavía apenada y haciendo hincapié en que trabajar en el entretenimiento nocturno no era muy buen visto. «En España yo creo que el 90% de la gente creen que las geishas trabajan en algo sexual», le comenta durante la conversación Judith a Kanae, que le responde que «la gente siempre duda de qué tiempo de trabajo es hasta que lo ven y se dan cuenta de que no es de ese tipo que ellos piensan».
Con todo, Kanae asiente cuando Judith le pregunta si le ha pasado alguna vez de «tener que pararle los pies a alguno». «Pero no voy a contarte más...», se calla ella entre risa. La geisha remarca también que su profesión era antes mucho más estricta. «Ahora hay muchísima más libertad. Antes todo se llevaba con mucha más severidad», confiesa ella antes de explicar las restricciones que tiene como geisha.
«Puedes seguir haciendo cosas, pero quizás si vas a algún sitio o haces algo en concreto no lo cuentas abiertamente», reconoce ella, que ejemplifica que sigue saliendo a cenar con amigos «o sales a beber de vez en cuando». Igualmente confirma que sí puede tener pareja sin problema y que no puede casarse pero sí tener hijos. Kanae insiste en que ahora no hay mucho más prohibido pero que en el pasado sí le habían dicho en varias ocasiones que si iba vestida así «podría llegar a tener problemas» y que «no me emborrachara» si estaba en Asakusa, el barrio en el que solía trabajar, para no generar mala fama.
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