música
Javier Comesaña: «Reencontrarme con los músicos de la Sinfónica de Sevilla será muy emotivo porque ellos cimentaron mis primeros pasos»
El violinista sevillano actúa este martes y el miércoles con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que interpreta su sexto programa 'Gran Sinfónico'
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Javier Comesaña (Alcalá de Guadaíra, 1999) es un musico sevillano que actualmente está completando su formación en Berlín. Durante 18 años recibió clases de dos violinistas que han dejado una huella profunda en la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, los rusos Yuri Managadze ... y Sergey Teslya. Este martes y el miércoles, el violinista volverá a tocar con la ROSS en el Teatro de la Maestranza con un programa muy atractivo dentro del ciclo 'Gran Sinfónico' junto a la directora Marzena Diakun y al violonchelista István Várdi. Bajo el título de 'Sueño de invierno', tocarán el célebre 'Doble concierto para violín, violonchelo y orquesta' de Brahms. Además, la ROSS interpretará una pieza de Lula Romero ('Displaced para orquesta de cámara 'Invierno'') y la 'Sinfonía nº1. Sueño de invierno' de Chaikóvski.
Dice este músico que Brahms sólo escribió cuatro conciertos, dos para piano, uno para violín y este doble para violonchelo y violín. «A pesar de que son pocos, era muy exigente consigo mismo. Fruto de esa exigencia es el resultado que obtuvo, ya no sólo por ser una música hermosa, sino por la perfección de estas obras. Cuando uno estudia la partitura ve que no falta ni sobra una nota», asegura Comesaña. También cuenta el intérprete que Brahms escribió este 'Doble concierto' con la idea de reconciliarse con un gran violinista, Joseph Joachim. «Fueron amigos desde la adolescencia, pero hubo unos años en que se distanciaron. Brahms comenzó a escribir este concierto para recuperar la amistad con Joachim. A lo largo del concierto creo que se puede apreciar esa nostalgia tan característica en las obras de Brahms, que en este caso habla tanto de esa amistad perdida como del deseo sincero por querer recuperarla. Era como una invitación para que los dos volvieran a tocar juntos». Igualmente, dice el violinista que la obra «combina esa sonoridad sinfónica de la obra de Brahms con otros muchos pasajes que yo diría son de naturaleza camerística y, por tanto, más íntimos. Al haber dos solistas, se aligera el acompañamiento de la orquesta y hay muchos diálogos entre el violín y el violonchelo, o entre uno de los dos solistas y alguna familia de la orquesta en concreto».
Curiosamente, Comesaña interpretó por primera vez este 'Doble concierto' de Brahms hace dos temporadas con la Orquesta de la Comunidad de Madrid (la ORCAM) y también, como ocurre en esta ocasión, junto a Marzena Diakun a la batuta y al chelista István Várdi. «Fue una experiencia muy buena porque era uno de mis primeros conciertos con orquesta después de haber ganado algunos concursos (el Jascha Heifetz International Competition de Vilnius y el Prinz von Hessen-Preis otorgado por la Kronberg Academy en 2021). Ahora tengo más experiencia con orquesta. En aquel momento me dieron el apoyo que necesitaba y ahora se trata de seguir profundizando en una obra que no tiene fondo».
Recuerda con cariño este intérprete sus años de aprendizaje con sus dos primeros profesores, dos grandes violinistas de la ROSS: Yuri Managadze y Sergey Teslya. «No sólo ellos dos sino otros muchos compañeros de la orquesta me conocen desde que comencé. Hace un par de años debuté con la Sinfónica de Sevilla haciendo el 'Concierto para violín' de Chaikóvski y ahora estoy de nuevo aquí. Para mí, como sevillano y como músico, venir a participar de la vida cultural de la ciudad me hace feliz, aparte de ser una responsabilidad y un disfrute grande. Reencontrarme con estos músicos va a ser muy emotivo porque ellos cimentaron mis primeros pasos. Volver a los orígenes me ayuda a saber de dónde vengo». Además, dice que los músicos de la Sinfónica «me hicieron sentir muy a gusto en ese primer concierto. Aparte de la complicidad musical y de ser el concierto de Chaikóvski, fue especial porque, a pesar de que seguían las medidas de restricción por el Covid y de que el Teatro de la Maestranza no estaba lleno por ese motivo, acudieron familiares, amigos y gente que conozco desde pequeño y a los que no veía hacía tiempo. Fue todo muy emotivo y esos recuerdos me hacen tener muchas ganas de trabajar esta semana con la ROSS».
Preguntado por si le gustaría ser artista residente de la Sinfónica de Sevilla en un futuro, Javier Comesaña no niega que «es algo que me haría muchísima ilusión, pero supongo que tendrá que ir viniendo. Habrá que ir viendo cómo surge. No creo que sea algo que haya que forzar. Si pasa será algo que me hará muy feliz, pero se trata de ir dando pasos poco a poco. Y los pasos que dé, que sean bien dados».
A sus 24 años, este joven violinista está completando su formación en Berlín. «Elegí hacer en Berlín un máster de dos años. Es una ciudad multicultural donde hay muchísimas posibilidades. Por edad y por momento vital, era la época adecuada para terminar de formarme. Además, todos los grandes artistas que admiro acaban actuando en Berlín. Y a veces, viéndolos en directo puedes aprender más que en veinte clases porque se da uno cuenta de cosas que no se explican con palabras». También añade que esta experiencia le está «curtiendo» mucho a nivel personal, ya que «me está sirviendo para alcanzar la madurez porque en mayo voy a cumplir los 25 años». Después de haber ganado el segundo premio del prestigioso Premio Joseph Joachim de Hannover en octubre de 2021, «me surgieron muchas posibilidades de tocar en Alemania. De Berlín puedes ir a muchas partes», añade.
Un Guadagnini de 1765
Gracias a este segundo premio de Hannover, a Javier Comesaña le surgió la posibilidad de tocar un violín fabricado porGiovanni Battista Guadagnini en 1765. «Es un instrumento valiosísimo. Este es el último año que lo tengo después de un periodo de tres años de cesión. Tener la ocasión de tocar en tu época de estudiante un instrumento así es un privilegio porque te enseña muchas cosas que me van a servir para el futuro. Ya no sólo destaca la antigüedad en sí, sino la de tiros dados que tiene este instrumento y el sonido que puedes lograr con él. Un instrumento así es como un profesor porque a cada momento de estudio te está enseñando cosas».
Otro de los sueños de este intérprete es grabar un disco en un futuro. «Tengo ideas, pero soy también consciente de que es un proceso muy costoso desde el punto de vista económico. El artista en sí no se suele enriquecer con un disco, pero tengo en mente muchas ideas de programas. Igual se pierde la espontaneidad de cuando tocas en directo. Un trabajo de disco es más riguroso, a lo mejor tienes que grabar algo en una toma. Pero por otro lado el grado de perfeccionismo aumenta también. Eso es interesante porque yo me considero bastante perfeccionista en general».
Después de esta semana, Javier Comesaña acometará un proyecto de un trío con piano en Alemania. Posteriormente tocará con una orquesta germana la obra 'Políptico' del compositor suizo Frank Martin. «Es una obra contemporánea de 1973 inspirada en un políptico que dio en Siena de seis paneles cada uno. La obra tiene seis movimientos y cada uno de estos inspirado en los paneles que representa la Pasión de Cristo. Cada movimiento plasma distintos pasajes: Imagen de Ramos, Imagen de la Última Cena, Imagen de Judas, Imagen de Getsemaní, Imagen del Juicio e Imagen de la Glorificación. Cada movimiento trata de crear una impresión musical sobre cada una de las imágenes. Es una obra con un gran componente espiritual. Soy de Sevilla y conozco bien el tema. Luego en abril voy a regresar a Sevilla porque voy a tocar con la Orquesta Joven de Andalucía (OJA) el 'Concierto de violín' de Beethoven, que interpretaré por primera vez. Actuaremos el 31 de marzo en el Teatro Villamarta y el 1 de abril en el Teatro de la Maestranza», concluye.
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