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Semana Santa de Sevilla

crítica de música

Ismael Jordi homenajea a Sevilla

Hace algún tiempo que no lo veíamos, pero ha querido celebrar sus 25 años de carrera en su otra casa, el Teatro de la Maestranza, y con unos aficionados que desde el primer momento lo jalearon y celebraron su presencia entre nosotros.

Ismael Jordi (tenor) y Rubén Fernández Aguirre (piano) guillermo mendo

CARLOS TARÍN

Sevilla

LÍRICA

¡Sevilla!

  • Programa: Obras de García, Hernández, Turina, Mozart, Donizetti, Guerrero, Lara, Collet, López y Alejandro.
  • Intérpretes: Ismael Jordi (tenor) y Rubén Fernández Aguirre (piano).
  • Lugar: Teatro de la Maestranza.
  • Fecha: 22/03/2025.

La carrera profesional de Ismael Jordi discurrió, 'grosso modo', del Xerez CD, Jerez Industrial y Atlético Sanluqueño al Teatro Villamarta de su ciudad natal, y de ahí al Maestranza, que ha sido -y hemos deseado que sea- su segunda casa, desde recitales como el de hoy a la ópera o zarzuela. Cumple sus 25 años de carrera, y los ha celebrado en su segunda casa, siendo acogido con verdadera fruición. Puede que la lluvia, el frío o el viento que asola a toda España influyese en que la asistencia estuviese aproximadamente al 30% del aforo. Pero qué 30%.

Era un recital dedicado a Sevilla y era de recibo empezar con un sevillano ilustre, que cumple 250 años de su nacimiento: Manuel García. 'Caramba' parecía adecuada para iniciar el recital y el recuerdo del famoso tenor y compositor sevillano, por ese gracejo y animado ritmo que la mueve, y que contrasta con 'Parad, avecillas', en donde conviven lo dramático con lo lírico, con una voz que todo lo llena de elegancia y delicadeza. En el piano, Fernández Aguirre controlaba el pedal para que esa sutileza se acentuase, y que termina con un falsete que asciende al agudo para no perder esa evanescencia. Y 'Floris' en la misma línea, pero con un punto más de intensidad.

Precisamente la misma construcción del programa ya nos lleva al que fuera su maestro, Alfredo Kraus, en el que sus enseñanzas afloran rápidamente: la primera es la de adecuar el repertorio a la voz del cantante y no meterse en terrenos donde no se da pie; la segunda, organizar los recitales en un continuo y casi imperceptible ascenso para no forzar la voz antes de calentarla lo suficiente. Este punto le permitió derrochar toda su energía y dominio del canto hasta en el final, cuando nos ofrecía las piezas más difíciles.

Seguramente también le diría que eligiese a un buen pianista. Rubén Fernández es algo más que eso: es un buen pianista acompañante, ya que ha de contar con el plus de seguir al cantante, no taparlo, intuir entradas, finales, duración de notas tenidas, etc. Pero además diríamos que funciona como productor musical: recordemos que estuvo a principios de este mes de marzo como pianista, director y organizador musical de 'I tre gobbi' de Manuel García, otra ópera de cámara del compositor sevillano que nos ha presentado gracias a su multiactividad.

Ismael Jordi (tenor) GUILLERMO MENDO

Y por lo mismo ha podido encontrar 'por ahí' las canciones de un ilustre sevillano desconocido, Isidoro Hernández, un compositor amigo de Gustavo Adolfo Bécquer y que antes de morir con 40 años pudo musicar, entre otros, los versos del poeta sevillano. Pero antes nos trajo una atractiva 'Guajirita del Yumurí', un ritmo que diríamos entre el tango y la habanera, a la vez que oíamos cómo cambiaba radicalmente el cantar de Jordi, al igual que en la 'Barcarola', desplegando nuevos recursos y matices, que extendería con la última canción programada de este compositor sobre textos de Bécquer, 'Su visión', que suponía otro punto más arriba, el de un mayor dramatismo, lo que le suponía elevar la mayor parte musical hacia la zona más alta, acortando la duración de las notas, lo que implicaba un acrecentamiento de la tensión.

El último bloque de la primera parte lo constituía la música del sevillano Joaquín Turina, empezando por un zortzico ('Danza vasca'), interpretado a solas por el pianista de Baracaldo, que así se entroncaba con el eje del programa, Sevilla. De las cuatro canciones que quedaban, verdaderamente bien cantadas, sobresalían las dos últimas, por su fama alcanzada y la belleza sutil a la vez que intensa. Nos referimos en primer lugar a la 'Saeta en forma de Salve' op. 60, que fue cantada de forma verdaderamente emocionante por el tenor jerezano. No hemos comentado todavía no una de las cualidades, sino que diríamos un don, que es cantarlo todo de manera que se le entienda perfectamente. La música de la 'Saeta' es bellísima, pero el texto no lo es menos, seguramente sentido por el maestro como inspirador y compuesto 10 años antes por los hermanos Quintero. 'Cantares', por su parte, pertenece al cuaderno 'Poema en forma de canciones' op. 19 y es otro de esos hitos conmovedores que atesoró Turina desde su inesperado y amplio melisma de inicio, que Jordi supo entonar y cantar con la sola suficiencia de escuchar a los flamencos jerezanos.

Dentro de las óperas dedicadas a Sevilla, el 'Don Giovanni' no parece mal ejemplo, sobre todo si tenemos en cuenta que las arias de Don Ottavio son de una belleza como pocas para este registro, que el tenor supo aprovechar en tímbrica, intencionalidad y sobre todo un 'fiato' extraordinario, además de buen gusto, elegancia y delicadeza. Otro título de ópera sevillana es 'La favorita' de Donizetti, en la que se muestra Jordi como un verdadero maestro belcantista y lo demostró en 'Ange si pur', donde además del elegante fraseo y limpia dicción alcanzó un Do sobreagudo notable.

Aún una muestra de zarzuela: 'El huésped del sevillano' del maestro Guerrero, otra muestra de canto bien templado y sentido. Fernández Aguirre hizo hincapié en el hispanista Henri Collet, del que comentó que Collet se sentía como «un compositor español de nacionalidad francesa» y del que nos ofreció a piano solo 'Morisca', que por oírle ese completo control del teclado que tiene ya nos entusiasmaba la propuesta. Siguieron tres canciones de Francis López que popularizó Luis Mariano, la verdad cargada de tópicos y rimas algo forzadas, para terminar con 'Sevilla' de Manuel Alejandro, ampliando este repertorio como propinas. Finalmente una lección magistral del bel canto con 'Una furtiva lacrima' de 'L'elisir d'amore' de Donizetti puso un punto y final muy alto, porque ejemplos tan populares como este es donde los grandes cantantes se distinguen, por el abanico de matices de quien lleva trabajando este estilo toda la vida para que parezca natural, escondiendo el esfuerzo y dejando ver el brillo del resultado, lo que añadió un plus asombroso y emocionante.

Decíamos que el pianista ha de ser el mejor amigo del cantante durante la actuación, el que lo sigue, lo comprende, lo anima, lo protege. No había más que ver cómo pedía Jordi los aplausos para Fernández Aguirre, no sólo por ese acompañamiento tan dinámico, tan vivo, tan de redondear el canto, sino porque mantiene un concierto paralelo del que a veces nos desentendemos por oír al cantante, pero que está ahí y no se entendería este éxito, esta emoción sin su presencia. Gracias a los dos.

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