Televidente
La invención de las cosas
«¿No inventó la puerta la familia, y el pestillo la intimidad, y la mesa la escritura, y la estantería el libro, y la alfombra el hogar, y el café la mañana, y la bombilla el insomnio?»
Perdió el tiempo mientras duró

Toda historia tiene un escenario, y a veces el escenario es la historia. En 'Here', que acaba de llegar a Prime, Robert Zemeckis pone la cámara en una esquina y deja que pase el tiempo, como diciendo: si no te mueves se mueve el ... mundo. Allí vemos dinosaurios, meteoritos, plantas prehistóricas abriéndose paso, un cielo cada vez más azul, árboles, bichos, lluvias, ardillas y, al fin, hombres y mujeres en taparrabos cazando, amándose, creciendo, pensando; y así, paso a paso, ladrillo a ladrillo, aquella esquina que hacía unos minutos solo era una parcela de naturaleza en un planeta salvaje y hostil de pronto es un salón cálido en el que empiezan a sucederse vidas de interior. Esa casa es una ventana a la humanidad, todo cabe ahí: el amor, el tiempo, la muerte, el progreso, la guerra, los bebés, los adolescentes, los adultos, los viejos, las comidas de navidad superpobladas, la despoblación de la mesa familiar –ese drama silencioso–, los cambios de sofá, que son cambios existenciales, las modas que pasan y vuelven, los deseos que nacen y mueren, los sueños que se cumplen lejos y los que se cumplen ahí, pero en miniatura, las memorias, los olvidos, los encuentros, los desencuentros, las mudanzas, los divorcios.
La idea no es de Zemeckis, sino de Richard McGuire, autor del cómic homónimo que el cineasta ha convertido en una película que podría parecer un ejercicio de estilo (en hora y media solo mueve la cámara una vez) pero que es mucho más. Desde esa esquina del universo se intuyen muchas cosas, como que no solo estamos unidos por la sangre, sino también por los espacios que compartimos, por los objetos que creamos o compramos y utilizamos, y que conforman parte de lo que somos. ¿No inventó la puerta la familia, y el pestillo la intimidad, y la mesa la escritura, y la estantería el libro, y la alfombra el hogar, y el café la mañana, y la bombilla el insomnio, y el reloj la impaciencia, y la rueda el viaje, y la copa el vino, y el fuego el cuento, y el coche la carretera y la carretera el paisaje y el paisaje el poema? ¿Y no inventó la cama el sueño, el sexo, la gripe y la muerte? ¿Y no está inventando el smartphone un mundo nuevo?
Una casa antigua puede contar la historia de varias generaciones. Y es tan triste no tener un sitio en el que poner flores los domingos por la mañana.
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