Unos Oscar poco políticos y menos 'woke': Hollywood se calla con Trump
En un EE.UU. donde la palabra 'Trump' se pronuncia a cada paso, no se escuchó ni una sola vez en las casi cuatro horas de una ceremonia que coronó a 'Anora'
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Donald Trump solo apareció en la gala de los Oscar de este domingo –madrugada del lunes en España– a través de la pantalla. Y ni siquiera era él. Es decir, era él, pero interpretado por Sebastian Stan, nominado a mejor actor por 'The Apprentice', ... el retrato del ahora presidente de EE.UU. en los años en los que forjó su carácter indomable en el negocio del ladrillo de Nueva York. «Ataca, ataca, ataca», decía ese Trump en la piel de Stan, que borda el personaje.
Atacar, atacar, atacar era lo que hacían con Trump muchos protagonistas de los Oscar en otras ediciones. Hace ocho años, apenas había pasado un mes desde su primera investidura como presidente, tras una campaña centrada en el mensaje anti-inmigrante, Trump recibió fuerte y flojo en la ceremonia. Empezando por el presentador, Jimmy Kimmel, un crítico habitual del multimillonario neoyorquino en su 'late night'. Con acidez, le dijo que en Hollywood «no discriminamos a la gente por su procedencia; les discriminamos por su edad y su peso». Era un momento de gran presencia de la politica identitaria –aquella fue la noche del fiasco en el anuncio del ganador, que fue para 'Moonlight', una película sobre los desafíos de ser un hombre negro homosexual, y no para la entretenida 'La La Land'– y se multiplicaron los ataques a Trump.
En la ceremonia del año pasado, el presentador también fue Kimmel y el tono, en plena campaña electoral, fue similar. En lugar de un «ya ha pasado tu hora de ir a la cama», dedicó a Trump un «ya ha pasado tu hora de ir a la cárcel», en referencia a las cuatro imputaciones penales que entonces enfrentaba el candidato republicano.
Un año después, Trump ha esquivado todas sus causas y vuelve a tener las llaves de la Casa Blanca. Pero el clima en la gala de los Oscar es diferente, en una señal más del cambio político y cultural que ha acompañado a su segunda victoria electoral: un hastío con la política identitaria que ha dominado a EE.UU., un retroceso de la ideología 'woke'. En Hollywood, la combatividad con Trump parece neutralizada y las referencias a la agenda LGBTQ, al antirracismo o a la diversidad se han moderado. Se ha visto en esta temporada de premios y los Oscar no han sido excepción.
Podría ser una estrategia de la industria del cine. Desde Los Ángeles, quizá miran con curiosidad a los vecinos de Silicon Valley, al norte de California, que ahora se sientan en la mesa de Trump. Todos –no solo Elon Musk– han reconducido su relación con el presidente: desde Mark Zuckerberg a Jeff Bezos, Sam Altam o Tim Cook.
Un presentador «adorable»
No es casualidad que el elegido para presentar la ceremonia de este domingo fuera Conan O'Brien, un cómico que no destaca por su activismo político. «Es adorable, lo primero. Es un humanista. Es apolítico», decía a CNN el consejero delegado de la Academia de Hollywood, Bill Kramer, sobre la elección. «Sin duda», respondió cuando le preguntaron si quería que los Oscar se le alejaran de la política en esta edición.
Lo consiguió. O'Brien puso mucho de su parte. En el monólogo inicial, que suele estar cargado de dardos políticos, apenas hizo una referencia a la «división política», en referencia a la reacción a los incendios destructivos en Los Ángeles del pasado enero. En el resto de la ceremonia, un solo chiste sobre Trump. O'Brien aprovechó 'Anora', la gran triunfadora de la noche, una 'Cenicienta' contemporánea en el marco de la comunidad rusa del sur de Brooklyn, para referirse a la política exterior de Trump: «'Anora' está teniendo una gran noche», dijo el cómico. «Parece que los estadounidenses están encantados de que por fin alguien plante cara a un ruso poderoso», añadió en referencia evidente a la política exterior de Trump, cuya relación con Ucrania acaba de estallar y que se ha acercado con descaro a Vladimir Putin.
Pero O'Brien ni siquiera mencionó el nombre del presidente de EE.UU. De hecho, en un EE.UU. donde la palabra 'Trump' se pronuncia a cada paso, no se escuchó ni una sola vez en casi cuatro horas de ceremonia.
No es que fuera una gala desprovista de mensajes políticos. Imposible que uno no viniera de los directores y protagonistas del premiado 'No Other Land', un documental sobre la resistencia de un enclave de Cisjordania a las expulsiones decretadas por Israel. El palestino Basel Adra y el israelí Yuval Abraham subieron a recoger la estatuilla y protagonizaron el discurso más reivindicativo. «Pedimos al mundo que tome acciones para parar la injusticia y la limpieza étnica del pueblo palestino«, dijo Adra. Abraham habló de la necesidad de una «solución política» y defendió que la «política exterior de este país contribuye a entorpecer esa vía».
Pero no se refirieron en concreto a la política de la Administración Trump. Como tampoco lo hizo Zoe Saldaña cuando se declaró una «hija orgullosa de padres inmigrantes con sueños y dignidad y manos trabajadoras» al recoger el premio a la mejor actriz. Como tampoco lo hizo Adrien Brody, en la versión masculino, cuando habló de la «opresión sistemática, el antisemitismo, el racismo» ni cuando dijo que rezaba «por un mundo más inclusivo».
Uno de los pocos pellizcos a Trump, también sin nombrarle, fue cuando la actriz Daryl Hannah apareció para presentar un premio y soltó un '¡Slava Ukraini!' ('gloria a Ucrania') para defender la causa ucraniana en un momento en el que el presidente de EE.UU. parece que la abandona.
Pero, más que combatirla y quizá por la fortuna proverbial del presidente (bien lo sabe su oreja), la gala pareció incluso alinearse con la política exterior de Trump. La noche triunfal de 'Anora' será celebrada como una victoria de Rusia fuera de casa. El escritor y guionista letón Michael Idlov explicaba hace unos días en 'The New York Times' que el éxito de la película -que ya había ganado, entre otros premios, la Palma de Oro- «se ve desde Moscú como un retorno de país al escenario global», en medio del acercamiento con Trump y después de años de ruptura con Occidente por la guerra en Ucrania. Uno de sus actores, el ruso Yura Borisov, nominado a mejor intérprete secundario, no es crítico con Putin y se ha convertido en una estrella en Rusia. Su presencia en la gala -también estaba otro actor ruso, Mark Eydelshteyn, protagonista de la cinta- se podría ver como un ejemplo de 'poder blando' en la nueva relación entre Washington y Moscú.
Otra circunstancia corrió a favor de Trump. La nominación de Karla Sofía Gascón como mejor actriz por su papel en 'Emilia Pérez' podría haber puesto la agenda LGBTQ en uno de los centros de atención de la ceremonia. En especial, en plena cruzada de Trump contra los derechos de los transgénero. Pero el escándalo de los tuits con contenido racista de Gascón ha supuesto la marginación de la actriz española en Hollywood. En la ceremonia, sus apariciones en pantalla fueron recibidas con aplausos leves, un contraste con las ovaciones a Saldaña, su compañera de reparto.
La mordacidad que O'Brien se guardó con Trump, la soltó a Gascón. «En 'Anora' se dice la palabra 'joder' 479 veces. Son tres más que el récord establecido por el publicista de Karla Sofía Gascón», bromeó sobre el momento en el que se descubrieron sus tuits. O'Brien volvió a por más: «Si vas a tuitear sobre los Oscar, acuérdate de que mi nombre es Jimmy Kimmel», le dijo a la actriz. Lo que iba a ser una noche histórica para la comunidad transgénero quedó convertida en motivo de chanza.
Pero no fue solo algo relacionado con las circunstancias de Gascón. Las llamadas a la diversidad, a la equidad, a la presencia de más mujeres o minorías raciales entre los nominados y premiados no tuvieron el peso de otras ediciones. La política y la ideología quedaron esquinadas. Trump no fue a la ceremonia, pero acabó la noche como uno de los ganadores.
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