Soderbergh y Bong Joon-ho, dos cineastas imprevisibles y con estilo, estrenan 'Presence' y 'Mickey 17'
Nada tienen en común salvo que han ganado la Palma de Oro en Cannes, el Oscar al mejor director y que llevan las riendas de su cine con absoluto control

La cartelera se adorna este fin de semana con el estreno de dos películas, 'Presence' y 'Mickey 17', de dos directores que nada tienen en común salvo que han ganado la Palma de Oro en Cannes, el Oscar al mejor director y que llevan las ... riendas de su cine con absoluto control (cabría también llamarlo capricho, ocurrencia, independencia, incluso descontrol). La primera, del estadounidense Steven Soderberh, que llegó a lo más alto con su primera película, 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo', y la segunda, del coreano Bong Joon-ho, al que conoció el mundo con 'Parásitos', aunque ya había hecho varias películas deslumbrantes, como 'Memories of murder' ('Crónica de un asesino en serie'), 'The host', 'Madre' o 'Rompenieves'.
Tan independiente y caprichoso es Steven Soderbergh con el fluir de su filmografía, que ya pasa el medio centenar de títulos de toda índole y pelaje, que lo mismo salta del drama al thriller, a la comedia, al cine infantil, a la ciencia ficción o al terror… Tiene grandes éxitos de vez en cuando y con ellos se paga, digamos, la independencia, el antojo o el desvarío. Títulos como 'Erin Brockovich', 'Traffic' o 'Ocean's Eleven' le permiten después hacer ese tipo de película menor y rara que le gusta, aunque luego no suelan ser las mejores. Pero su nombre, su talento, su estilo limpio para tratar lo sucio y las expectativas de un director siempre a punto para ser grande hacen que tanto él como cualquiera de sus películas sean una llamada de emergencia para los cinéfilos.
Y 'Presence' es, digamos, menor y desde luego un antojo, una película entre el terror y la intriga que lleva su sello de calidad y su personalísima mirada. Y la mirada aquí es esencial en esta historia de 'fantasmas' que vemos a través de los ojos de un personaje invisible. Comienza en el interior de una casa y desde el interior de la 'presencia'; allí llega una familia y comienza un juego perturbador que se mueve entre el thriller y el drama de los nuevos habitantes. No se trata de una película de sustos y Soderbergh mima el suspense y la calidad del espacio que se utiliza, siempre en el interior de la casa. El trasfondo paranormal, o sobrenatural, del relato, verosímil hasta donde aconseja el género, tiene su función especialmente dramática en incluso juvenil y social. No hay que tener miedo a verla.
Bong Joon-ho era un peculiar director de cine coreano, pero uno más entre de los grandes nombres que han sembrado esa cinematografía de moda por los festivales, como Hong Sang-soo, Lee Chang-dong, Park Chan-wook o el ya veterano Kim Ki-duk, hasta que rompió su techo en 2019 con 'Parásitos', que ganó en Cannes y los Oscar a mejor película, mejor director, guion y película extranjera. Hasta entonces, era un cineasta peculiar, también saltarín entre géneros, desde el terror brillante en 'The Host' a la intriga negra de 'Crónica de un asesino en serie' o al thriller dramático y sórdido de 'Madre', pero desde 'Parásitos' el mundo lo esperaba como a uno de esos meteoritos que afortunadamente nunca llegan.
Y aquí está su nueva película, 'Mickey 17', con bandera estadounidense y con actores de Hollywood, Robert Pattinson, Mark Ruffalo, Toni Collette, Naomi Ackie…, una ingeniosísima fábula futurista, en tono de comedia que roza lo absurdo y en la que se ha querido ver (siempre queremos y creemos ver) una crítica al capitalismo y al presidente Trump, aunque la escribiera y la filmara Bong Joon-ho mucho antes de que fuera hoy, recién estrenado su mandato.
La película es ingeniosa, no del todo divertida, pero casi, y propone una historia en la que el protagonista es un 'prescindible', un hombre al que se usa para experimentos y misiones en las que morirá para después clonarlo tal cual era, incluida su memoria. Y el relato se para en el Mickey número 17, algo más obstinado en no morir y dejar paso al 18. Está llena de ideas, de sugerencias, quizá demasiadas, y de una acción que resulta entretenida y vistosa. Alegre de ver y muy dispuesta a dejarse pensar.
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