Crítica de 'Emilia Pérez' (***): La fuga 'trans' de un mal hombre a una buena mujer
La trama se apresura y distrae en su camino hacia el desenlace, algo espesote de moralismos que no vienen al caso revelar, pero en el camino deja momentos de altura
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Desde que en el pasado Festival de Cine de Cannes quedara bendecida esta película y sus intérpretes femeninas y todo el mundo hablara de Karla Sofía Gascón, una de sus protagonistas, y de la mezcla imposible de musical, transexualidad, narcotráfico y culebrón mexicano, se ... evaporó, en cierto modo, ese enorme bofetón de asombro que produjo a los que entramos a verla por primera vez y sin noticias de lo inconcebible de la propuesta del director, el francés Jacques Audiard. Ahora que se estrena, todo el mundo llegará a ella con mucha información y resabios de su argumento; aunque, se puede asegurar que todo ese fondo ya conocido no le impedirá a nadie tropezarse con una película que convierte a la perplejidad en tu compañera de butaca.
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La historia de una abogada 'lista' y su acuerdo con el cruel y salvaje 'Manitas', jefe de un cártel del narcotráfico que pretende cambiar de sexo y desaparecer limpiamente y bien forrado, tiene ese punto de inverosimilitud que tanto recorrido le proporciona a una película camaleón como ésta, que igual es negra de intriga, que verde y roja en lo social, en lo mexicano, rosada en lo melodramático y musical o arco iris en cuestiones de identidad y sexo. Y es una de las mayores cualidades de 'Emilia Pérez', la ambición, el riesgo, el impudor y la dispersión de ideas increíbles (algunas, muy complejas; otras, insensatas) que pone el director ante las narices del espectador de tal modo que lo obliga a conjugar el verbo 'flipar' hasta en subjuntivo.
La trama tiene cuerpo de thriller, alma de culebrón y contoneo de musical, y tres actrices que responden por completo a esos intereses dramáticos, en especial Zoe Saldaña, que asume gran parte de la intriga y casi por entero la del musical, con nervio y ritmo a pesar de que los tramos musicales organizados por Jacques Audiard no sean especialmente brillantes, pero sí vistosos y efectivos. Karla Sofía Gascón tiene la verdad de su historia en su propio físico 'transicionado' de hombre a mujer hace ya algunos años, y Selena Gómez, con el personaje de menor recorrido, cumple con sus tareas melodramáticas en su papel de mujer del 'Manitas' y heredera de sus dineros y conflictos.
El desarrollo de los personajes, en especial el de la Emilia Pérez del título (antes 'Manitas'), y del argumento lleva a la película algunas consideraciones muy dignas de discusión y polémica, como que un asesino depravado desaparezca tras el cuerpo de una mujer (en una especie de amnistía de género), o que alguien sea un desperdicio humano como hombre y una bendición como mujer, o que el dinero sucio y ensangrentado en las manazas del 'Manitas' se limpie y sea generoso en las manos de Emilia Pérez… , aunque también juegue Jacques Audiard con esos residuos machos que no se acaban de ir por muy preciso que sea el bisturí del cirujano.
La trama se apresura y distrae en su camino hacia el desenlace, algo espesote de moralismos que no vienen al caso revelar, pero en el camino deja momentos de altura (como los razonamientos cantados entre la abogada y el cirujano, con buenos argumentos intelectuales y musicales) y en todos ellos está en escena y sobresaliente Zoe Saldaña, la gran percha para este traje indescriptible y recolorido que ha diseñado este osado director francés.
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