COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Óscar Puente y el tercer mundo
«Sufriremos», ha dicho el ministro, adelantándose a los acontecimientos
Mientras gran parte de los españoles van o vienen de sus vacaciones, el ministro Puente saca pecho diciendo que estamos «en un ecosistema en obras», algo que, como usted y yo sabemos, no deja de ser un desafortunado eufemismo para enmascarar el caos y el ... desastre de nuestra red ferroviaria. Lo de Chamartín —yo estuve allí, y como San Juan, «el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero»— es un clarísimo ejemplo de que cuando todo parece ir mal, siempre cabe la posibilidad, y la certeza, de que vaya a peor. Un apeadero que recibe a todos los trenes procedentes del Norte, sin señalización, sin personal que oriente a los pasajeros, sin pantallas que informen de los enlaces, con puertas que no leen códigos de barra ni billetes impresos, y donde no hay ni un mísero banco para sentarse. A eso se referirá Puente con lo del ecosistema en obras, claro.
Aunque lo mismo se refería a la Alta Velocidad que une Oviedo con Madrid, utilizando la misma vía que los convoyes de Cercanías, los mismos retrasos, por supuesto, y casi los mismos vagones, porque le aseguro que hay autobuses de línea con mejores prestaciones. O, tal vez, se refería a las averías constantes de los trenes entre Barcelona y Cádiz, que la semana pasada obligaron a trasladar a los pasajeros, después de tres largas horas parados en mitad de la nada, desde Córdoba a Cádiz en taxi —sí, he dicho en taxi, unos cuatrocientos euros por servicio—. A Puente lo del compromiso de puntualidad y la indemnización por el retraso y las molestias que esto ocasiona —pérdida de conexiones, en el mejor de los casos— le parece «un suicidio económico», pero no le parece un suicidio económico que se paguen taxis para hacer trayectos de trescientos kilómetros o que se paguen noches de hotel y pensión completa en los aeropuertos cuando el avión no llega a su hora y es imposible enlazar con el siguiente vuelo, que lo de Iberia merece un capítulo aparte en la sitcom disparatada del Ministro de Transportes y Movilidad Sostenible.
Dice Óscar Puente que la culpa es del incremento «bestial» de pasajeros y que está «deseando comparecer» y dar explicaciones para «sacar al país de esa constante hipérbole con la que la derecha analiza las cosas». Verá, señor ministro, que un tren de Alta Velocidad salga en origen ya, con cincuenta y cinco minutos de retraso y con pasajeros que saben, con seguridad que, al llegar, habrán perdido el siguiente tren o avión no es una hipérbole de la derecha; es simplemente una dejación por parte del Gobierno que está más pendiente de lo que ocurre en Cataluña que de lo que pasa en el resto de España. «Sufriremos», ha dicho el ministro, adelantándose a los acontecimientos. Me parecen muy acertadas sus palabras, porque donde va a sufrir, de verdad, el gobierno de Pedro Sánchez es en las urnas, que demasiado paciente somos en este tercer mundo, donde la hipérbole es de derechas y el desastre es socialista.
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