COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Si mi abuela tuviera ruedas
El método, el de Tezanos, es muy parecido al de Raffaella Carrá en su recordado «Si fuera…»
Después de años bailando con el descrédito, José Félix Tezanos se vino arriba la noche del 23J, una vez que los resultados electorales volvieron a ponerse de su parte, acercándose «mucho a la realidad» –a la realidad del CIS, claro, no me malinterprete–, otorgándole, así, ... un nuevo margen de maniobra tras los estrepitosos fracasos encadenados de los que salió casi ileso, por aquello de que las encuestas no son «instrumentos de precisión de relojería suiza», como él mismo justificaba. Por eso, desde abril de 2022, el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas estaba utilizando un supuesto «método científico» con un nuevo modelo de estimación más en sintonía con la fábula de Iriarte; ya sabe aquello de «por si suena la flauta».
El caso es que tras elecciones del 23J, el CIS no había vuelto a publicar ninguna encuesta hasta el pasado jueves cuando, en plena tormenta por la tormenta sobre la amnistía para los independentistas catalanes y con Alfonso Guerra y Felipe González convertidos en Statler y Waldorf -Los Teleñecos, que quiere que le diga, son unos de mis referentes-, el barómetro señalaba la victoria electoral de Pedro Sánchez en el hipotético caso de que se celebraran, a día de hoy, nuevas elecciones. El método, el de Tezanos, es muy parecido al de Raffaella Carrá en su recordado «Si fuera…», porque, claro, el escenario de unos nuevos comicios solo tendría sentido tras una fallida votación a la candidatura de Feijóo -mañana saldremos de dudas- y un intento de investidura por parte de Sánchez de aquí a dos meses que tampoco saliera adelante. Vamos, que lo del barómetro del CIS y su nuevo modelo de estimación tiene tanta fiabilidad como el silogismo de «si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta».
No esperó Tezanos a la convocatoria «Frente a la amnistía, igualdad» convocada ayer por el Partido Popular, ni esperó tampoco a las reacciones de Yolanda Díaz antes la impertinencia del que fue, como ella, vicepresidente de un Gobierno socialista que durante décadas pensaba «en el PSOE presentamos de candidato a una cabra y gana la cabra».
En el CIS lo tenían claro: o publicaban ya la encuesta en la que Pedro Sánchez salía reforzado y victorioso, o corrían el riesgo de que se le empezaran a ver los remiendos y las costuras, de que se le empezaran a ver los desconchones. Porque nadie da duros a cuatro pesetas y las exigencias de los independentistas tienen un precio muy alto, por mucho que el presidente del Gobierno en funciones se quiera poner de perfil para mostrar su lado más bueno, si es que tiene alguno. Porque según Tezanos, más del setenta por ciento de los encuestados afirman que «no están satisfechos» con el resultado de las últimas elecciones y 35,8% estaría deseando una nueva convocatoria para darle la victoria a Sánchez. A eso yo lo llamo pedir el comodín del público, que es lo mismo que hacían mis hijos cuando perdían una partida de parchís «si jugamos otra vez, te gano», claro, claro, y si la abuela tuviera ruedas, ya sabe...
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