EL PLACER ES MÍO
Pensar desde el otro
Polarizarse es destruir lo mejor que hay en nosotros, que es la complejidad. Es simplificarse hasta vulgarizarse
Hace no mucho tiempo tuvimos en la Junta de Andalucía a un consejero educado en un colegio privado, entusiasta defensor de la educación pública, socialista escorado a la izquierda, español muy español y aficionado a los toros. Y si ahora lo refiero no es en ... su demérito, sino en su elogio, que es el de la normalidad. Iba a escribir que la contradicción nos hace humanos, pero no sería exacto, porque en todo lo mencionado no hay incoherencia alguna. Lo que nos hace humanos es la complejidad.
La complejidad nos hace personas y la polarización nos hace simples como piezas de un engranaje. El problema de la polarización no es sólo que exalta los ánimos hasta la virulencia, sino que nos clasifica en bandos de opiniones predecibles. Cuando Pedro Sánchez dice que si no te gusta 'Zorra' es porque te gusta 'Cara al sol', aparte de dividir a los españoles en facciones extremistas, lo que hace es una cosa aún más peligrosa. Es convertirnos en robots poco sofisticados, asignándonos roles y comportamientos pre-establecidos. Por seguir el ejemplo anterior, es asumir que un político socialista no puede ser aficionado a los toros.
Por fortuna, como decía antes, la mayoría de la gente es como aquel consejero. Todavía. Se puede ser de izquierdas y opinar que el cartel de la Semana Santa es una mamarrachada, y al revés. Se puede ser de izquierdas y creer en el matrimonio tradicional, e inversamente se puede ser de derechas y un defensor de las relaciones poliamorosas. Se puede ser de izquierdas y enemigo de la amnistía y se puede ser de derechas y estar muy a favor (y en este capítulo habría que incluir a sus partidarios de la burguesía catalana). Ser de izquierdas o de derechas tampoco impone una opinión inevitable y necesaria sobre el conflicto de Israel.
Lo que vengo a afirmar es que se puede ser progresista y conservador de muchas formas, que es también decir que se puede ser progresista para ciertas cosas y conservador para otras. Polarizarse es destruir lo mejor que hay en nosotros, que es la complejidad. Es simplificarse hasta vulgarizarse. Es reducirse a estereotipos y etiquetas. Y es también vaciarse de pensamiento propio, pues supone razonar a partir del otro. Parafraseando a René Girard, polarizarse es asumir que no son las ideas y las formas propias de ver las cosas las que pueden generar oposición, sino la oposición la que debe engendrar los puntos de vista.
Y lo más tragicómico de todo esto, como también supo ver el enorme pensador francés, es que todo este pensamiento por contraste, esta pulsión arrebatada por ver dónde se sitúa el enemigo para saber qué tenemos que opinar nosotros y colocarnos justo en el sitio contrario, en el fondo sólo revela una doble nulidad. Todas estas ideas determinadas negativamente, construidas desde el odio, lejos de diferenciarnos individualmente, nos hacen cada vez más idénticos e intercambiables.
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