Sevilla al día
La cara de Montero
Hay que tenerla de cemento armado para utilizar el mecanismo de la quita de deuda para comprar los votos que le han volado al PSOE en Andalucía
Ocurrió el viernes cuando Juanma Moreno pronunciaba su discurso que cerraba la gala de los premios por el Día de Andalucía en el teatro de la Maestranza. El presidente de la Junta comenzó saludando a las autoridades y, en un gesto de saber estar poco ... habitual en la política actual, nombró en segundo lugar -tras Jesús Aguirre- a María Jesús Montero como vicepresidenta primera del Gobierno de España y como secretaria general del PSOE andaluz. Lo primero que hizo fue felicitarla por su nombramiento, hacía escasos seis días, trasladándole su enhorabuena y la de su Ejecutivo. La cara de Montero, sentada en el patio de butacas junto al ministro de Agricultura, Luis Planas, era un poema. Enfocada por la realización de Canal Sur, hizo un ademán de agradecimiento manteniendo un rictus severo sin un ápice de complicidad. Vamos, que si no le puso cara de asco, se quedó en el umbral.
Montero se ha convertido en la mayor representante del sectarismo impuesto por Pedro Sánchez, que ha borrado de facto la línea que separaba el contexto partidista del institucional. Su frialdad en el saludo con Moreno, a diferencia de la cercanía que mostraba con el presidente andaluz antes de ser proclamada baronesa del socialismo en esta tierra, hace patente un estilo marrullero de hacer política sin bajarse jamás del escaño, con un permanente tono mitinero y hasta faltón hacia quienes trata como enemigos, más que rivales en el arco parlamentario.
Se la vio incómoda cada vez que le apuntaba la cámara, revolviéndose en la silla, como si estuviera en un entorno hostil del que Óscar Puente ha dado buena cuenta: «Sevilla es el territorio donde me resulta más difícil trabajar y recibo más hostilidades», dijo. No se pregunta públicamente el ministro follonero de Transportes por qué aquí goza de una enorme impopularidad: retrasos del AVE, la ampliación interminable del puente del Centenario, el humo de la SE-40, el plan inexistente para conectar Santa Justa con el aeropuerto... Este representante público, experto ajustador de cuentas en Twitter, no se pregunta por qué en Andalucía ganó por mayoría absoluta el PP tras 40 años de socialismo por más que quieran borrar el robo de los ERE, y por qué perdió su partido el poder en la capital. O por qué el Estado es, objetivamente, la administración que menos inversiones realiza en la provincia en la que encuentra tantas hostilidades.
Esa misma medicina la probó María Jesús Montero el viernes, cuando Juanma Moreno recibió una cerrada ovación al exigir una «financiación justa» y «una España sin privilegios» en la misma cara de la también ministra de Hacienda. Porque hay que tenerla de cemento armado para utilizar el mecanismo de la quita de deuda -sin leer la letra pequeña- para comprar los votos que le han volado al PSOE en Andalucía. Un déficit en el que Montero tuvo un 90% de la culpa en su etapa de consejera y con el que ahora chantajea al Gobierno andaluz al que aspira.
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