La AlbercA
La presunción de Montero
No está claro si la vicepresidenta ha dicho lo de Alves por estrategia contra los jueces o por simple desconocimiento

Se da por hecho, no sé muy bien por qué, que el alegato de María Jesús Montero contra la presunción de inocencia forma parte de la estrategia sanchista contra los jueces, que por cierto es idéntica a la de Marin Le Pen en Francia tras ... su condena por malversación. La vicepresidenta del Gobierno y secretaria del PSOE andaluz se vino arriba en el congreso de su partido en Jaén, reconquistada recientemente por los socialistas gracias al erario, en sus críticas a la absolución del futbolista Dani Alves por un delito de agresión sexual. «Es una vergüenza que la presunción de inocencia se ponga por delante del testimonio de mujeres jóvenes», fue literalmente su frase, que se ha interpretado de manera casi unánime como un ataque a la Justicia integrado en la coartada gubernamental del 'lawfare'. Luego Montero se ha quejado de que el PP ha «tergiversado» sus palabras, que están accesibles en internet para quien guste, y la portavoz socialista, Esther Peña, ha intentado resolver la polémica alegando que «es cuestión de libertad de expresión». Acabáramos. También es cuestión de libertad de expresión que yo diga que la raíz cuadrada de cuatro es tres. Es obvio que tengo el derecho a decirlo, pero no tengo razón. Y esto me lleva a barajar un análisis alternativo sobre la salvajada que soltó la vicepresidenta. ¿Y si se tratase de simple ignorancia? Nos hemos escandalizado porque hemos atribuido a Montero una intención malvada, un deliberado argumento para la táctica derribista que lleva a cabo el sanchismo. Y hemos descartado la posibilidad de que este disparate se deba simplemente al desconocimiento de la oradora, a una acendrada escasez intelectual.
La primera opción sería muy dañina para nuestro estado de Derecho porque supondría el hostigamiento al Poder Judicial desde el Ejecutivo con una clara intención de romper el sistema democrático y apropiarse de la autoridad absoluta sirviéndose para ello de la imposición de una verdad unívoca, que es la que diga el Gobierno. Es decir, esa sería la opción maquiavélica. La presunción de inocencia es el sagrario de las sociedades desarrolladas y la primera piedra del templo del progreso. Atacarla sería profanar la libertad. Pero la segunda opción sería tan nociva como la primera porque significaría que estamos en manos de verdaderos indocumentados. Si María Jesús Montero ignora que el principio de inocencia es un derecho fundamental recogido en todas las declaraciones universales de Derechos Humanos, su homilía en Jaén forma parte de su lógica de pensamiento. Pero no sé por qué entre la maldad y la ignorancia todo el mundo ha escogido la maldad. No cabe duda de que Montero ha preconizado una atrocidad, pero le concedo la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario. La carga de la prueba, que nos corresponde a quienes la estamos criticando, cae por ahora a su favor. Y tampoco concluyamos tan pronto que puede tratarse de un arrebato de ignorancia porque sale con que eso es un ataque al acento andaluz. Y tal y tal.
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