Nuestro legado

La guerra también la libramos nosotros y por lo menos yo voy a ganarla. Soy un soldado del cada día ejerciendo mi modo de vida libre. Claro que hay riesgos, claro que hay amenazas y sería un estúpido si no tuviera miedo. Pero Israel frente a los que quieren destruirla nos ha enseñado a defendernos, a luchar y a continuar con nuestras vidas. Ésta es la gran lección política y moral del Estado de Israel. Ésta es la gran herencia espiritual del pueblo judío.

La libertad se ejerce contra la piedra y sólo importa cuando es peligrosa, cuando para defenderla podrías perder más de lo que tienes, cuando no sé si con valentía o temeridad ganas unos milímetros a la maquinaria de la tiranía. No es un derecho ser libre. Es un deber. No existe el derecho a la libertad de expresión, existe el deber de decir las palabras exactas por duro que sea luego el precio que tengas que pagar. No existen objetivos más o menos probables en los destruídos cerebros yihadistas. El atentado en las Ramblas de Barcelona nadie podía esperarlo, tampoco el de Atocha. Tirar las Torres Gemelas estaba tan fuera del alcance de nuestra imaginación que aún hoy cuando vemos las imágenes, y han pasado más de veinte años, no podemos creer que aquello realmente llegara a suceder.

No estamos seguros más que en nuestra firmeza, en nuestro deber de hombres libres, en la dignidad con que honramos a los que cayeron portando la luz que nos ha traído hasta aquí. Por supuesto que estamos en guerra pero no tengan duda de que la vamos a ganar si somos capaces de mantenernos fuertes, libres y unidos.

El islamismo, como todo terrorismo, no sólo nos asesina sino quiere hacernos dudar, robarnos la alegría, desmoralizarnos. Nosotros somos guerreros de esta primera trinchera y no podemos desfallecer si no queremos que arrasen con el resto. No somos víctimas. No somos carne de cañón de la barbarie. Tenemos que llenar las iglesias, los parques de atracciones, los restaurantes, los aviones; y hacer lo que es difícil, y escribir lo que es incómodo. Y si nos matan, que nuestra sangre empuje el río imparable de los que cayeron antes. Y dejemos en paz y con mucho amor que éste sea nuestro legado.