todo irá bien
Europa cínica, destrozada
La Unión Europea se queja de la paz en Ucrania y las bolsas no paran de subir en todo el mundo, también en Europa. La Unión Europea que ha tenido tres años para parar esta guerra y antes muchos más para haberse podido relacionar ... con Rusia y con Putin de cualquier otra manera. Pero por ignorancia, desidia y pereza dejó que las cosas se pudrieran. Esta Unión deshecha, meliflua, cobarde, equidistante –por decir lo menos– con Israel y que no ha tenido ninguna idea creativa tras la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética viene ahora a dar lecciones y a hacerse la estrecha y los mil muertos diarios que cuesta la guerra nos contemplan.
Esta Europa cínica y destrozada, que ha renunciado a sus raíces cristianas y que ha hecho de la regulación y el buenismo su manera de rendirse ante todas las formas del Mal. Esta Europa burocrática, colapsada de mediocridad, sin proyecto, rumbo ni identidad, sin querer pagar el precio de su defensa y ni saber siquiera de qué tiene que defenderse y que se ha dejado arrasar por el Islam; esta Europa perdedora, incapaz, dimitida de su papel en la Historia es la que se atreve a dar lecciones al presidente de los Estados Unidos, que una vez más, como en todos los grandes conflictos, ha tenido que venir a rescatarnos y a hacer la paz. Antes le dábamos las gracias. Hoy, en nuestra pequeñez encorvada por un rencor ancestral, tenemos encima la osadía de insultarlo.
Nuestra exaltación de Ucrania es hipócrita y como explicaba ayer Shlomo Ben Ami en 'La Vanguardia' sabíamos desde el principio que esta guerra «no iba a ninguna parte y ni por un momento los europeos se han atrevido a plantear una idea sobre un final político realista», lo que forma parte de la dejadez con que siempre hemos tratado a Rusia, en lugar de crear juntos una alianza que nos permita competir en serio y no esta irrelevante decadencia de ser sólo la rabia de que las cosas pasen a través nuestro pero sin nosotros. Nadie serio quiere ni puede confiarnos nada. Las piernas nos temblarían demasiado si Churchill nos pidiera sangre, sudor y lágrimas.
Comparar a Putin con Hitler y a Trump con el apaciguamiento de Lord Chamberlain no acredita una formación sólida. No entender que es prioritario que esta guerra termine es estar fuera de la realidad, tan dramáticamente fuera como Europa lo ha estado con el cuidado de sus fronteras y la destrucción de su creación empresarial, industrial y espiritual. Europa y su medioambientalismo fanático y empobrecedor, Europa con un constructivismo social estéril, repugnante, desolador, y ese aturdimiento subsidiado del individuo al que ha dejado sin empuje para reaccionar con libertad e imaginación ante los desafíos. Y sólo somos turba quejica y amontonada que a todos culpamos de todo, con especial saña a los que nos ponen ante el espejo de nuestra insondable miseria para que nos demos cuenta de lo bajo que hemos caído y de una vez reaccionemos.
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