Ábalos: «Santos está igual que yo»
Ábalos dice que no entiende este intento de humillación de la dirección del PSOE, de «desconsideración hacia la vida de uno»
Algo pasó el fin de semana entre Moncloa y Ferraz que cambió la suerte de José Luis Ábalos. Por lo visto, la estrategia de respuesta al caso Koldo no incluía exigirle su escaño al exministro. Esta iba más bien por donde arrancó el presidente ... del Gobierno en Marruecos, echándole la culpa a Díaz Ayuso, al PP, cargando las tintas en Koldo García, pero preservando a los dos padrinos públicos del 'aizkolari': los últimos dos secretarios de Organización del PSOE, Santos Cerdán y el propio Ábalos.
Por su manera de narrar los hechos, como hizo este miércoles con Carlos Alsina en Onda Cero, se intuye que, como mucho, Ábalos dejaría la presidencia de la comisión de Interior, que le brindaba una gran ocasión a la oposición de darse un festín este mismo miércoles que estaba convocada para hablar de «corrupción». Entonces vino el ultimátum de la Ejecutiva federal del lunes. «Lo que fue definitivo fue lanzar un órdago en público», dijo Ábalos a Alsina. ¿Y por qué eso desembocó en su paso al grupo mixto? «Porque no estaba aceptando irme sin más», replicó.
Ábalos dice que no entiende este intento de humillación de la dirección del PSOE, de «desconsideración hacia la vida de uno». Sigue en el mismo tono de su discurso de media hora del martes. Dice que no lo escribió ni lo ensayó, como han sugerido en la Ser. Tenía notas que elaboró a prisa y corriendo por la mañana. Pero todo fue improvisado sobre ellas. Se ve que le gusta José Luis Cuerda: «Te convierten en peón. Somos todos prescindibles», reflexiona. «Contingente y fungible», dijo el día anterior.
Ábalos siente que en ese cambio producido el fin de semana, la situación a la que Pedro Sánchez ha llevado el país ha influido mucho. Se ha desarrollado un complejo de culpa en el PSOE que el exministro no entiende. De pronto, la dirección ha decidido demostrar que no se va a pasar una, que el PSOE va ser más duro con los suyos que con los demás. El partido que está dispuesto a aceptar los votos de un prófugo de la Justicia para gobernar, de pronto quiere dar un escarmiento a los suyos aunque estos ni siquiera hayan sido acusados por un juez. Es un cortafuegos demasiado generoso, dice Ábalos que recuerda que el reglamento interno sólo permite expulsar a un acusado en la fase de juicio oral.
Los ciudadanos tienen muy claro que Sánchez se tiene que hacer mirar su relación con el Código Penal. Bajo su presidencia se ha beneficiado a los eventuales rebeldes sediciosos, a malversadores de dinero público y se ha favorecido a violadores y agresores sexuales. Y ahora se quiere amnistiar los delitos de Puigdemont y los suyos por siete votos.
Ábalos dice haber sido atrapado en ese fuego cruzado de contradicciones. «Santos (Cerdán) está igual que yo», dijo ayer. Y mide sus palabras sobre Pedro Sánchez: «Es un hombre muy reservado, que aguanta mucho».
Aparte de con la prensa, a Ábalos sólo se le ve molesto con la banca. Le han negado, de un día para otro, la posibilidad de avalar un préstamo que ya estaba concedido. Y eso sí que lo cabrea.
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