columnas sin fuste
Provocatio ad populum
Si los tribunos y patricios desoyen al pueblo o abusan de su poder, ¿qué formas hay de que el pueblo pueda corregirlo si el sistema se cierra?
Desfigurando lo que será el auténtico golpe, medios y partidos han extendido la idea del golpe de Estado en EE.UU. y Brasil, aunque no vemos allí lo propio de un golpe para conquistar el poder y mantenerlo. Si Cataluña, con parlamento y gobierno en ... sus manos, era una «ensoñación», ¿qué es una turba sin líder ni organización, sin control de vías, medios, armamento o lugares estratégicos? No estamos ante un golpe, ni siquiera ante una insurrección sostenida. Sin descartar la colaboración interesada de las autoridades para exagerar un enemigo digno de represión (puertas abiertas en el Capitolio), estaríamos ante una forma de protesta que tampoco es una simple manifestación. Con bolsonaristas y trumpistas (no reciben el noble nombre de 'indignados') irrumpió el pueblo, parte del pueblo, en las instituciones, no para controlarlas, sino para instar algo, para movilizar a los poderes en Brasilia, para influir en los delegados en el Capitolio. No era tanto una conquista del poder como una intervención puntual, no tanto un golpe como una pulsión desatada que recuerda a formas primitivas de participación popular, a la institución romana de la 'provocatio ad populum', que era una apelación popular que la Lex Valeria convirtió en derecho del ciudadano para invocar al pueblo contra la injusticia de un magistrado. Aunque esa fue su naturaleza, también tenía un sentido de apelación política visible en lo que cuenta Tito Livio en su historia de Roma, cuando, ante la controversia entre dos cónsules, Apio y Servilio, el Senado trasladó la cuestión al pueblo, que designó a Marco Letorio; o cuando Publilio Volerón, opiniéndose al reclutamiento, y ante la pasividad de los tribunales, apeló al pueblo, que intervino. La medida física de la multitud era también la del tribuno.
Es normal que el populismo, para espanto liberal, traiga la presencia del pueblo. Ante la sospecha de crimen político o abuso grave, si las instituciones se bloquean de espaldas al pueblo (o la mitad del mismo), si las elecciones pervierten la República como en Weimar, ¿qué opción tiene lo popular salvo hacerse presente?
Si los tribunos y patricios desoyen al pueblo o abusan de su poder, ¿qué formas hay de que el pueblo pueda corregirlo si el sistema se cierra? Estas apariciones populares en los concretos órganos de poder (donde sabemos que no está el poder) son malencólicas formas de fe democrática, quizás las últimas, y pueden ser entendidas como desesperados (aunque condenables) ruegos populares ante las autoridades en previsión de riesgos políticos graves. Al pueblo solo le queda hacerse realidad física en las escalinatas simbólicas del poder, y esa aparición en forma de asamblea, comicios o mera multitud estaba en el origen de la 'libertas' romana, como forma de las primeras garantías republicanas. Que algo así aparezca en las actuales repúblicas parece más un diagnóstico de su agonía que una amenaza.
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